Una Pregunta, Tres Respuestas Diferentes
Tres veces en el libro de Hechos, el médico Lucas registró la pregunta de algunos que no eran cristianos concernientes a lo que necesitaban hacer para ser salvos, y tres veces dio respuestas diferentes. El carcelero de Filipos preguntó a Pablo y Silas, “Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?”, y se le dijo: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo” (16:30-31). Los judíos en el Pentecostés preguntaron a los apóstoles, “Varones hermanos, ¿qué haremos?”, y se les instruyó, diciendo, “Arrepentíos, y bautícese” (2:37-38). Algunos años después, Saulo (llamado después Pablo—Hechos 13:9) preguntó a Jesús, Quien le apareció en su camino a Damasco, “Señor, ¿qué quieres que yo haga?” (9:6; 22:10). Después que se le dijo que entrara a Damasco para averiguar lo que “debía hacer” para ser salvo, Ananías, un siervo del Señor, mandó a Saulo, diciendo, “Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre” (22:16). La pregunta que muchos hacen es: “¿Por qué se dio tres respuestas diferentes para la misma pregunta?”. ¿Son estas respuestas contradictorias, o existe una explicación lógica para estas diferencias?
La razón por la cual se dieron diferentes respuestas es porque en cada ocasión los que preguntaban estaban en diferentes “ubicaciones” en el camino a la salvación. Esto se puede ilustrar al considerar lo que se le puede decir a una persona en cuanto a su distancia física de una ciudad determinada. Si un amigo me llamara y me preguntara cuán lejos está la casa de mis padres en Neosho, Missouri de su casa en Jackson, Tennessee, yo le informaría que él está a 475 millas de Neosho. Si me llamara el día siguiente, notificándome que ahora está en Little Rock, Arkansas, y me preguntara acerca de la distancia a Neosho, yo le daría una respuesta diferente. Ahora él estaría a 260 millas de Neosho. Si ese mismo día me llamara una vez más y me preguntara cuán lejos es Fort Smith de Neosho, otra vez le daría una respuesta diferente—130 millas. Ninguna persona racional me acusaría de auto-contradecirme, ya que cada pregunta se hizo desde un punto de referencia diferente. Se dieron tres diferentes respuestas, pero todas fueron correctas. De igual manera, el Nuevo Testamento registra tres respuestas diferentes para la pregunta, “¿Qué debo hacer para ser salvo?”, ya que los pecadores que hicieron las preguntas estuvieron en diferentes lugares de entendimiento en su camino a la salvación.
Al carcelero de Filipos se le mandó a creer en Cristo porque él todavía no había oído o creído el mensaje de Jesús (Hechos 16:31-32; Romanos 10:17). No hubiera tenido sentido que Pablo y Silas mandaran al carcelero a arrepentirse y/o bautizarse cuando todavía no había oído el Evangelio. Si hoy un musulmán, hindú o budista hiciera la misma pregunta que el carcelero de Filipos hizo a Pablo y Silas, se necesitaría proveerle la misma respuesta. Antes de que se le enseñe a un musulmán la esencialidad del arrepentimiento y el bautismo, él primero debe expresar su creencia en Jesús como el Hijo de Dios. Si no se toma este paso (i.e., creer) en el camino a la salvación, los otros pasos no tienen sentido. [NOTA: La Biblia revela que después que Pablo y Silas “hablaron la palabra del Señor” al carcelero y a su familia, ellos creyeron e “inmediatamente” se bautizaron (Hechos 16:33). Se debe inferir que Pablo y Silas deben haber enseñado al carcelero y a su familia acerca de la importancia del bautismo después de enfatizar la necesidad de “creer en el Señor Jesucristo” (Hechos 8:35-36,38). Pregunta: Si el bautismo en agua no tiene que ver nada con la salvación, entonces ¿por qué el carcelero y su familia fueron sumergidos en agua no poco después de la medianoche (cf. Hechos 16:25,33)?].
Los judíos en el Pentecostés ya habían oído el sermón de Pedro cuando hicieron su pregunta acerca de la salvación (Hechos 2:37). Pedro sabía que ellos habían creído y que esa creencia vino por oír el mensaje que predicó (cf. Romanos 10:17). Los judíos habían pasado el punto de la creencia (siendo “compungidos de corazón”), y se les dijo que se “arrepintieran y bautizaran” para obtener salvación (cf. Marcos 16:16).
No obstante, algunos pueden preguntarse por qué Ananías no dijo a Saulo que creyera ni se arrepintiera cuando le informó acerca de cómo lavar sus pecados. La razón es que Saulo era un creyente penitente para el momento que Ananías llegó a contactarse con él. A Saulo no se le necesitaba decir que creyera o que se arrepintiera, ya que él ya había hecho eso. Él sabía que el Señor existía ya que había hablado directamente con Él en el camino a Damasco, y él había expresado una actitud penitente al orar a Dios y ayunar por tres días (Hechos 9:9,11). En este punto, a Saulo le hacía falta solamente una cosa: necesitaba ser bautizado (Hechos 22:16).
La razón por la cual se les dijo a estos pecadores tres cosas diferentes concernientes a la salvación fue porque ellos estaban en diferentes puntos de partida. Esto fue como si el carcelero hubiera estado en Jackson, Tennessee, los judíos en el Pentecostés en Little Rock, Arkansas, y Saulo en Fort Smith. Todos querían ir al mismo lugar, pero estaban en diferentes puntos de partida cuando preguntaron, “¿Qué debo hacer para ser salvo?”. Al incrédulo se le dijo que creyera. A los creyentes se les dijo que se arrepintieran. Y al creyente penitente se le dijo que se bautizara. Los tres enunciados pueden ser diferentes, pero no son contradictorios. Para que una persona llegue a ser un hijo de Dios, debe hacer todas estas tres cosas (vea Juan 8:24; Lucas 13:3,5; Mateo 28:19; Marcos 16:16).
REPRODUCTION & DISCLAIMERS: We are happy to grant permission for this article to be reproduced in part or in its entirety, as long as our stipulations are observed.