¿Qué Ley Fue Abolida?
Existe mucha confusión en el mundo religioso concerniente a la ley espiritual a la que el hombre está sujeto hoy. Algunos dicen que la ley antigua todavía rige—toda la ley. Otros dicen que la mayor parte fue abolida, pero que una parte de la ley todavía está en efecto. Muchos simplemente escogen leyes de ambos testamentos y cumplen solamente las que les parecen atractivas. Una gran parte de la confusión moderna en cuanto a la ley antigua y la nueva es el resultado de las falsas enseñanzas de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Este grupo muy evangelístico enseña que los Diez Mandamientos todavía están en vigencia en el tiempo actual. Aunque la mayoría de cristianos está de acuerdo que el Nuevo Testamento declara explícitamente o implícitamente nueve de los Diez Mandamientos (y por ende, están en vigencia hoy porque también son parte de la nueva ley), los Adventistas del Séptimo Día enseñan activamente que los Diez Mandamientos (especialmente el mandamiento de observar el día de reposo sabático—Éxodo 20:8) son parte de “la ley incambiable de Dios” (vea la Página Oficial de los Adventistas del Séptimo Día—www.adventist.org/beliefs). Ellos insisten que aunque ciertas partes del Antiguo Testamento han sido abolidas, Dios tuvo el propósito de que los Diez Mandamientos sean un pacto eterno que todos Sus hijos deban seguir.
En respuesta a tales enseñanzas, algunos cristianos (como yo) rápidamente citan pasajes de la Escritura que indican que la ley antigua fue abolida. Por ejemplo, el escritor de Hebreos claramente declaró que “si aquel primero hubiera sido sin defecto, ciertamente no se hubiera procurado lugar para el segundo” (8:7). Luego, citando al profeta Jeremías, escribió: “Porque reprendiéndolos dice: He aquí vienen días, dice el Señor, en que estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto; no como el pacto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto” (8:8-9; cf. Jeremías 31:31-34). En otra parte el apóstol Pablo declaró que Cristo anuló “el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz” (Colosenses 2:14, énfasis añadido). La antigua ley ha llegado a ser “vieja” (Hebreos 8:13; cf. 7:12; Efesios 2:14-16). Aunque todavía podemos aprender muchas lecciones y principios valiosos acerca de cómo vivir vidas piadosas por medio de la antigua ley (cf. Romanos 15:4), ya no estamos sujetos a ella.
No obstante, lo que algunos como los Adventistas del Séptimo Día enseñan es que Dios dio dos leyes en el Monte Sinaí. Ellos hacen una diferencia entre los Diez Mandamientos y las leyes ceremoniales, diciendo que los Diez Mandamientos son la Ley de Dios y que las leyes ceremoniales son la Ley de Moisés. Además, aseveran que todos los pasajes bíblicos que hacen referencia a la abolición de la ley hablan de las leyes ceremoniales y no de los Diez Mandamientos que (ellos enfatizan) se escribieron con el mismo dedo de Dios (Éxodo 31:18).
Los que separan “la Ley de Dios” y “la Ley de Moisés” (al intentar encontrar apoyo para continuar guardando algunas partes de la ley antigua) no se dan cuenta que la Biblia no hace esta distinción. Esdras leyó “el libro de la ley de Moisés”, el cual también era conocido como “el libro de la ley de Dios” (Nehemías 8:1,18). Lucas registró que después que María dio a luz a Jesús “cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, conforme a la ley de Moisés, le trajeron a Jerusalén para presentarle al Señor (como está escrito en la ley del Señor: Todo varón que abriere la matriz será llamado santo al Señor), y para ofrecer conforme a lo que se dice en la ley del Señor: Un par de tórtolas, o dos palominos” (Lucas 2:22-24, énfasis añadido). La Ley de Moisés y la Ley del Señor fueron las mismas cosas y todavía lo son. Al escribir a los hermanos en Roma, el apóstol Pablo citó parte de los Diez Mandamientos y enseñó que estos mandamientos eran parte de la ley antigua a la cual ellos habían “muerto…mediante el cuerpo de Cristo” (Romanos 7:4,7). En su segunda epístola a los corintios, Pablo escribió:
[S]iendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón…Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, la cual había de perecer, ¿cómo no será más bien con gloria el ministerio del espíritu?… Porque aun lo que fue glorioso, no es glorioso en este respecto, en comparación con la gloria más eminente. Porque si lo que perece tuvo gloria, mucho más glorioso será lo que permanece (3:3-11, énfasis añadido).
¿Qué fue “lo que perece”? La ley escrita “en tablas de piedra”. ¿Cuál fue la ley “en tablas de piedra” que se le dio a Moisés en el Monte Sinaí? Los Diez Mandamientos (Éxodo 20). En este pasaje, Pablo enseña exactamente lo opuesto que los Adventistas del Séptimo Día enseñan: los Diez Mandamientos no son un pacto eterno.
El Nuevo Testamento enseña explícitamente que la ley antigua fue abolida. Sea que se hable de los Diez Mandamientos o de las leyes ceremoniales, la Ley de Moisés o la Ley de Dios, todo esto se considera la ley antigua que ya no está en efecto. Jesucristo cumplió la ley y la clavó en la cruz para siempre (Mateo 5:17-18; Colosenses 2:13-17).
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