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¿Puede un Cristiano ser Todavía un Evolucionista?

Si creeríamos todo lo que la comunidad científica ha ofrecido concerniente a los orígenes del hombre, averiguaríamos que pocas (si es que existe alguna) teorías incluyen actos de un Creador sobrenatural. En efecto, los científicos son rápidos en señalar que el Universo tomó billones de años para formarse, y por ende sería absurdo creer que fue creado solo en seis días. Por ejemplo, considere lo que Thomas Hayden escribió cuando listó otra “cosa segura” en la vida—a parte de los impuestos y la muerte. Su esfuerzo por apoyar a la teoría errónea de la evolución fue el tema de portada de la edición de julio 29 del 2002 de la revista U.S. News & World Report. Al explicar “cómo funciona la evolución, y por qué importa más que nunca”, Hayden declaró, “Este es un fenómeno diario, un hecho fundamental de la biología que es tan real como el hambre y tan inevitable como la muerte” (2002, 133[4]:43).

Tristemente, tales ejemplos de impresionismos y propagandismos en los medios de comunicación ocurren muy a menudo. Y millones de personas los aceptan como la “palabra final” sobre el tema—sin ningún conocimiento real de lo que la evidencia sí revela. Incluso en la iglesia, los cristianos a veces se encuentran favoreciendo a la ciencia en vez de la Biblia. Algunos, aparentemente, han olvidado la verdad sobre el tema, la cual puede ser resumida con las primeras diez palabras que aparecen en la Biblia: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Génesis 1:1, énfasis añadido). Si esto no es verdadero, entonces toda palabra siguiente caerá también bajo sospecha.

A causa de la idea predominante de un Cosmos antiguo, mucha gente ha tratado de encontrar maneras de calzar la evolución y su tiempo de billones-de-años en el relato bíblico de la creación. Esencialmente, ellos todavía adoptan una creencia en Dios y la Biblia, pero también se comprometen en un pacto de lealtad con la ciencia y la teoría de la evolución. Ellos “no solamente quieren tener su torta, ellos también quieren decorarla a su gusto”. Pero ¿pueden ambas, la Biblia y la teoría evolutiva, ser verdaderas? Las personas que se aferran a la Biblia y a la evolución son comúnmente llamadas “evolucionistas teístas”. “Teístas” viene de la palabra griega theos, que significa Dios. Por ende, los evolucionistas teístas creen que Dios existe, pero también sostienen que la teoría de la evolución es verdadera. Ellos racionalizan sus creencias al declarar que “sí, Dios creó los cielos y la Tierra”, pero luego usó (o permitió) que los procesos evolutivos produzcan el Universo que vemos hoy.

Por tanto, los “creyentes en la Biblia” se encuentran en la posición inevitable de tener que comprometer los capítulos introductorios de la Biblia. Si consideramos a Génesis 1-11 solamente como un “cuento bonito”, despreciaremos toda la Biblia ya que la redención (tema introducido en Génesis 3) es un tema principal enseñado a través de la Palabra de Dios. La relación del hombre con Dios comenzó en el momento principal de la semana de la Creación en el Huerto del Edén, y se degeneró desde ese momento. Los cristianos necesitan estar completamente conscientes que la evolución teísta enseña que el hombre comenzó desde lo más bajo y se encaminó hasta la cima (a través de la historia de la ameba antigua hasta el hombre). Por consiguiente, uno de estos puntos de vista debe ser correcto: el hombre comenzó en la cima y cayó, como la Biblia indica, o comenzó de la parte más baja y emergió hasta la cima, como la evolución indica. ¡Ambos puntos de vista no pueden ser correctos! Los profetas declararon hace mucho tiempo la caída de la humanidad y la necesidad resultante de un Salvador. La Escritura indica que esta fue la razón de la muerte de Cristo—traer al hombre de vuelta a una relación de pacto con Dios. Si el hombre realmente no cayó como es descrito en el relato de Génesis, entonces ¿por qué Jesucristo, el Hijo de Dios, vino a este planeta y sufrió una muerte cruel en la cruz? Adicionalmente, considere lo siguiente:

Ciertamente la evolución no tendrá que invertirse y reconocer que alcanzó su cenit con el nacimiento del niño Cristo hace mucho, mucho tiempo. Ciertamente este sistema colosal no tendrá que reconocer que es menos capaz en el presente de producir algo mayor a Jesús que lo que produjo dos mil años atrás. Si la evolución no es capaz, en el presente, de producir algo mayor a Jesús, entonces parece que el sistema ha cesado de ser evolución y ha llegado a ser “desvolución”, a lo menos en un sentido (Taylor, 1974, comillas añadidas).

Hoy en día, esta teoría parece ser algo más como “diablolución” que “desvolución”.

Si quitamos una parte de la Escritura, también tendremos que usar nuestras tijeras para cortar toda referencia a la Creación, comenzando con los evangelios—Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Jesús mismo hizo referencia a la Creación cuando declaró en Mateo 19:4 (cf. Marcos 10:6): “¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo…?”. Estas palabras indican que Adán y Eva habían estado en la Tierra “desde el principio de la Creación” (Marcos 10:6). Desde luego, nosotros también deberíamos quitar el libro de Juan de la Biblia, ya que los primeros versículos del capítulo uno examinan el comienzo de la Creación. Otras escrituras tales como Hechos 4:24, 17:25, Romanos 1:20, Colosenses 1:16, 1 Timoteo 2:13, Hebreos 1:2, 1 Pedro 4:19 y Apocalipsis 4:11 también serían cuestionadas si el relato de la Creación fuera solamente un “cuento bonito”, aunque no históricamente exacto. De hecho, los únicos libros que no hacen referencia a los primeros once capítulos de Génesis en alguna forma son Filemón y 2 y 3 de Juan.

Alguien puede decir, “Adán fue solo una criatura mitológica. Nosotros sabemos hoy que el hombre se originó de una criatura como el hombre de Neandertal”. No obstante, si esto es cierto, ¿por qué el apóstol Pablo escribió estas palabras: “Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados” (1 Corintios 15:22), y luego en referencia a Cristo escribió, “Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante” (1 Corintios 15:45)? Si Adán y Eva son simplemente mitológicos, ¿significa eso que el “postrer Adán”, Jesucristo, es también mitológico?

Adicionalmente, si no aceptamos que Dios creó los cielos y la Tierra en seis días literales, haremos de Jesucristo—nuestro Salvador—un mentiroso. Jesús mismo declaró: “Pero al principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios” (Marcos 10:6). Según los evolucionistas, el hombre (en una forma u otra) no entró a la escena sino hasta alrededor de 3-4 millones de años atrás. No se necesita ser un científico espacial para averiguar que si la Tierra tuviera supuestamente 4.6 billones de años de edad, entonces los últimos 3-4 millones no estarían en “el principio”. En cambio, estarían “al final”. ¡La verdad es que la creencia en la evolución teísta convierte a Jesús en un mentiroso! Solo existe una elección: Jesucristo mintió y los evolucionistas están en lo correcto, o podemos creer que las palabras que Jesucristo pronunció son verdaderas, y por tanto la evolución está 100% equivocada.

REFERENCIAS

Taylor, Robert (1974), “More Problems for Theistic Evolution,” Gospel Advocate, 116[1]:2,6-7, January 3.


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