Menu

María—¿Madre de Dios?

La película de Mel Gibson, La Pasión del Cristo, generó mucha discusión e interés concerniente a la religión cristiana. Ya que Mel se auto-declara católico, la película naturalmente manifestaba una perspectiva católica acerca de varios aspectos de la vida de Cristo en la Tierra. Una característica singular del catolicismo es el rol y estatus que se le asigna a María. Aunque muchos católicos prefieren “recatarse” en conversaciones privadas cuando se habla de la veneración dada a María, las declaraciones oficiales de la Iglesia Católica son claras y no-reservadas al establecer a María como la “madre de Dios”, autorizar su adoración y asignarle un rol de intercesión. Considere los siguientes decretos autoritativos del Concilio Vaticano II:

María, que por la gracia de Dios, después de su Hijo, fue ensalzada por encima de todos los ángeles y los hombres, en cuanto que es la Santísima Madre de Dios, que intervino en los misterios de Cristo, con razón es honrada con especial culto por la Iglesia. Y, en efecto, desde los tiempos más antiguos la Santísima Virgen es venerada con el título de Madre de Dios, a cuyo amparo los fieles en todos sus peligros y necesidades acuden con sus súplicas… El Sacrosanto Sínodo enseña en particular y exhorta al mismo tiempo a todos los hijos de la Iglesia a que cultiven generosamente el culto, sobre todo litúrgico, hacia la Santísima Virgen, como también estimen mucho las prácticas y ejercicios de piedad hacia ella, recomendados en el curso de los siglos por el Magisterio, y que observen religiosamente aquellas cosas que en los tiempos pasados fueron decretadas acerca del culto de las imágenes de Cristo, de la Santísima Virgen y de los Santos… Ofrezcan todos los fieles súplicas insistentes a la Madre de Dios y Madre de los hombres, para que ella, que asistió con sus oraciones a la naciente Iglesia, ahora también, ensalzada en el cielo sobre todos los bienaventurados y los ángeles en la comunión de todos los santos, interceda ante su Hijo para que las familias de todos los pueblos tanto los que se honran con el nombre de cristianos, como los que aún ignoran al Salvador, sean felizmente congregados con paz y concordia en un solo Pueblo de Dios, para gloria de la Santísima e indivisible Trinidad (Vaticano II, 1964, Cáp. 8, Inc. 66-69).

Desde luego, al rechazar el concepto de acatarse estrictamente a la Biblia (sola scriptura), la Iglesia Católica ha sostenido por siglos que la Palabra de Dios es transmitida (a parte de la Biblia) por la autoridad de enseñanza de la Iglesia Católica, i.e., a través del papado y las autoridades secundarias de la iglesia. Pero para aquellos que todavía no están convencidos del derecho de los hombres post-apostólicos de hablar por inspiración, la Biblia continúa siendo la única regla de fe y práctica—el único receptáculo de la Palabra de Dios desde el final del primer siglo d.C.

La Biblia es muy clara sobre el rol de María en el plan divino. La Biblia no indica que María ascendió al cielo. La Biblia tampoco usa la expresión “madre de Dios”. De hecho, la expresión conlleva implicaciones erróneas. Esta da la impresión que a María se le acredita de alguna manera haber originado a Jesús o haberle traído a la existencia. Pero esta idea es ridícula (cf. Juan 1:1; Colosenses 1:16,17). Una representación justa de la Escritura reconocería la necesidad de proveer clarificación al usar una expresión diferente (e.g., María fue la madre de Jesús en Su forma encarnada). En realidad, el cuerpo de María simplemente sirvió como hospedaje. Mateo lo expresó de esta manera: “lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es” (Mateo 1:20). Algunos se han “desviado del camino” al sobre-enfatizar el rol de María—dando origen a la mariolatría (la adoración a María) entre católicos. Por tanto, usar la expresión “madre de Dios” es un ejemplo de una interpretación fuera de contexto. La frase “la madre de mi Señor” (Lucas 1:43) se ha utilizado incorrectamente, causando que la expresión transmita un significado diferente al proyectado por el Espíritu Santo.

La Biblia no muestra un estatus especial para María. Se reconoce que ella fue seleccionada para ser la mujer en la cual el Espíritu Santo implantó la semilla que daría origen al Mesías (Lucas 1:26-38). Es cierto que la pariente de María, Elizabet, se refirió a ella como “bendita” (Lucas 1:42). Y es verdad que María misma sintió que desde ahora todas las generaciones la llamarían bienaventurada (Lucas 1:48). Pero note que todo lo que se le atribuye a María se le atribuye a muchos otros seguidores de Dios en la historia bíblica. De hecho, mucha gente ha sido “bendita”.

“Bendecir” en el lenguaje bíblico simplemente significa desear un bien, favor o bienestar sobre el receptor (cf. Gray 1939, 1:487). Por ejemplo, considere como Melquisedec, rey de Salem, exaltó a Abram: “Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano” (Génesis 14:19,20). Rebeca fue similarmente bendecida: “Y bendijeron a Rebeca, y le dijeron: Hermana nuestra, sé madre de millares de millares, y posean tus descendientes la puerta de sus enemigos” (Génesis 24:60; cf. vs. 31). Abimelec anunció a Isaac: “Tú eres ahora bendito de Jehová” (Génesis 26:29). A todo el pueblo de Israel se le declaró bendito: “Bendito serás más que todos los pueblos; no habrá en ti varón ni hembra estéril, ni en tus ganados” (Deuteronomio 7:14). Moisés pronunció muchas confirmaciones de las bendiciones hacia los israelitas (Deuteronomio 28:1-8).

En realidad, la Biblia declara como “benditos” a todos los que siguen a Jesús: “Bienaventurados todos los que en él confían” (Salmos 2:12). Mucha gente en la historia de la Biblia hallaron el “favor” de Dios (e.g., 1 Samuel 2:26; Proverbios 12:2). La Biblia en ningún lugar insinúa la noción de la mariolatría. Cuando Jesús dijo en la cruz a Juan: “He ahí tu madre” (Juan 19:27), ¡Él ciertamente no estaba requiriendo la veneración a María! Él estaba simplemente asignando a Juan la responsabilidad de cuidar de Su madre. El esposo de María, José, indudablemente había fallecido. Si por este enunciado Jesús estaría requiriendo la veneración a María, ¡entonces el enunciado anterior dirigido a María concerniente a Juan (“Mujer, he ahí tu hijo”—Juan 19:26) requeriría la veneración de Juan! De igual manera, la noción de la “virginidad perpetua” de María es una contradicción a la enseñanza bíblica, ya que ella y su esposo, José, tuvieron varios hijos después del nacimiento de Jesús (Mateo 12:46; 13:55,56; Marcos 6:3). El Nuevo Testamento calla en cuanto a estas doctrinas (mariolatría, asunción al cielo, virginidad perpetua) que han evolucionado en el catolicismo mucho después del primer siglo.

REFERENCIAS

Gray, James M. (1939), “Bless,” The International Standard Bible Encyclopedia, ed. James Orr (Grand Rapids, MI: Eerdmans), 1974 reprint.

Vaticano II (1964), Lumen Gentium, [En-línea] http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/ vat-ii_const_19641121_lumen-gentium_sp.html.


Published

A copied sheet of paper

REPRODUCTION & DISCLAIMERS: We are happy to grant permission for this article to be reproduced in part or in its entirety, as long as our stipulations are observed.

Reproduction Stipulations→