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“Nadie Subió al Cielo”

Cuando Jesús habló a Nicodemo sobre la necesidad de “nacer de nuevo” (Juan 3:1-8), también recalcó a este principal de los judíos que Sus palabras venían de lo alto. Jesús habló de cosas espirituales que ningún hombre conocía (Mateo 13:35; cf. Mateo 7:28-29; Lucas 2:47). Una de las razones que Jesús dio para poder explicar esas verdades espirituales se encuentra en Juan 3:13. Aquí, el apóstol Juan registró las palabras de Jesús a Nicodemo: “Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre”. Según el escéptico, este enunciado que Jesús hizo es completamente erróneo. Ya que el Antiguo Testamento revela que Elías escapó a la muerte física y “subió al cielo en un torbellino” (2 Reyes 2:11, énfasis añadido; cf. Génesis 5:24; Hebreos 11:5), supuestamente Jesús no pudo haber dicho verazmente a Nicodemo, “Nadie subió al cielo”. ¿Está el escéptico en lo correcto?

Para que el enunciado de Jesús contradiga lo que la Biblia dice acerca de Elías, primero se debe suponer que Jesús estaba haciendo referencia al mismo lugar al que Elías ascendió. Para que exista una contradicción entre dos pasajes bíblicos, se debe probar que el que habla (o escribe) está haciendo referencia a la misma persona, lugar o cosa (vea Jevons, 1928, p. 118). ¿Puede el escéptico estar seguro que el “cielo” al cual Jesús hizo referencia, es el mismo al que el cuerpo de Elías ascendió? Las palabras “cielo” o “cielos” aparecen en nuestras Biblias cientos de veces. Pero, en muchos de los pasajes donde se encuentra la palabra “cielo(s)”, los escritores inspirados no estaban hablando del cielo espiritual con el cual mayormente asociamos a esta palabra. Por ejemplo, en Génesis 1 y 2, la palabra hebrea para cielo aparece 15 veces en 14 versículos. Pero en cada caso, la palabra hace referencia a algo aparte del cielo espiritual donde Dios mora. Los escritores de la Biblia usan la palabra “cielo(s)” (hebreo shamayim, griego ouranos) básicamente en tres maneras diferentes. Se usa para hacer referencia a los cielos atmosféricos en que los aviones y las aves vuelan y las nubes se reúnen (Génesis 1:20; Jeremías 4:25; Mateo 6:26). También se usa “cielo(s)” en la Biblia cuando se hace referencia al firmamento donde se encuentra el Sol, la Luna y las estrellas—los cielos siderales o el espacio exterior (Génesis 1:14-15; Salmos 19:4,6; Isaías 13:10). El tercer “cielo” que se menciona frecuentemente en la Escritura es el cielo espiritual donde Dios mora (Salmos 2:4; Hebreos 9:24), y donde, un día, los fieles vivirán para siempre (Apocalipsis 21:18-23; Juan 14:1-3; cf. 2 Corinitos 12:2-3). [NOTA: La palabra “firmamento” (que significa extensión) se usa en las mismas maneras que se usa “cielo”. Por ende, lo que se dice acerca del cielo también se puede decir del firmamento (cf. Génesis 1:17,20; Salmos 150:1)]. El contexto de Juan 3 claramente indica que Jesús estaba haciendo referencia a los cielos espirituales donde Dios mora (cf. Juan 3:27). No obstante, 2 Reyes 2:11 no es muy claro. El escritor de 2 Reyes pudo haber querido decir que el cuerpo de Elías milagrosamente ascendió muy alto en el aire no pudiendo ser visto por nadie en la Tierra. En ningún lugar el texto indica que él dejó la Tierra en ese momento para morar en la presencia de Dios. Definitivamente fue a algún lugar, pero no tenemos evidencia que fuera transferido al mismo trono del Dios Todopoderoso.

La Biblia indica que cuando los siervos fieles de Dios dejan esta Tierra, sus espíritus son llevados a un lugar referido como el paraíso (o “el seno de Abraham”—Lucas 16:19-31). Recuerde cuando Jesús estuvo colgado en la cruz y dijo al ladrón penitente, “Hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43). La palabra “paraíso” se deriva del idioma persa, y significa “jardín” o “parque”. ¿Dónde fueron Jesús y el ladrón? Ninguno de ellos fue al cielo para estar con el Padre ese mismo día, ya que en Juan 20:17 después de Su resurrección, Jesús aseguró a María que él todavía no había subido al Padre. Así que ¿dónde fueron Jesús y el ladrón después de morir en la cruz? Pedro respondió a esa pregunta en su sermón en Hechos 2 cuando citó el Salmo 16. Hechos 2:27 declara que Dios no abandonaría el alma de Cristo en el hades, ni permitiría que se descompusiera. Así que mientras el cuerpo de Cristo fue colocado en un tumba por tres días, el espíritu de Cristo fue al hades. [NOTA: Se encuentra la palabra “hades” diez veces en el Nuevo Testamento, y siempre hace referencia al mundo invisible de los muertos—el receptáculo de los espíritus incorpóreos donde toda la gente que muere espera el regreso del Señor y el juicio. Una parte del hades, donde Jesús y el ladrón fueron, se conoce como el paraíso]. Pedro argumentó que David, quien escribió el Salmo 16, no se estaba refiriendo a sí mismo, ya que el cuerpo de David todavía estaba en la tumba (Hechos 2:29), y su espíritu todavía estaba en el reino del hades (Hechos 2:34). Hechos 2 indica que el siervo fiel de Dios no va directamente a estar con Dios cuando muere; en cambio, va a un lugar de espera en el hades conocido como el paraíso—el mismo lugar donde Abraham fue después que murió (Lucas 16), y el mismo lugar donde el espíritu de Elías fue después de ser llevado de la Tierra. En resumen, la Biblia no enseña que Elías dejó la Tierra para comenzar a morar inmediatamente en la presencia del Padre (donde Jesús estaba antes de Su encarnación—Juan 1:1). Por ende, técnicamente él no ascendió al lugar de donde Jesús vino.

Adicionalmente, supongamos por un momento que el escéptico esté en lo correcto, y que el espíritu de Elías no fue al paraíso, sino fue llevado a la misma presencia de Dios. ¿Pudiera Jesús haber hecho el enunciado que hizo, sin estar equivocado? Desde luego. Note otra vez la respuesta de Nicodemo, “¿Cómo puede hacerse esto? Respondió Jesús y le dijo:…Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales? Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre” (Juan 3:9-13, énfasis añadido). Puede ser que Jesús quiso decir nada más que nadie subió al cielo “por acto propio” o “en sus propios términos” (vea Bullinger, 1888, pp. 281-282). Dios había llevado a Elías y Enoc, lo cual es diferente a ascender al cielo por acto propio. Además, las palabras de Jesús, “Nadie subió al cielo”, también pueden significar que nadie subió al cielo y regresó y habló de primera mano acerca de lo que vio, y esparció el mismo mensaje de salvación que Jesús predicó. Jesús estaba enfatizando a Nicodemo que nadie en la Tierra en ese tiempo estaba revelando las verdades espirituales que Jesús estaba revelando, ya que nadie habían ascendido al cielo y luego regresado a hablar acerca de lo que había visto o aprendido. Este parece haber sido el punto principal que Jesús hizo en Juan 3:13. Nadie había visto lo que Jesús había visto, y por ende no podía enseñar lo que Él enseñaba.

Realmente, la acusación del escéptico que Jesús mintió o se equivocó cuando comentó a Nicodemo que nadie ascendió al cielo, no tiene fundamento. Tal vez la palabra “cielo” que se usa en 2 Reyes 2:11 no tenía la intención de expresar la idea de los cielos espirituales donde Dios mora. O, considerando la enseñanza bíblica sobre la morada de los espíritus incorpóreos de los justos en un lugar de espera conocido como el paraíso, y no en la misma presencia del Dios Todopoderoso, Jesús pudo haber querido decir que ninguna persona ha ascendido al trono de Dios de donde Él vino. Adicionalmente, es también interesante notar que Nicodemo, “un hombre de los fariseos” (Juan 3:1), y por ende alguien que hubiera estado muy informado de los detalles del Antiguo Testamento, no respondió a Jesús, diciendo, “Espere un momento, Rabí. ¿Qué acerca de Elías y Enoc? ¿No está escrito en la ley y los profetas que ascendieron al cielo?”. Ciertamente, si Jesús hubiera contradicho algo de la ley y los profetas, Nicodemo le hubiera señalado tal equivocación, especialmente considerando que era un fariseo. Pero el apóstol Juan no registra tal situación.

Es verdad que, a primera vista, puede parecer que los enunciados, “Elías subió al cielo en un torbellino” (2 Reyes 2:11) y, “Nadie subió al cielo” (Juan 3:13), son contradictorios. No obstante, cuando se considera todas las soluciones posibles para el supuesto problema, se debe admitir que esta interpretación es injustificada.

REFERENCIAS

Bullinger, E.W. (1898), Figures of Speech Used in the Bible (Grand Rapids, MI: Baker, reimpresión de 1968).

Jevons, W. Stanley (1928), Elementary Lessons in Logic (London: Macmillan).


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