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¿Qué Espíritus Son de Dios (1 Juan 4-1-3)?

Los primeros tres versículos de 1 Juan 4 contienen ciertos elementos que, a primera vista, pueden ser algo confusos. Sin embargo, cuando se los considera en su propio contexto y se los compara con el resto de la epístola, su significado llega a ser más claro. Los versículos declaran:

Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo.

Como un trasfondo breve de estos versículos, se debe notar que el libro de 1 Juan lidia en una manera profunda con la apostasía gnóstica que dividió a la iglesia del Señor durante la última parte del primer siglo y hasta el segundo siglo. Una de las tendencias principales de la herejía gnóstica era la idea que, por su propia naturaleza, todas las cosas físicas eran malas. Por tanto, según los gnósticos, si Jesucristo realmente vino en la carne, entonces debió haber sido contaminado por la carne pecaminosa y mala. Por consiguiente, este grupo sugería que Jesucristo nunca vino literalmente “en la carne”, sino solamente pareció que vino en la carne.

El argumento de Juan al comienzo de 1 Juan 4 es una amonestación para que los cristianos prueben las enseñanzas y creencias de cualquiera que pretenda hablar de parte de Dios. [Juan usó la palabra “espíritu” para hacer referencia a las enseñanzas, creencias y acciones de la gente (en este caso, de los maestros falsos y verdaderos). Lenski declaró: “‘Espíritu’ es la persona como tal, con su personalidad interna y espiritual. No hay necesidad de agregar algo más al significado de esta palabra” (1966, p. 485). Luego Juan sugirió el criterio por el cual sus lectores podrían saber si el maestro estaba hablando de parte de Dios o no. Juan escribió: “Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios”. Esta frase particular ha causado mucha confusión en el mundo religioso. Al considerar la frase sola, pareciera que cualquier persona que declara que Jesucristo ha venido en la carne es “de Dios”, sin tener en cuenta cualquier otra creencia que pueda estar en conflicto con la Biblia. Al usar este versículo, se ha argumentado que Dios acepta a cualquier grupo religioso que reconozca que Jesús ha venido en la carne.

No obstante, al investigar adicionalmente se puede mostrar que esta frase no tuvo el propósito de ofrecer una aceptación general de todas las personas o grupos religiosos que simplemente declaran creer que Jesucristo ha venido en la carne. De hecho, declarar que Jesucristo ha venido en la carne es hacer nada más que lo que los demonios hicieron durante el ministerio de Cristo. En Marcos 1:21-28, el escritor del evangelio relató una historia en la que Jesús expulsó a un espíritu inmundo de un hombre que vivía en Capernaum. Al encontrarse con Jesús, el espíritu inmundo exclamó, “¡Ah! ¿qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Sé quién eres, el Santo de Dios” (1:24). Obviamente, el espíritu inmundo reconoció que Jesús había venido en la carne; pero pocos (si es que alguien lo haría) argumentarían que la confesión verbal del espíritu inmundo clasifica a este demonio como alguien que agrada a Dios. Por ende, es claro que el enunciado de Juan no significa que Dios acepte a todas las personas que simplemente digan que Jesús vino en la carne.

¿Qué significa el enunciado de Juan en cuanto a confesar a Cristo? Cuando se considera otros pasajes en 1 Juan, se puede notar que se enumera varios criterios para el que sigue fiel a Dios. James Burton Coffman presentó una lista de al menos siete cosas que Juan usó en su epístola para indicar si una persona era fiel y aceptable ante Dios (1979, p. 415). Entre otras cosas, Juan escribió que una persona debe: (1) confesar sus pecados (1:8-10); (2) guardar los mandamientos (2:3-4; 5:2); (3) practicar la justicia (2:29); (4) amar a los demás (3:10); (3) proveer la satisfacción de las necesidades espirituales de otros (4:17); y (6) creer y confesar que Jesucristo ha venido en la carne (4:1-3). Como Coffman señaló de este criterio,

[r]ealmente no existen pruebas separadas, sino un conjunto, siendo en un sentido cada una de las escrituras anteriores un comentario mutuo… [L]a unidad de las pruebas se ve en el hecho que “guardar los mandamientos”, “amar a los demás”, “hacer lo justo”, “poseer el Espíritu Santo”, etc., aportan a una sola cosa y equivalen a la misma cosa” (1979, pp. 415-416).

Por tanto, es evidente que el enunciado de Juan en cuanto a la confesión de Cristo no tuvo el propósito de ser una prueba única de autenticidad, sino un enunciado breve que implicaba todas las otras condiciones necesarias que se encuentran en todo el libro. Charles Ryrie escribió en cuanto a 1 Juan 4:2: “Por este versículo no debemos suponer que esta fue la única prueba de ortodoxia; sino que era una prueba principal, y que era la más necesaria para los errores del tiempo de Juan” (1971, p. 1022). R.C.H. Lenski igualmente declaró: “Sería un error serio pensar que Juan habla de confesar solamente el único factor o doctrina de la encarnación…” (1966, p. 488). Por ende, la aceptación mental y el reconocimiento verbal del hecho que Jesucristo vino en la carne nunca pondrán a una persona en una relación correcta con Dios sin las acciones adecuadas y obediencia a los mandamientos de Dios.

Adicionalmente, es importante hacer algunos comentarios en cuanto a la referencia de Juan del “espíritu del anticristo”. Muchas personas y grupos han intentado identificar al anticristo. Simplemente introduzca la palabra “anticristo” en el Internet, y se le inundará con personajes sugeridos como el Emperador Romano Nerón, Adolfo Hitler, Saddam Hussein y el papa—que son pocos de los candidatos que se presentan. En la mayoría de casos, se supone que “el anticristo” está conectado con el fin del mundo, el número 666 y otras varias “señales del fin”. Sin embargo, Juan es el único escritor bíblico que usa la palabra “anticristo(s)”. Él la usa cinco veces en los siguientes versículos: 1 Juan 2:18,22; 4:3; 2 Juan 7. En estas cinco referencias breves, Juan clarificó varias cosas en cuanto al anticristo. Escribió en 1 Juan 2:18,22: “Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo… ¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo”.

Primero, notemos que Juan específicamente mencionó que muchos anticristos ya habían venido al mundo. Si sus lectores estuvieron buscando un personaje único y solitario como el anticristo, entonces Juan les desengañó al mencionar que muchos anticristos habían venido. Cualquier intento de identificar al anticristo como un personaje único político o religioso no tiene en cuenta el enunciado que Juan hizo que muchos anticristos ya habían venido al mundo. Sin duda, Juan estuvo haciendo referencia específicamente a los que tenían creencias gnósticas.

Segundo, Juan informó ambiguamente a sus lectores que durante el mismo periodo de tiempo de ellos (i.e., el primer siglo), estos anticristos ya habían venido al mundo. Los esfuerzos por conectar al anticristo con predicciones futuras del fin no toman en cuenta el hecho que Juan específicamente declaró que muchos anticristos ya habían venido al mundo al tiempo de su escrito.

Si según Juan, hubo muchos anticristos en el primer siglo, ¿cuál fue la definición de Juan de un “anticristo”? Él definió “anticristo” como cualquier persona (o grupo) que niega al Padre y al Hijo. En 1 Juan 4:3, explicó que “todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo”. Cuando se analiza el texto críticamente, se puede ver que cualquier persona o grupo que no reconoce que Jesucristo, el Hijo de Dios, ha venido en la carne, es una persona o grupo que ha sido apoderado del espíritu del anticristo. Aunque parezca duro, los grupos como los musulmanes, hindúes, budistas e incluso los judíos ortodoxos caerían bajo la condenación de Juan por negar al Hijo y al Padre.

Como Juan amonestó a sus lectores casi dos mil años atrás, debemos hacerlo hoy: “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo” (1 Juan 4:1).

 

REFERENCIAS

Coffman, Burton (1979), Comentario sobre Santiago, 1&2 Pedro, 1,2&3 Juan y Judas [Commentary on James, 1&2 Peter, 1,2&3 John, and Jude] (Abilene, TX: ACU Press).

Lenski, R.C.H. (1966), La Interpretación de las Epístolas de San Pedro, San Juan y San Judas [The Interpretation of the Epistles of St. Peter, St. John, and St. Jude] (Minneapolis, MN: Augsburg).

Ryrie, Charles C. (1971), Comentario Bíblico Wycliffe [Wycliffe Bible Commentary] (Chicago, IL: Moody Press).


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