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Religión en el Salón de Clase

Constantemente se nos dice que no se enseña religión en el sistema escolar público. Supuestamente, eso sería una violación de la separación de la iglesia y el estado. Por ejemplo, se declara que en las clases de ciencia solamente se enseña a los estudiantes los hechos; la ideología religiosa está excluida. Pero eso realmente no es cierto. Considere la siguiente cita de un libro de texto de biología ampliamente usado.

Darwin sabía que aceptar su teoría requería creer en el materialismo filosófico, la convicción que la materia es la fuente de toda existencia y que todos los fenómenos espirituales son sus subproductos. En el mundo de Darwin no somos prisioneros desamparados de un orden mundial estático, sino somos los amos de nuestro destino. Y, desde un punto de vista estrictamente científico, rechazar la evolución biológica no es diferente a rechazar otros fenómenos naturales como la electricidad y la gravedad (Levine y Miller, 1994, p. 161, énfasis añadido).

Reflexionemos en varias cosas que están escondidas sigilosamente en este pequeño párrafo.

Primero, note que el párrafo concluye sugiriendo que la teoría de la evolución está tan bien establecida como la electricidad o la gravedad. ¿No estamos familiarizados con el hecho que la electricidad es una realidad? Y ¿quién duda de la ley de la gravedad? La implicación detrás del enunciado es muy clara—si alguien no acepta la evolución darviniana como una ley fundamental de la ciencia, es necio. Este es un intento obvio de intimidación.

Segundo, si alguien acepta la evolución (la cual realmente tiene que aceptar si quiere ser considerado inteligente), debe aceptar el “materialismo”. El materialismo es la noción que declara que no existe nada en la naturaleza que no sea material. Esta noción claramente está diseñada para descartar la idea de que existe un Ser inmaterial (i.e., espiritual) a Quien la Biblia identifica como “Dios”. Supuestamente, es una violación a la ley constitucional sugerir que Dios existe, pero ¡no es una infracción a la ley constitucional sugerir que Él no existe! Además, la alusión a la naturaleza exclusivamente “material” de todo lo que existe niega que el ser humano tenga un alma. Desde luego, esto implica que nadie es responsable de su conducta en términos de alguna clase de juicio eterno.

Tercero, los autores sugieren que los fenómenos “espirituales” son subproductos del proceso de la evolución. Por ende los conceptos espirituales son una rareza de la naturaleza que puede o no ser útil, dependiendo del antojo de la persona. Por favor, dígame, ¿calza una discusión de lo “espiritual” en un libro de texto de biología?

Cuarto, los autores afirman que el darvinismo demanda que aceptemos la conclusión que somos “amos de nuestro propio destino”. Parece que esta frase fue copiada del poema Invictus, escrito por el incrédulo William Henley: “Soy el amo de mi destino; soy el capitán de mi alma”. Esta idea sugiere que el hombre es su propio “dios” y que puede controlar su propio destino sin la necesidad de ninguna instrucción de un creador.

El sistema escolar puede no estar enseñando a nuestros hijos simplemente lectura, escritura y aritmética. Puede estar enseñándoles ateísmo, hedonismo y muchas otras ideologías que pueden destruir sus almas. Los padres cristianos deben de asumir la responsabilidad de la educación de sus hijos. Cada día debemos combatir en nuestros hijos las influencias corruptas de la sociedad. ¡Trabaje en eso!

REFERENCIAS

Levine, Joseph y Kenneth Miller (1994), Biology: Discovering Life (Boston, MA: Heath), segunda edición.


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