¿Por qué Dios Quiso Matar a Moisés?
Moisés tenía ochenta años. Él justo había presenciado con asombro la visión de la zarza que ardía y no se consumía, y había recibido instrucciones del Ángel del Señor para presentarse delante del Faraón de Egipto y mandarle en el nombre del Gran Yo Soy que liberara a los hebreos de la esclavitud. Después de algo de indecisión y reconsideración, Moisés aceptó la misión y comenzó a hacer preparativos inmediatamente. Su suegro le dio permiso de regresar a Egipto con su familia. Luego él hizo las maletas con su esposa y sus dos hijos y se dirigió hacia el sur. Parece que no estaban muy lejos cuando el Señor salió al encuentro de Moisés y quiso matarlo (Éxodo 4:24). En respuesta a este cambio repentino, la esposa de Moisés, Séfora, circuncidó a su hijo y echó el prepucio a sus pies, diciendo, “tú me eres un esposo de sangre” (4:25). Después de esto, el Señor “le dejó…ir” (4:26).
Esta historia es particularmente difícil de entender a causa de su brevedad y la redacción inusual del versículo 24: “Jehová le salió al encuentro, y quiso matarlo”. Así que el fraseo del versículo provoca imágenes oscuras de Dios escabulléndose alrededor del campamento esperando emboscar a Moisés. El hecho que Dios matará a alguien no es raro en otros contextos. Los impíos murieron en el Gran Diluvio debido a sus acciones violentas y malas (Génesis 6:1-7). El Señor mató a los dos hijos de Judá, Er y Onán, a causa de su rebelión obvia (Génesis 38:7,10). En los últimos años de la vida de Moisés, Dios legislaba la pena de muerte para aquellos que eran culpables de desobedecer ciertas leyes (Levítico 20). En estos casos, y muchos más, Dios “mató” a una persona o a personas, pero indirectamente. El texto en Éxodo 4 no revela cómo Dios salió al encuentro de Moisés—sea por medio de un ángel (como la Septuaginta sugiere cuando anota “el Ángel del Señor” en el versículo 24) o por medio de alguna enfermedad. Cualquiera que haya sido el medio, nosotros podemos estar seguros que Moisés fue afligido debido a que era culpable de algún pecado, ya que la desobediencia es el único acto que Dios castiga con la muerte.
No se declara explícitamente el pecado de Moisés, pero los eventos circundantes proveen pistas importantes de la naturaleza de la transgresión de Moisés. Dios había instruido a su mensajero que advirtiera a Faraón a dejar libre a Israel, o que se arriesgara a perder su hijo primogénito (Éxodo 4:21-23). Dios había moldeado especialmente a Moisés por ochenta años para esta misión, y ahora había llegado la hora de la acción. Moisés debía guiar a su pueblo fuera de Egipto y ser un ejemplo para la casa de Faraón, para la nación de Egipto y para todas las naciones que oirían de estos sucesos (Éxodo 18:10,11; Josué 2:10,11). Por consiguiente, la vida personal de Moisés tenía que estar en orden antes que él pudiera dirigir la vida espiritual del pueblo hebreo. Parece que Moisés había descuidado administrar el rito sagrado de la circuncisión, el acto que simbolizaba el pacto del Todopoderoso con Su pueblo elegido. Tal vez esto fue el resultado de la presión de su tribu madianita adoptiva. Probablemente su esposa Séfora le persuadió para no circuncidar a su hijo, ya que ella aparentemente consideró a la práctica repugnante (4:25). Esto explicaría su reacción violenta; ella sintió que había salvado a su esposo de la muerte al derramar la sangre de su hijo. Cualquiera que fuera la causa, el pecado obvio de Moisés le hacía incapaz de servir como líder espiritual, y la situación debía ser rectificada antes que él llevara a cabo su misión efectivamente. En efecto, tan pronto como Séfora realizó el acto, el Señor “le dejó…ir”.
Aunque no se conocen los detalles de esta historia misteriosa, el mensaje fundamental es simple. La desobediencia, sea por actos de omisión o comisión, da como resultado solamente castigo y finalmente la muerte.
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