Un Código de Moralidad
La turbulencia social de la década de 1960 creó una revolución en las costumbres sociales para las generaciones nacientes. La filosofía de “haga lo que desea” se ha arraigado literalmente en la sociedad norteamericana. El resultado es que muchos norteamericanos viven y hacen sus decisiones morales cada día basados en una mezcolanza de valores sacados de una variedad de fuentes. La ética situacional está a la orden del día, y la persona promedio simplemente actúa basada en sus sentimientos y opiniones personales. Ahora la moralidad es individualista; cada persona formula su propio sistema de creencia y luego moldea su comportamiento de acuerdo a ese sistema moral subjetivo y personal. Asociada con el desarrollo de esta circunstancia está el sentimiento correspondiente que nadie debería “juzgar” la creencia o acciones de otro, y que todos deberían ser “tolerantes” ante la diversidad de puntos de vista que plagan la sociedad. Cuando este estado llega a dominar, no es una sorpresa que se encuentre jueces que son indulgentes con una mujer que mata a su esposo a sangre fría. No es una sorpresa que se tolere e incluso se excuse a millones de infractores de la ley e inmigrantes. No es una sorpresa que se permita que los ofensores que violan, mutilan y matan continuamente burlen el sistema judicial de justicia y continúen sus atrocidades en contra de los ciudadanos inocentes.
Los Padres Fundadores de la República Norteamericana estuvieran entristecidos profundamente al ver la extensión a la que nuestra civilización ha decaído de su nivel original de moralidad alta. En una carta con fecha del 28 de agosto de 1789, Thomas Jefferson escribió a James Madison: “Yo conozco solamente un código de moralidad para los hombres, sea que actúen individualmente o colectivamente” (1789). Él simplemente estaba expresando el enfoque generalizado de los Fundadores como también de la población de los Estados Unidos en ese tiempo. En realidad, él simplemente articuló la realidad bíblica, en la cual el Creador define los valores morales, lo bueno y lo malo. Cada vida humana será medida por Su Palabra y por ese estándar. En las palabra de Jesucristo: “El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero” (Juan 12:48). Ciertamente, está viniendo el día cuando
se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder, cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron (por cuanto nuestro testimonio ha sido creído entre vosotros) [2 Tesalonicenses 1:7-10].
REFERENCIAS
Jefferson, Thomas (1789), “Letter to James Madison”, The Works of Thomas Jefferson in Twelve Volumes, ed. Paul Leicester Ford, [En-línea], URL: http://memory.loc.gov/cgi-bin/query/r?ammem/mtj:@field(DOCID+@lit (tj050135)).
REPRODUCTION & DISCLAIMERS: We are happy to grant permission for this article to be reproduced in part or in its entirety, as long as our stipulations are observed.