¿Se Detuvo el Sol?
P.
¿Cómo puedo creer que la Biblia es confiable si dice que el Sol “se detuvo” a petición de Josué?
R.
Esta pregunta se relaciona a la historia narrada en Josué 10. Después de la derrota de Hai, cinco reyes de Canaán unieron sus fuerzas para atacar la ciudad de Gabaón por aliarse con los israelitas. Al oír de este intento, Josué y sus hombres marcharon en la noche desde Gilgal a Gabaón donde, con la ayuda de Dios, comenzaron la batalla. En medio de la batalla, Josué oró a Dios para que el Sol se detuviera hasta que Israel venciera a sus enemigos. Dios le otorgó su pedido, como el registro declara: “Y el sol se paró en medio del cielo, y no se apresuró a ponerse casi un día entero. Y no hubo día como aquel, ni antes ni después de él, habiendo atendido Jehová a la voz de un hombre; porque Jehová peleaba por Israel” (Josué 10:13,14).
Los críticos insisten que tal evento es imposible, y por ende rechazan la veracidad de las Escrituras. Se han propuesto varias soluciones a este supuesto problema. Este artículo considerará cuatro de ellas. Primero, algunos sugieren que se debe entender el texto en un sentido figurado y que el evento no involucró un milagro. Por ende, se sugiere que el Señor ayudó a Israel a ganar la batalla en un tiempo increíblemente corto tanto que Israel sintió como si el día hubiera sido prolongado, cuando realmente no lo fue (Keil, 1980, 2:110). Segundo, algunos eruditos toman el lenguaje figurativamente y adjuntan una explicación puramente naturalista. Donald Patten y sus colegas creen que el planeta Marte pasó por la Tierra en una órbita inusualmente cercana que causó que la Tierra se inclinara en su eje (1973, pp. 172-198). Visto desde una ubicación geográficamente correcta, el Sol permanecería en el cielo más tiempo de lo normal. Tercero, otros sugieren que se realizó un milagro local. Por ende, los rayos del Sol pueden haber sido refractados milagrosamente para dar una apariencia de iluminación diurna en Palestina, cuando en realidad el Sol ya había “desaparecido” en el horizonte (Davis, 1980, p. 69). Cuarto, otros toman el lenguaje literalmente y aceptan que el Sol fue realmente detenido milagrosamente. Henry Morris explica que esto pudo implicar mucho más: “Ya que el relato dice que la luna también se detuvo (Josué 10:13), puede ser que todo el sistema solar se detuvo en sus trayectorias por un día, suspendiendo simplemente todas sus posiciones y movimientos relativos” (1971, p. 73).
Cada una de estas soluciones ha sido criticada. En contra de la primera se ha argumentado que una regla fundamental de la interpretación es que se debe considerar un pasaje como literal hasta que se pruebe que es figurativo. Josué 10 simplemente tiene el aspecto de una narración histórica. El Señor pudo haber hecho que el día “pareciera” largo, pero el texto dice que “el sol se detuvo y la luna se paró, hasta que la gente se hubo vengado de sus enemigos” (Josué 10:13). La segunda ha sido cuestionada por falta de evidencia. La noción que la Tierra se movió en su eje a causa de una visita cercana del planeta Marte es simplemente hipotética. En cuanto a la tercera solución, cualquiera que rechaza aceptar la posibilidad de sucesos milagrosos rápidamente rechazará esta opción. En contra de la lectura literal, se argumenta que ya que la Tierra orbita el Sol, es ésta la que debería dejar de rotar para que el día se alargara, pero el Sol no necesitaría detenerse. Además, si la Tierra se detuviera, experimentaría catástrofes globales incalculables.
Si cada solución tiene dificultades, ¿qué podemos pensar acerca del evento? Principalmente lo siguiente: este fue un milagro. Josué oró por ayuda divina y la recibió. Un Dios omnipotente pudiera ayudar en cualquier manera que escogiera. Antes de desechar la Biblia porque reporta milagros, debemos hacer dos cosas. Primero, debemos probar que no existe un Dios que tenga la habilidad de lograr tales tareas. Ahora, si existe un Dios que es capaz de crear todo el Universo por medio de la palabra (Salmos 33:9), entonces, se debe admitir que Él tiene el poder de hacer con el Universo lo que desee. ¿Qué hombre neciamente diría que el Dios del Universo no tiene el poder de parar la Tierra, la Luna y el Sol, y todavía mantener cualquier otro cuerpo celeste en orden? Por definición, Dios está más allá del alcance de tal criticismo.
Segundo, el crítico debe ser capaz de probar que la Biblia es simplemente producto humano. Sin embargo, la Biblia misma es uno de los mejores ejemplos de un milagro. Cuando se consideran todos los hechos, llega a ser evidente que sin Dios, la Biblia no puede ser explicada. La carga de la prueba descansa sobre los hombros del escéptico. Hasta que él pueda probar que no existe Dios, y que la Biblia es simplemente un producto humano, no tiene fundamento sobre el cual negar el registro bíblico de un milagro. Es necedad desechar la Biblia porque contiene relatos de eventos “imposibles”. Con Dios nada es imposible, exceptuando, desde luego, aquellas cosas que son opuestas a Su naturaleza (e.g., Él no puede mentir—Tito 1:2). Como con todos los milagros, no se da explicación de cómo se realizó la hazaña en Josué 10. ¿Cómo flotó el hierro del hacha (2 Reyes 6)? ¿Cómo más de cinco mil personas fueron alimentadas con cinco panes y dos peces (Mateo 14)? ¿Cómo dio Jesús vista al ciego (Juan 9)? El hecho que estas cosas pasaron es suficiente para el hombre que acepta la omnipotencia de Dios.
Por consiguiente, dos de las situaciones anteriores parecen calzar con la información. Primero, Dios pudo haber causado que los rayos solares persistieran sobre Palestina por el tiempo específico. Si Dios hizo que el Sol pareciera—desde la perspectiva de Josué—que permanecía en el cielo sobre Gabaón, sería correcto reportar el evento en tales términos. O segundo, puede ser que el Sol (y por ende todo el sistema solar) fuera suspendido milagrosamente por un día. No se declara específicamente en el texto si el milagro fue local o universal. De cualquier manera, “no hubo día como aquel, ni antes ni después de él” (Josué 10:14).
Se debe abordar un pensamiento final sobre este tema. Ocasionalmente circula la historia que “los científicos de la NASA estaban chequeando la posición del sol, la luna y los planetas 100 años y 1,000 años desde el presente para trazar las trayectorias de las naves espaciales. Mientras que recorrían con sus computadoras los siglos, sus máquinas se detuvieron repentinamente y mostraron un día perdido alrededor del tiempo que Josué vivió”. Esta historia es completamente ficticia. Las computadoras no tienen la habilidad de hacer tal descubrimiento, y todo esfuerzo por contactar a los científicos supuestamente involucrados ha resultado ser un fracaso o un desmentido. La revista Bible-Sciene Newsletter de julio de 1989 porta un artículo excelente que desacredita esta farsa (Bartz, 1989, p. 12).
REFERENCIAS
Bartz, Paul A. (1989), “Questions and Answers,” Bible-Science Newsletter, 27[7]:12, July.
Davis, J.J., y J.C. Whitcomb (1980), A History of Israel (Grand Rapids, MI: Baker Book House).
Keil C.F., y Franz Delitzsch (1980), Biblical Commentaries on the Old Testament (Grand Rapids, MI: Eerdmans, reprint).
Morris, Henry M. (1971), The Bible Has the Answer (Nutley, NJ: Craig Press).
Patten D.W., R.R. Hatch, y L.C. Steinhauer (1973), The Long Day of Joshua and Six Other Catastrophes (Seattle, WA: Pacific Meridian).
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