¿Quiénes Fueron Guiados a Toda la Verdad?
Justo antes que Jesús fuera traicionado y muerto en manos de gente impía, Él informó a Sus apóstoles que había muchas cosas que no tuvo la oportunidad de enseñarles. Ya que los apóstoles no podían “sobrellevar” esas enseñanzas en ese momento, Jesús les prometió que el Espíritu de verdad vendría después de Su partida. En cuanto al Espíritu, Jesús dijo: “…cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad” (Juan 16:13). Algunos han leído este versículo y han asumido que toda persona que llega a ser cristiano, y quien tiene el Espíritu Santo viviendo en él (1 Juan 3:24), será guiado a toda la verdad. Sin embargo, una mirada más cercana a esta situación demuestra que la promesa de ser guiados “a toda la verdad” fue dada a los apóstoles y no a todos los cristianos en general.
Primeramente, considere que en el contexto de Juan 16, el Señor estaba dirigiéndose solamente a los apóstoles. En Juan 16:32, Jesús les informó, diciendo, “He aquí la hora viene, y ha venido ya, en que seréis esparcidos cada uno por su lado, y me dejaréis solo”—una predicción exacta de lo que los apóstoles hicieron en Getsemaní la noche de la traición. Este versículo puede ser conectado estrechamente a Marcos 13:11, donde Jesús habló a los apóstoles, diciendo, “Pero cuando os trajeren para entregaros, no os preocupéis por lo que habéis de decir, ni lo penséis, sino lo que os fuere dado en aquella hora, eso hablad; porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo”. Aquí, Jesús detalló el proceso por el cual los apóstoles serían inspirados por la Palabra de Dios sin haber preparado un sermón o investigado acerca del tema.
En los libros del Nuevo Testamento después de los relatos del evangelio, leemos acerca de cómo llegó a ser realidad la promesa de Jesús a Sus apóstoles. Hechos 2 informa que el Espíritu Santo vino sobre los apóstoles y les dio poderes milagrosos, inspirándoles a predicar la Palabra. Hechos 2:42 explica que los convertidos permanecían en la “doctrina de los apóstoles”, lo cual sería el caso ya que esa doctrina les fue dada por el Espíritu Santo. Pablo, al escribir a los hermanos en Éfeso, describió el evangelio de Cristo, “que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu” (Efesios 3:5). Y solo unos pocos versículos antes de este enunciado, él dijo a los hermanos efesios que ellos eran “miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo” (Efesios 2:19,20). El apóstol Pedro escribió para recordar a sus lectores de “las palabras que antes han sido dichas por los santos profetas, y del mandamiento del Señor y Salvador dado por vuestros apóstoles” (2 Pedro 3:2). Al escribir a los tesalonicenses, Pablo se regocijó en que los hermanos recibieron sus palabras “no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios” (1 Tesalonicenses 2:13). Él también recordó a los cristianos en Corinto: “Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor” (1 Corintios 14:37).
Después de la ascensión de Cristo, el Espíritu Santo cayó sobre los apóstoles y trajo a sus mentes todas las cosas que Jesús había dicho (Juan 14:26), a parte de las revelaciones adicionales que implicaba la frase “toda la verdad”. Cuando los apóstoles fueron traídos delante de los gobernantes y concilios, ellos no tuvieron que premeditar sus discursos, ya que el Espíritu Santo les proveía con la sustancia de sus discursos. Los apóstoles y profetas inspirados registraron esos pensamientos inspirados en los diferentes libros de la Biblia. La revelación registrada en la Biblia fue tan completa que el apóstol Pedro escribió a sus lectores que “todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas” por Dios (2 Pedro 1:3). Judas registró que la fe (hablando del conjunto de la enseñanza) fue “una vez dada a los santos” (Judas 3). Y el apóstol Pablo escribió que si incluso un ángel del cielo predicaba otro evangelio que el que era enseñado por los apóstoles, debía ser considerado anatema (Gálatas 1:6,9).
Los apóstoles fueron guiados a toda la verdad, la cual fue registrada en la Biblia y transmitida fielmente a nosotros. La promesa de ser guiados a “toda la verdad” nunca fue proyectada para todos los cristianos, y es claro que esto no se aplica a los cristianos hoy en día. Si algún cristiano quiere enseñar la Palabra de Dios, este no debe rechazar estudiar la Palabra de Dios y simplemente asumir que el Espíritu Santo pondrá directamente la Palabra de Dios en su corazón. De hecho, a los cristianos de hoy no se les promete un conocimiento milagroso dotado por el Espíritu Santo sin estudio de su parte, sino se les manda “a estudiar” o a “ser diligentes” para conocer la Palabra de Dios (2 Timoteo 2:15) y a “ocuparse de la lectura” de la Palabra de Dios (1 Timoteo 4:13). No existe verdad relacionada a la salvación del perdido que los apóstoles no recibieran. Por tanto, nosotros podemos concluir que la promesa de Jesús de que los apóstoles serían guiados a toda la verdad fue cumplida. Nosotros además podemos concluir que a nadie que vive hoy se le ha dado esa promesa y que la Palabra de Dios ha sido entregada a los santos una vez por todas.
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