¿Significa la Presencia de Historia en los Evangelios que Estos son Parte del Antiguo Testamento?
Algunos han intentado destruir las enseñanzas de Cristo al sugerir que los libros de Mateo, Marcos, Lucas y Juan pertenecen al Antiguo Testamento y no al Nuevo Testamento (vea Billingsley, s.d., p. 4; vea también Brewer, 1941, pp. 85-90 para documentación adicional sobre los que sostienen esta posición). Al hacerlo, ellos han promovido una teoría errónea que puede ser resumida en el siguiente enunciado: “Los libros de Mateo, Marcos, Lucas y Juan son libros de historia, así que son libros del Antiguo Testamento. Estos contienen un registro histórico beneficioso de la vida y los tiempos de Jesucristo mientras que vivía bajo la ley mosaica, pero no contienen doctrina nuevo-testamentaria”.
¿Qué acerca de los relatos del Evangelio? Estos contienen una gran parte de historia concerniente a la vida de Cristo durante la dispensación mosaica, pero también contienen Sus enseñanzas. Si se puede mostrar que una de esas enseñanzas es diferente al material del Antiguo Testamento y que se aplica a los cristianos en el Nuevo Testamento—siendo obligatoria para la fe y práctica—entonces se debe aceptar estos libros como parte del canon del Nuevo Testamento, ya que contienen mandamientos que son obligatorios para los que viven bajo el pacto de Cristo, a diferencia del pacto de Moisés. Los relatos del Evangelio contienen justo esa doctrina. Considere los siguientes pasajes:
Mateo 3 (y Marcos 1; Lucas 7): Jesús fue bautizado por Juan el bautista para “cumplir toda justicia” (3:15). Jesús claramente aprobó el bautismo de Juan (Lucas 7:29), y cuando los fariseos declinaron someterse a ese bautismo, ellos rechazaron los “designios de Dios” (7:30). En este caso, Jesús requirió que la gente hiciera algo más que solamente lo que la Ley de Moisés requería. Ciertamente el bautismo de Juan era ajeno a las enseñanzas de la Ley de Moisés. Hubiera sido en vano que Moisés mandara a los hijos de Israel que se sometieran al bautismo de Juan, ya que Juan todavía no había nacido, así que su bautismo no hubiera perdonado sus pecados—pero aquí, Cristo lo fomentó (Marcos 1:2-11; Lucas 7:29-30). Uno de los propósitos de Juan el bautista era preparar los corazones de la gente para la venida del reino (Mateo 3:1-2; vea el Salmo 2). Los judíos habían practicado el bautismo como una ceremonia religiosa, debido a la tradición rabínica (Lindsay, 1994, 1:389; Moseley, s.d.). Sin embargo, la enseñanza de Juan era distinta a la de la Ley de Moisés, y daba la bienvenida a una nueva era de obligación, como otra vez se enfatiza en Lucas 16:16: “La ley y los profetas eran hasta Juan; desde entonces el reino de Dios es anunciado, y todos se esfuerzan por entrar en él” (énfasis añadido).
Mateo 15 (y Marcos 7): Cristo enseñó algo que sonaba completamente diferente a la enseñanza del Antiguo Testamento que estaba en vigencia—la idea que los alimentos que se consideraban impuros bajo la ley del Antiguo Testamento no contaminaban a la persona, sino las cosas que salían del corazón (Mateo 15:11; cf. Marcos 7:18-23). Jesús señaló que los alimentos no entran en los corazones de las personas—no afectan directamente la espiritualidad de las personas—sino solamente entran al sistema digestivo y son eliminados. Jesús dijo que “todas estas maldades” (mencionando específicamente los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez) “de dentro salen, y contaminan al hombre” (Marcos 7:23). Parece que Cristo enseñó una doctrina nueva aquí—una que no llegaría a estar en vigencia sino hasta que Él anulara el Antiguo Testamento.
Mateo 18: En esta circunstancia similar, Jesús enseñó una doctrina específica concerniente a la manera en que se debía lidiar con un hermano que estaba en el error (18:15-20). La doctrina de Mateo 18:19-20 específicamente trata de la disciplina en la iglesia. La enseñanza de Cristo en este caso no era simplemente intentar que los judíos en error regresaran al judaísmo fiel; en cambio, Cristo enseñó algo nuevo en este caso, y único para el resto de la Biblia (vea Elkins, 1978, p. 528).
Mateo 26 (y Marcos 14; Lucas 22): Jesús instituyó la Cena del Señor (26:26-29), una práctica que es completamente diferente a cualquier otra ceremonia mosaica. El hecho que Cristo instituyera una enseñanza que no sería impuesta inmediatamente, sino solamente después que la iglesia se estableciera, ilustra el hecho que Cristo tenía el derecho de dar una nueva legislación que se observaría después que la ley del Nuevo Testamento llegara a estar en efecto.
Mateo 28 (y Marcos 16): Jesús mandó a Sus discípulos a llevar el Evangelio a todo el mundo (un principio del mismo Nuevo Testamento). Note que Jesús mismo declaró que Él había predicado la doctrina del Nuevo Testamento a Sus discípulos. Cristo dijo a los apóstoles que cuando las almas se convirtieran a Él, ellos debían enseñarles a que “guarden todas las cosas que os he mandado…” (28:20). Dentro de “todas las cosas que os he mandado” estaba la doctrina del Nuevo Testamento, ya que, en este caso, Cristo también estaba mandando a Sus discípulos a llevar el Evangelio a “todas las naciones” con el propósito de bautizar a la gente (28:19). Si Cristo no hubiera predicado nada más que la doctrina del Antiguo Testamento, Él no hubiera mandado a Sus discípulos a esparcir “todas las cosas que os [ha] mandado” a las naciones después que el Antiguo Testamento hubiera sido abolido.
Juan 3: Jesús dijo, “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” (Juan 3:5). Jesús llamó a éste el acto de “nacer de nuevo” (versículo 7). Aunque, en un sentido, el requisito particular del nuevo nacimiento a través del bautismo fue administrado por Juan y Jesús en sus bautismos, no existía la condición del bautismo en el pacto del Antiguo Testamento.
Juan 13: Jesús dijo, “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros” (13:34, énfasis añadido). Al declarar que el mandamiento era nuevo, Jesús obviamente intentó hacer una distinción entre Su mandamiento y todo lo demás que Sus discípulos conocían concerniente al tema que estaban discutiendo. Aunque el mandamiento de amar al prójimo no era nuevo (Levítico 19:18), el mandamiento de Cristo era nuevo en el hecho que demandaba que amemos no como nos amamos, sino como Dios nos ama. Esta sería la señal para los no-cristianos de que los discípulos eran realmente seguidores de Cristo (13:35; vea Pack, 1977, 5:54-55). El mismo mandamiento se repite en el registro de Juan 15:12,17, y Cristo lo enfatizó otra vez en Lucas 10:33-36 cuando relató la parábola comúnmente conocida como “El Buen Samaritano”, ilustrando que los seguidores de Cristo deben amar a todas las personas (Gálatas 6:10).
Podemos estar seguros que los libros de Mateo, Marcos, Lucas y Juan pertenecen al Nuevo Testamento, ya que contienen enseñanzas que el Antiguo Testamento no contiene, pero que son obligatorias para la fe y práctica del cristiano. Los evangelios ciertamente son mucho más que solamente libros de historia del Antiguo Testamento.
REFERENCIAS
Billingsly, Dan (sine data), “Roy Deaver’s Doctrinal Dilemma,” Fundamental Bible Studies.
Brewer, G.C. (1941), Contending for the Faith (Nashville, TN: Gospel Advocate).
Elkins, Garland (1978) “A Review of the ‘No-Remarriage-for-Any-Reason’ Theory,” Your Marriage Can Be Great, ed. Thomas B. Warren (Jonesboro, AR: National Christian Press).
Lindsay, T.M. (1994), The International Standard Bible Encyclopaedia, ed. James Orr (Peabody, MA: Hendrickson).
Moseley, Ron (sine data), “The Jewish Background of Christian Baptism,” [En-línea], URL: http://www.haydid.org/ronimmer.htm.
Pack, Frank (1977), The Living Word Commentary, ed. Everett Ferguson (Austin, TX: Sweet).
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