¿REALMENTE Sabe Dios Todo?
Muchos pasajes de la Escritura enseñan que Dios es omnisciente. La Biblia declara que Dios “conoce los secretos del corazón” (Salmos 44:21), que los “ojos de Jehová están en todo lugar” (Proverbios 15:3) y que “su entendimiento es infinito” (Salmos 147:5). De Jehová, el salmista también escribió:
Oh Jehová, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; has entendido desde lejos mis pensamientos. Has escudriñado mi andar y mi reposo, y todos mis caminos te son conocidos. Pues aún no está la palabra en mi lengua, y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda… Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí; alto es, no lo puedo comprender. ¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás (139:1-4,6-8).
El Nuevo Testamento reitera esta verdad, diciendo, “mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe todas las cosas” (1 Juan 3:20, énfasis añadido). Él no solamente sabe el pasado y el presente, sino también sabe el futuro (Hechos 15:18; cf. Isaías 46:10). No existe nada fuera del conocimiento de Dios.
Ya que Dios conoce (y ve) todo, algunos se han preguntado por qué existen algunos enunciados en la Escritura que parecen indicar lo contrario. ¿Por qué Dios preguntó a Caín concerniente a su hermano Abel si Él sabía lo que había pasado (Génesis 4:6)? ¿Por qué el Señor y dos de Sus ángeles preguntaron a Abraham dónde estaba su esposa si Él era omnisciente (Génesis 18:9)? Y, si Dios conoce y ve todo, ¿por qué dijo a Abraham concerniente a Sodoma y Gomorra: “descenderé ahora, y veré si han consumado su obra según el clamor que ha venido hasta mí; y si no, lo sabré” (Génesis 18:21, énfasis añadido; cf. Génesis 22:12)? Si Dios es omnisciente, ¿por qué necesitaría “ir” a algún lugar para “ver si” cierto pueblo era malvado o no? ¿Realmente sabe Dios todo?
Primero, cuando los críticos aseveran que las preguntas que Dios hizo a Caín o a Sara (o a Satanás—cf. Job 1:7; 2:2) sugieren que el conocimiento de Dios es limitado, ellos están suponiendo que todas las preguntas se hacen con el propósito exclusivo de obtener información. Sin embargo, el sentido común nos dice que a menudo se hacen preguntas con otros propósitos. ¿Debemos suponer que Dios ignoraba el paradero de Adán cuando le preguntó, “¿Dónde estás tú?” (Génesis 3:9)? Al comienzo de Su primer discurso con Job, Dios preguntó al patriarca, “¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra?” (38:4). ¿Debemos creer que Dios no sabía dónde estaba Job cuando Él creó el mundo? ¡Ciertamente no! En ocasiones un padre, después de haber visto que su hijo golpeó la puerta de su carro, le pregunta, “quién hizo eso”? Obviamente, el padre no hace la pregunta para obtener información, sino para que el hijo admita algo que el padre sabía desde el principio. En algunas ocasiones, Jesús usó preguntas con el mismo propósito. Cuando preguntó a los discípulos de los fariseos y a los herodianos concernientes a la imagen en una moneda particular, claramente no fue porque no lo sabía (Mateo 22:15-22). De igual manera, cuando preguntó a la multitud que le apretaba, “¿Quién es el que me ha tocado?” (Lucas 8:45), no fue porque la mujer que le había tocado estaba escondiéndose de Él (Lucas 8:47). Jesús conocía a la mujer que fue sanada al tocar el borde de Su manto, antes que la mujer confesara que le había tocado (Marcos 5:32). Por ende, Su pregunta tenía el propósito de enfatizar su gran fe y Su gran poder (Marcos 5:34). En realidad, las preguntas que Dios hace no indican que Él sea menos divino.
Pero ¿qué acerca del enunciado de Jehová a Abraham registrado en Génesis 18:21? ¿No conocía el estado de Sodoma y Gomorra antes de la visita de Sus mensajeros (Génesis 18:22; 19:1-29)? ¿Tuvo que “averiguar” si los habitantes de estas dos ciudades eran tan malvados como algunos decían? El uso bíblico de las palabras “lo sabré” (18:21) o “ya conozco” (22:12) en referencia a Dios realmente están para el beneficio del hombre. Por toda la Biblia, se atribuyen acciones humanas (tales como aprender) frecuentemente a Dios con el propósito de ayudarnos a entender mejor Su infinidad. Cuando “descendió Jehová para ver la ciudad y la torre” construida en Babel (Génesis 11:5), no fue con el propósito de obtener conocimiento. Las expresiones antropomórficas como estas no significan que Dios no sabe completamente todo. En cambio, como en el caso de Babel, se usó tal expresión para mostrar que Él estaba “observando y considerando oficialmente y judicialmente la situación en una forma directa, debido a que la situación se había tornado tan flagrante y por ende existía peligro (como en el tiempo de Noé) que la verdad de la revelación de Dios fuera completamente eliminada si esta situación continuaba” (Morris, 1976, p. 272). El Dios Todopoderoso visitó a Sodoma y a Gomorra probablemente “por el bien de la apariencia, para que el hombre pueda saber directamente que Dios realmente había visto la situación completa antes que actuara en juicio” (p. 342). Como Jamieson, Fausset y Brown señalaron en su comentario de Génesis: “Estas ciudades debían ser ejemplos de la severidad de Dios para todos los tiempos venideros, y por tanto se presenta prueba amplia que el juicio no fue precipitado ni excesivo (Ezequiel 28:23; Jeremías 18:7)” [1997].
Con el fin que seamos beneficiados, a veces las Escrituras hablan del Dios omnisciente, en lenguaje adaptado, como adquiriendo conocimiento. Igualmente Dios nos instruye a orar y hacerle “conocer” nuestras peticiones con el fin que seamos beneficiados (Filipenses 4:6), incluso cuando Él realmente conoce nuestras oraciones y necesidades antes que le pidamos (Mateo 6:8).
REFERENCIAS
Jamieson, Robert, et al. (1997), Jamieson, Fausset, Brown Bible Commentary (Electronic Database: Biblesoft).
Morris, Henry M. (1976), The Genesis Record (Grand Rapids, MI: Baker).
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