¿No Usar Oro o Hacerse Peinados?
La mayoría de personas que ha leído la Biblia ha quedado un poco confusa después de leer 1 Timoteo 2:9-10 y 1 Pedro 3:3-4. Estos dos pasajes dicen lo siguiente:
Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad (1 Timoteo 2:9-10).
Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios (1 Pedro 3:3-4).
A primera vista, estos dos pasajes parecen establecer mandamientos estrictos que indican que las mujeres no pueden usar joyas de oro, y nunca deberían hacerse peinados. Sin embargo, cuando se considera a estos versículos en su contexto adecuado y se los compara con otros versículos en la Biblia, sus prohibiciones aparentemente estrictas en cuanto al oro y los peinados llegan a ser poco severas en un sentido, e irónicamente, más estrictas en otro sentido.
Cuando el apóstol Pablo escribió al joven predicador Timoteo, le dio varias instrucciones en cuanto a la manera en que ciertos grupos de personas deberían conducirse en las asambleas públicas de adoración. En 1 Timoteo 2:9, Pablo presentó algunas directrices en cuanto a la manera en que las mujeres debían vestir. Pablo dijo que las mujeres debían vestir con “modestia”. La palabra griega para “modestia” es kosmioi, que significa “respetable, honorable o modesto” (Arndt, 1958, p. 445). Esta palabra básicamente involucra todo vestuario que no llama atención indebida al mostrar partes del cuerpo o demostrar vulgaridad. Luego Pablo describió lo contrario de “modestia” al mencionar tres cosas que muchas de las mujeres del primer siglo estaban usando y haciendo para atraer atención indebida: peinados ostentosos, oro y vestidos lujosos.
En el primer siglo, muchas mujeres elaboraban peinados complicados que tomaban horas realizar y trenzar. Al describir los diseños de los peinados de tales mujeres del primer siglo, un escritor comentó:
¡Hablando de mantenimiento pesado! Durante finales del primer siglo, el estilo flaviano de Julia, hija de Tito, modelaba la corte con rizos arreglados en monturas de alambre en forma de medialuna. El cabello trasero estaba dividido en secciones, trenzado y luego rizado. Algunas veces el cabello era enroscado sin ser trenzado (vea “Peinados…”, 2002).
Aparentemente, algunas mujeres estaban transformando las reuniones de adoración en espectáculos de modelaje para aventajar a sus contemporáneos con ropas llamativas caras y joyas costosas de oro. En vez de esta vulgaridad, Pablo instruyó a las mujeres a adornarse “con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad”.
En este pasaje vemos una construcción literaria que es común en la Biblia—la comparación y sustitución de algo menos deseable por algo más provechoso. En este caso particular, se debe rechazar la ropa llamativa a favor de las buenas obras y las ropas modestas. Jesús usó una construcción similar en Juan 6:27, cuando declaró: “Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará”. A primera vista, este enunciado de Jesús parece indicar que una persona no debería trabajar por la comida física. No obstante, sabemos que este no es el significa proyectado, ya que 2 Tesalonicenses 3:10 dice claramente: “Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma”. Entonces, ¿cuál fue el punto de Jesús? Él simplemente estaba diciendo que la comida espiritual es más importante que la comida física, y como tal, se le debía dar prioridad.
Otro caso de una situación similar se encuentra en 1 Corintios 11:34. En este capítulo, el apóstol Pablo había estado reprendiendo a los cristianos en Corinto por abusar de la Cena del Señor. Los hermanos ricos estaban trayendo mucha comida y bebiendo, y estaban comiendo hasta que se llenaran, mientras que los hermanos pobres no tenían lo suficiente que comer. Pablo explicó a los cristianos que la Cena del Señor no se había diseñado para ser una comilona que llenara el vientre, sino una conmemoración de la muerte del Señor. En el versículo 34, escribió: “Si alguno tuviere hambre, coma en su casa, para que no os reunáis para juicio”. Otra vez, en su sentido más literal, este versículo demandaría que cada persona que está hambrienta comiera en su casa—no en un restaurante, en la casa de un amigo o afuera. Desde luego, esta no fue la idea de Pablo. Él simplemente quería que los cristianos comieran para llenar sus estómagos en otro tiempo diferente al momento de la fiesta memorial de la Cena del Señor.
Después de ver estos ejemplos, consideremos otra vez la instrucción de Pablo a Timoteo en cuanto al vestuario de las mujeres. Si tomáramos el pasaje en su sentido más literal, entonces las mujeres no pudieran hacerse peinados, usar oro o vestidos costosos. Pero, ¿cuánto debería costar un vestido para ser considerado “costoso”? Muchas de las ropas que usamos en los Estados Unidos costarían a una persona en un país del tercer mundo el salario de todo un año (Jackson, 2000). ¿Deberían nuestras mujeres venir a la adoración en ropas hechas de sacos y sandalias hechas de cartón? De hecho, en 1 Pedro 3:3-4, el pasaje paralelo a 1 Timoteo 2:9-10, el texto griego omite la palabra “lujosos” después de “vestidos”, así que realmente dice que la belleza de la mujer no debe consistir en “ponerse un vestido”. Pero, si se toma esto en su sentido más literal, este pasaje deleitaría a aquellos que practican el nudismo y confundiría a los cristianos.
Resumiendo el significado de estos dos pasajes, vemos que Pablo y Pedro no estaban prohibiendo que una mujer usara un anillo de matrimonio o que se hiciera un peinado decente. Sin embargo, estaban instruyendo a las mujeres a concentrarse en las buenas obras y en las actitudes correctas en vez de tratar de impresionar a otros con ropas inmodestas que eran inapropiadas o excesivamente llamativas.
Por tanto, estos versículos son menos severos en un sentido estrictamente literal, es decir, no prohíben toda utilización de oro, ropa o confección de peinados. No obstante, son más estrictos en el hecho que algunas cosas que los escritores no mencionan serían prohibidas específicamente. Por ejemplo, una mujer no pudiera llevar joyas de platino de un valor de miles de dólares y luego argumentar que los versículos no mencionan platino. Ni tampoco una cristiana pudiera ostentar en la reunión, llevando quilates de diamantes que valen decenas de miles de dólares, y argumentar que no se menciona los diamantes en el texto. Estos versículos son paralelos a los sentimientos de Cristo cuando regañó a los fariseos, diciendo: “[L]impiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia” (Mateo 23:25).
[Como una nota final, el criterio de un vestuario modesto no se dirigió específicamente a los hombres del primer siglo, ya que ellos aparentemente no tuvieron problemas con este asunto. No obstante, las mismas reglas ciertamente se aplicarían también a ellos si tuvieran un problema con este asunto].
REFERENCIAS
Arndt, William, F.W. Gingrich y Frederick W. Danker (1979), Un Léxico Griego-Inglés del Nuevo Testamento y Otras Literaturas Cristianas Antiguas [A Greek-English Lexicon of the New Testament and Other Early Christian Literature] (Chicago, IL: University of Chicago Press), segunda edición revisada.
Jackson, Wayne (2000), “¿Qué acerca del Peinado Ostentoso?” [“What About Braided Hair?”], [En-línea], URL: http//www.christiancourier.com/questions/braidedHairQuestion.htm.
“Peinados Romanos” [“Roman Hairstyles”](2002), [En-línea], URL: http://oldworld.sjsu.edu/ancientrome/living/fashion/hair02.htm.
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