Un Conducto a la Verdad
Frecuentemente la Biblia hace enunciados muy específicos en cuanto a cierta persona, lugar o cosa que la evidencia histórica y arqueológica puede examinar. Tales casos proveen una oportunidad excelente para reunir la evidencia corroborante en apoyo de la exactitud e inspiración de la Biblia. El libro de 2 Reyes relata la historia del Rey Ezequías, uno de los pocos reyes antiguos de Judá que “[h]izo lo recto ante los ojos de Jehová, conforme a todas las cosas que había hecho David su padre” (2 Reyes 18:3). Segunda Reyes 20:20 lista varios de sus logros: “Los demás hechos de Ezequías, y todo su poderío, y cómo hizo el estanque y el conducto, y metió las aguas en la ciudad, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Judá?”. Luego leemos en 2 Crónicas 32:30 que “[e]ste Ezequías cubrió los manantiales de Gihón la de arriba, y condujo el agua hacia el occidente de la ciudad de David. Y fue prosperado Ezequías en todo lo que hizo”. Estos dos versículos proveen una oportunidad maravillosa de verificar la exactitud del Antiguo Testamento. Se pensaría que tal hazaña de ingeniería acuática dejaría algún tipo de evidencia arqueológica como un homenaje a este rey. ¿Existe alguna información extra-bíblica para verificar esta historia?
Realmente la hay. En su fascinante libro, Las Piedras Claman, Randall Price catalogó evidencia impresionante que confirma el conducto que Ezequías cavó debajo de la antigua ciudad de Jerusalén. De hecho, en la página 267, Price incluyó una foto de su hija que estaba parada en el mismo conducto. Permanece siendo un misterio la manera en que Ezequías abrió este conducto de 1,750 pies a través del terreno pedregoso. Sin embargo, en 1880 se descubrió una inscripción conocida como la “Inscripción de Siloé” que ayuda a armar algunas de las piezas. Aparentemente, dos equipos de los hombres de Ezequías, quienes trabajaron con picos, cavaron el conducto de lados opuestos, abriendo un camino en forma de “S”. Todavía no se sabe cómo estos dos equipos pudieron reunirse en el medio sin la ayuda de un compás moderno u otro aparato. Una y otra vez, la Biblia “pasa la prueba”, y permanece siendo el libro más exacto y autoritativo jamás escrito.
REFERENCIAS
Price, Randall (1997), Las Piedras Claman [The Stones Cry Out] (Eugene, OR: Harvest House).
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