Mucho Respeto Para el Corán—No Mucho Para la Biblia
Usted tal vez recuerde el escándalo en cuanto al maltrato de los prisioneros enemigos en la prisión de Abu Ghraib en Irak. Ha surgido otro escándalo sobre el trato de los presos—esta vez en el centro de detención de la Bahía de Guantánamo, Cuba. La revista Newsweek reportó que los interrogadores arrojaron una copia del Corán en un inodoro y luego tiraron de la cadena (Barry y Isikoff, 2005). En una semana, los periódicos en Afganistán y Pakistán recogieron la historia. Indignados por el trato irrespetuoso al Corán, los musulmanes comenzaron ha exhibir demostraciones anti-norteamericanas que ocasionaron varias muertes (Kurtz, 2005). Desde ese momento Newsweek se ha retractado de la historia (Whitaker, 2005). Un portavoz de la Casa Blanca insistió que el ejército de los Estados Unidos hace muchas cosas para tratar al Corán con gran atención y respeto (Holland y Dunham, 2005).
El norteamericano promedio puede sorprenderse al descubrir que los musulmanes consideran al Corán con un sumo respeto que lo comparan—no con la Biblia—sino con Jesucristo (Nasr, 2002, p. 23). De hecho, insultar al Corán (o a Mahoma) se considera una blasfemia y es penado con la muerte en Pakistán y Afganistán (“White House…”, 2005). Aunque los norteamericanos, y otras naciones occidentales que han abrazado históricamente la religión cristiana, no han considerado normalmente a una Biblia física con tal respeto supersticioso, el respeto por la Biblia como la Palabra de Dios una vez fue la norma. El asalto pluralista de las fuerzas de la corrección política en contra de la herencia cristiana de los Estados Unidos ha oscurecido este hecho.
Los Fundadores consideraron que la existencia inicial y la supervivencia futura de los Estados Unidos dependían profundamente, si no exclusivamente, en la difusión exitosa de la Biblia en la sociedad completa. Existe mucha evidencia de esta declaración. Por ejemplo, un año después que se declaró la independencia de Inglaterra, las Colonias comenzaron a sentir los efectos del embargo británico. Por consiguiente, el Congreso Continental dirigió un comité para investigar maneras en que se pudiera proteger a las Biblias. El comité dio un reporte el 11 de septiembre de 1777, declarando “que el uso de la Biblia es tan universal, y que su importancia es tan grande que…su comité recomienda que el Congreso ordene al Comité de Comercio que importe 20,000 Biblias de Holanda, Escocia o de algún otro lugar, a los diferentes puertos de los Estados de la Unión”. El Congreso rápidamente ordenó la importación (Journals of…, 1907, 8:734-745). Cuatro años después, mientras la escasez continuaba, la importación llegó a ser imposible que se le pidió al Congreso otra vez aprobación, en este caso para imprimir Biblias en los Estados Unidos en vez de adquirirlas en el extranjero. Se aprobó la petición y al completar la impresión, el 12 de septiembre de 1782, todo el Congreso no solamente aprobó la edición, sino la respaldó en el frente de la Biblia: “Por lo cual se resuelve que los Estados Unidos reunidos en Congreso…recomiendan esta edición de la Biblia a los habitantes de los Estados Unidos” (Journals of…, 1914, 23:574).
Se requirió que se lea la Biblia en las escuelas públicas de Norteamérica antes del comienzo de la nación—y durante los dos siglos siguientes hasta la década de 1940 y 1950. De hecho, el primer libro del salón de clase era la Biblia. Esta era parte central de la educación del niño. “Los estudiantes aprendían a leer usando la Biblia. Una gran parte de la educación escolar estaba dedicada a la memorización y recitación de pasajes bíblicos, y se copiaban pasajes para aprender caligrafía” (“Evolving Classroom”, 2001).
Por ejemplo, las reglas de 1636 de Harvard incluían la siguiente directiva para los estudiantes: “Cada estudiante debe ejercitarse al leer las Escrituras dos veces al día para que esté listo a dar cuenta de su competencia” (Pierce, 1833, p. 5). Habiéndose fundado por líderes religiosos en 1699, Yale tenía el mismo requisito: “Los estudiantes deben leer las Escrituras…día y noche en los momentos de oración en la escuela” (Dexter, 1916, p. 32). Los libros de texto de la educación pública norteamericana estaban literalmente llenos de alusiones bíblicas. Un ejemplo se ve en el Cuarto Lector Ecléctico (Fourth Eclectic Reader) de la serie de lectura de McGuffey, que contenía una sección titulada “El Regalo de una Madre”. ¿Cuál era ese regalo? “La Biblia” (1837, p. 255).
Las cortes de Norteamérica una vez enfatizaron y reafirmaron la devoción nacional a la Biblia como la fundación principal de la sociedad. En los Testamentarios de Vidal v. Girard, la Corte Suprema declaró:
¿Por qué no se debería leer y enseñar la Biblia, y especialmente el Nuevo Testamento, como una revelación divina en la universidad—exponiendo sus preceptos generales, explicando sus evidencias e inculcando sus principios gloriosos de moralidad? ¿Por qué se debería prohibir que los maestros de religión leyeran y enseñaran una obra, no sectaria, sobre evidencias cristianas?… ¿[D]ónde se puede aprender los principios morales más puros tan claramente o tan perfectamente aparte del Nuevo Testamento? ¿Dónde se inculca más poderosamente la benevolencia, el amor a la verdad, la sobriedad y la industria aparte del volumen sagrado? (1844).
Los mismos Fundadores no callaron en cuanto a su convicción sublime que la Biblia es esencial para la vida pública norteamericana. Uno de los signatarios de la Constitución federal, James McHenry, insistió:
[S]olamente las Escrituras sagradas…pueden garantizar a la sociedad el orden y la paz, y a nuestras cortes de justicia y a las constituciones gubernamentales la pureza, estabilidad y el provecho. Sin la Biblia, en vano fomentamos las leyes penales y protegemos nuestras instituciones. Las Biblias son buenas protecciones. Donde estas abundan, los hombres no pueden seguir caminos malos (vea Steiner, 1921, p. 14).
Otro signatario de la Declaración de Independencia de los EE.UU., Benjamin Rush, declaró: “[S]e debe leer la Biblia en nuestras escuelas antes que todos los otros libros ya que contiene la mayor parte de la clase de conocimiento que se necesita para producir felicidad temporal privada y pública” (1798, p. 100). Noah Webster dijo: “La Biblia es la causa moral principal de todo lo que es bueno y es el mejor corrector de todo lo que es malo en la sociedad; es el mejor libro para regular los intereses temporales de los hombres” (1833, p. v.).
Se puede notar la confianza extensa de los Fundadores en la Biblia al ver el proyecto de diez años dedicado a averiguar los orígenes de las ideas políticas de los Fundadores. El grupo de científicos políticos que se encargó del proyecto reportó que la influencia número uno fue la Biblia (Lutz, 1988, 140). Los autores de un artículo de la revista Newsweek incluso concluyeron que “los historiadores están descubriendo que la Biblia, tal vez más que la Constitución, es nuestro [de los estadounidenses—MP] documento de fundación” (Woodward y Gates, 1982, p. 44).
Mientras que un portavoz de la Casa Blanca sostiene que el ejército norteamericano hace muchas cosas para tratar al Corán con gran atención y respecto, ¿qué ha pasado con el respeto por la Biblia? ¿Cómo respondería los Estados Unidos si los musulmanes tiraran una Biblia al inodoro? El silencio sería incomparable—no porque sabemos que el valor de la Biblia está en sus palabras, no en el papel que se imprime; sino porque los Estados Unidos ya no considera a la Biblia con el mismo respeto de los Fundadores de Norteamérica. En este país existe una falta de reverencia generalizada por la Palabra de Dios. Ojalá los norteamericanos poseyeran la mitad del respeto por la Biblia que los musulmanes tienen por el Corán.
REFERENCIAS
Barry, John y Michael Isikoff (2005), “Gitmo: SouthCom Showdown,” Newsweek, May 9.
Dexter, Franklin ed. (1916), Documentary History of Yale University (New Haven, CT: Yale University Press).
“Evolving Classroom” (2001), PBS, [En-línea], URL: http://www.pbs.org/kcet/publicschool/evolving_classroom/books.html.
Holland, Steve y Will Dunham (2005), “White House Says Newsweek Must Do More About Koran Case,” [En-línea], URL: http://www.reuters.com/newsArticle.jhtml?type=topNews&storyID=8526132.
Journals of the Continental Congress (1904-1937), (Washington, DC: Government Printing Office).
Kurtz, Howard (2005), “Newsweek Apologizes,” The Washington Post, May 16, [En-línea], URL: http://www.washingtonpost.com/wp-dyn/content/article/2005/05/15/AR2005 051500605.html.
Lutz, Donald (1988), The Origins of American Constitutionalism (Baton Rouge, LA: Louisiana State University Press).
McGuffey, William (1837), McGuffey’s Fourth Eclectic Reader (New York: American Book Company), [En-línea], URL: http://www.howtotutor.com/samples1.htm.
Nasr, Seyyed Hossein (2002), The Heart of Islam (New York: HarperCollins).
Pierce, Benjamin (1833), A History of Harvard University (Cambridge, MA: Brown, Shattuck, and Company).
Rush, Benjamin (1798), Essays, Literary, Moral and Philosophical (Philadelphia, PA: Thomas and Samuel Bradford).
Steiner, Bernard (1921), One Hundred and Ten Years of Bible Society Work in Maryland, 1810-1920 (Baltimore, MD: Maryland Bible Society).
Vidal v. Gerard’s Executors (1844), 43 U.S. 127; 11 L. Ed. 205; 1844.
Webster, Noah (1833), The Holy Bible Containing the Old and New Testaments (New Haven, CT: Durrie & Peck).
Whitaker, Mark (2005), “The Editor’s Desk,” May 16 http://www.msnbc.msn.com/id/7857154/site/newsweek/.
“White House Hits Out at Newsweek,” BBC News, May 18, [En-línea], URL: http://news.bbc.co.uk/1/hi/world/americas/4557929.stm.
Woodward, Kenneth y David Gates (1982), “How the Bible Made America,” Newsweek, December 27.
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