Uno de los Beneficios Más Grandes del Sufrimiento
Se dice que Oscar Wilde, dramaturgo británico, una vez declaró que había suficiente sufrimiento en cualquier calle en Londres para probar que no existe Dios. Por milenios, los escépticos, agnósticos, ateos e incrédulos han señalado el sufrimiento en el mundo, y han declarado que tal maldad y dolor milita contra el concepto de un Dios todopoderoso y amoroso. Incluso los cristianos han enfrentado sufrimientos en sus vidas que han probado su fe. ¿Cómo puede permitir un Dios amoroso que esas cosas malas sucedan a Sus creaciones humanas?
En este artículo breve no se puede realizar un estudio profundo en cuanto a esta pregunta. (Para un estudio profundo de este tema, vea Major, 1998). Sin embargo, se puede presentar un pequeño aspecto del problema: el sufrimiento en las vidas de los seres humanos puede guiarles a establecer una relación correcta con su Creador. Considere a Manasés, rey de Judá. En 2 Reyes 21, la Biblia registra que Manasés “hizo lo malo ante los ojos de Jehová” (vs. 2). “[F]ue agorero, e instituyó encantadores y adivinos” (vs. 6). Pero sus pecados no pararon allí; en cambio, hizo “más mal que todo lo que hicieron los amorreos que fueron antes de él”, e hizo “pecar a Judá con sus ídolos” (vs. 11). Adicionalmente, el texto registra que “derramó Manasés mucha sangre inocente en gran manera, hasta llenar a Jerusalén de extremo a extremo” (vs. 16). Este rey impío parecía ser un caso perdido, sin ninguna esperanza de regresar a Dios.
Debido a su pecado, el Señor envió un ejército asirio para atacar a Judá. Los asirios capturaron a Manasés y le llevaron con grillos y cadenas a Babilonia. La Biblia registra que, en esta condición miserable, cuando el sufrimiento de Manasés fue peor, cuando “fue puesto en angustias, oró a Jehová su Dios, humillado grandemente en la presencia del Dios de sus padres. Y habiendo orado a él, fue atendido; pues Dios oyó su oración y lo restauró a Jerusalén, a su reino. Entonces reconoció Manasés que Jehová era Dios” (2 Crónicas 33:12-13, énfasis añadido). Al recibir el trono nuevamente, Manasés quitó los ídolos y dioses ajenos, y restauró la adoración al Dios verdadero. Solamente en su “aflicción”, Manasés se dio cuenta que necesitaba a Dios.
Esto también sucede con muchos hoy. Los placeres de este mundo evitan que algunas personas contemplen su relación con Dios. Pero cuando el sufrimiento llega a sus vidas, a menudo se consideran los temas reales de la vida. C.S. Lewis una vez escribió que el dolor era el “megáfono de Dios para despertar al mundo sordo”. En una oración a Dios, David escribió: “Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; mas ahora guardo tu palabra” (Salmos 119:67). Es triste que muchas personas no miren a Dios hasta que estén tiradas en el suelo. No se engañe pensando que el sufrimiento y el dolor son “en vano”. Al contrario, “tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia” (Santiago 1:2-3).
REFERENCIAS
Major, Trevor J. (1998), “El Problema del Sufrimiento” [“The Problem of Suffering”] Reason & Revelation, 18:49-55, julio.
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