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Los Relatos de la Resurrección

INTRODUCCIÓN—EL NUEVO TESTAMENTO ES EL LIBRO MÁS HISTÓRICAMENTE CORRECTO DE LA ANTIGÜEDAD

Rechazar los milagros documentados en el Nuevo Testamento es uno de los pasatiempos favoritos de muchos escépticos e incluso de algunos líderes religiosos. Sin embargo, este juego del “rechazo” es muy serio ya que los milagros están estrechamente enlazados a los hechos históricos tanto que separarlos es como tratar de separar dos plastilinas de colores que han sido mezcladas. Por ejemplo, considere el caso de Don William Ramsay. Su educación intensa le había infundido un sentido profundo de la erudición. También le había infundido un prejuicio en cuanto a la supuesta falibilidad de la Biblia (especialmente del libro de Hechos). Ramsay anotó: “[…]alrededor de 1880 a 1890 se consideraba al libro de Hechos como la parte más débil del Nuevo Testamento. Nadie que estimara su reputación como erudito se atrevía a pronunciar una palabra en defensa de este libro. Como regla, los teólogos eruditos más conservadores pensaban que el plan de defensa más sabio para el Nuevo Testamento como un todo era decir lo menos posible acerca del libro de Hechos” (1915, p. 38).

Como se esperaría de una persona entrenada por tales “eruditos”, Ramsay sostuvo el mismo punto de vista. Sin embargo, él sostuvo este punto de vista sólo por un tiempo ya que se atrevió a hacer lo que pocos en su tiempo hicieron. Decidió explorar las tierras bíblicas con una Biblia abierta—con la intención de probar la falibilidad de la historia que Lucas describe en el libro de Hechos. No obstante, para su sorpresa, el libro de Hechos pasó todas las pruebas que podían requerirse. Después de su investigación de las tierras bíblicas, estuvo forzado a concluir:

Cuanto más he estudiado la narración de Hechos, y cuanto más he aprendido año tras año acerca de la sociedad, los pensamientos y estilos grecorromanos, y la organización en aquellas provincias, he llegado a admirar y a entender mejor este libro. Me propuse buscar la verdad en el área fronteriza entre Grecia y Asia, y la encontré aquí [en el libro de Hechos—KB]. Usted puede presionar el escrito de Lucas mucho más de lo que presionaría a otro escrito de algún historiador, pero este soporta el escrutinio más intenso y el trato más duro, con tal que el crítico conozca el tema y no vaya más allá de los límites de la ciencia y de la justicia (1915, p. 89).

El renombrado arqueólogo Nelson Glueck lo declaró de esta manera: “Se puede declarar categóricamente que ningún descubrimiento arqueológico ha contradicho alguna referencia bíblica. Se han realizado muchos exámenes de hallazgos arqueológicos que concuerdan en una idea general clara o en detalle exacto con los enunciados históricos que se encuentran en la Biblia (1959, p. 31).

Considerando el hecho que la tierra de Palestina en los tiempos de los escritores del Nuevo Testamento cambiaba de acuerdo a la agitación política, económica y social, yo diría que su exactitud histórica es sorprendente. Pero por favor recuerde que no se está usando este argumento en este artículo para reclamar que el Nuevo Testamento es inspirado (aunque algunos lo han usado muy efectivamente en esta manera). Se ha incluido en este punto para mostrar que los libros que abordan la resurrección de Cristo han probado fuera de toda duda que son verdaderos. Viaje a las “Tierras Santas” y compruébelo usted mismo si duda de la exactitud del Nuevo Testamento. Lleve consigo una mente honesta y abierta y un Nuevo Testamento, y le aseguro que considerará a los escritores del Nuevo Testamento como historiadores fidedignos.

SOBRE LAS SUPUESTAS CONTRADICCIONES ENTRE LOS EVANGELIOS

Así que, tal vez los documentos del Nuevo Testamento son exactos cuando abordan información histórica o geográfica. Pero ¿qué acerca de todas las supuestas contradicciones entre los relatos del evangelio que describen la resurrección? En su libro Despedida a Dios (Farewell to God) Charles Templeton empleó varias páginas para hacer comparaciones entre los enunciados de los cuatro evangelios. Al final declaró: “Toda la historia de la resurrección no es creíble” (1996, p. 122). Otro predicador muy conocido que se volvió escéptico, Dan Barker, se deleita al intentar encontrar contradicciones en los diferentes relatos de la resurrección. En su libro Perdiendo la Fe en la Fe (Loosing Faith in Faith), llenó siete páginas con una lista de “contradicciones” que encontró en los relatos. Finalmente declaró: “Para los cristianos: Díganme exactamente lo que pasó el Domingo de Pascua o dejemos sepultado el mito de Jesús…” (1992, p. 181). Interesantemente, se debe notar que el hecho que Barker pida los detalles “exactos” acerca de un día en la historia que transcurrió hace casi 2,000 años atrás enfatiza la legitimidad de la historia de la resurrección, ya que no se puede examinar con tal escrutinio ningún día en la historia antigua. Los historiadores modernos no pueden decir “exactamente” que pasó el 4 de julio de 1776 [la independencia de los Estados Unidos—MP] o el 2 de abril de 1861 [la Guerra Civil—MP], pero ¿se les pide a los cristianos que den detalles “exactos” de la resurrección de Cristo? Además, los escritores del evangelio pueden suplir estos detalles que se requiere—sin contradicción. Examinemos la evidencia.

COLUSIÓN

Colusión: “Un acuerdo secreto entre dos o más grupos con un propósito fraudulento, ilegal o engañoso” (The American Heritage Dictionary of the English Language, Cuarta edición, 2000, p. 363). Incluso si no hemos escuchado esta palabra, la mayoría de nosotros entiende la situación que describe. Suponga que cuatro ladrones de banco se ponen máscaras de medias de nailon, roban el banco de la ciudad, esconden el dinero en una cueva cercana y regresan a su casa hasta que la investigación de la policía pare. El primer ladrón escucha que alguien toca la puerta. Abre y ve a un policía que “solo quiere hacerle algunas pocas preguntas”. El oficial pregunta, “¿Dónde estabas y qué estabas haciendo la noche del 1º de junio de 2001?”. El ladrón rápidamente responde, “Estaba en la casa de Juan Pérez mirando la televisión con otros tres amigos”. El policía apunta los nombres y las direcciones de los amigos y les visita en sus casas. Cada ladrón dice la misma historia. ¿Es verdadera la historia? ¡Absolutamente no! Pero ¿sonaron parecidas todas las historias, sin contradicciones aparentes? Sí.

Ahora, apliquemos este principio en nuestra discusión de los relatos de la resurrección. Si cada relato que describe la resurrección sonara exactamente igual, ¿qué pensaría que se dijera acerca de los relatos? “Los escritores deben haberse copiado entre ellos”. De hecho, en otras áreas de la vida de Cristo aparte de la historia de la resurrección, cuando los libros de Mateo y Lucas dan la misma información que el libro de Marcos, mucha gente afirma que ellos deben haber copiado el escrito de Marcos ya que se cree que es el más antiguo de los tres libros. Otra pregunta demandante en los niveles modernos más altos de la erudición bíblica es si Pedro copió a Judas en 2 Pedro 2:4-17, o si Judas copió a Pedro, ya que los dos segmentos de la Escritura suenan muy similares.

No obstante, sorprendentemente la Biblia no ha dejado la posibilidad de colusión para los relatos de la resurrección. En realidad, no se puede negar legítimamente que los relatos de la resurrección vienen de varias fuentes independientes. En su libro Ciencia Versus Religión (Science Versus Religion), Tad S. Clements fervientemente negó que exista evidencia suficiente para creer en la resurrección. Pero reconoció: “No existe simplemente un relato de la resurrección de Cristo sino una multitud desconcertante de historias que son contradictorias en varios respectos” (1990, p. 193). Y él clarifica que los evangelios son relatos separados de la misma historia. Dan Barker admitió lo mismo cuando declaró atrevidamente: “Ya que cinco escritores contaron acerca de la Pascua [la historia de la resurrección—KB], esta presenta las mejores oportunidades para confirmar o desmentir el relato. Los cristianos deberían dar la bienvenida a estas oportunidades” (1992, p. 179). Todos los que están involucrados en la controversia de la resurrección admiten que los relatos de la resurrección han cerrado con llave la puerta de la colusión.

ABORDANDO LAS “DISCREPANCIAS”

Desde luego, en estos pocos párrafos no será posible abordar cada supuesta discrepancia entre los relatos de la resurrección. Pero se establecerán algunos principios que se pueden usar para mostrar que no se ha encontrado contradicciones genuinas en los relatos de la resurrección.

La Información Adicional No Constituye una Contradicción

Suponga que un hombre está contando acerca de la vez que él y su esposa fueron de compras al centro comercial. El hombre menciona todos los maravillosos lugares del centro comercial donde se puede comprar artículos de cacería y galletas de canela. La esposa cuenta acerca del mismo paseo al centro comercial, aunque menciona solamente los lugares donde se puede comprar ropa. ¿Existe una contradicción entre las narraciones solo porque la esposa menciona las tiendas de ropa mientras el esposo menciona solamente las de cacería y de galletas? No. Ellos solamente están añadiendo (o suplementando) a la narración de cada uno para hacerla más completa. Eso pasa muy a menudo en los relatos de la resurrección.

Por ejemplo, el evangelio de Mateo nombra a “María Magdalena y a la otra María” como las mujeres que visitaron la tumba temprano en el primer día de la semana (Mateo 28:1). Marcos cita a María Magdalena, María la madre de Jacobo y a Salomé como las visitantes (Marcos 16:1). Lucas menciona a María Magdalena, Juana, María la madre de Jacobo, y a “las demás” (Lucas 24:10). Pero Juan menciona solamente la visita de María Magdalena a la tumba el domingo (Juan 20:1). (Dan Barker cita estos nombres diferentes como discrepancias o contradicciones en la página 182 de su libro). ¿Se contradicen estas listas diferentes? No, de ninguna manera. Estas listas se suplementan al añadir nombres para hacer a la lista más completa. Pero no son contradictorias. Si Juan hubiera dicho “solamente María Magdalena visitó la tumba”, o si Mateo hubiera declarado, “María Magdalena y la otra María fueron las únicas mujeres que visitaron la tumba”, entonces existiera una contradicción. Sin embargo, este no es el caso. Para ilustrar adicionalmente este punto, suponga que tiene 10 billetes de un dólar en su bolsillo. Suponga además que alguien le pregunta, “¿Tiene un billete de un dólar en su bolsillo?”. Naturalmente, usted respondería de manera afirmativa. Suponga que otra persona le pregunte, “¿Tiene cinco dólares en su bolsillo?”, y usted diga sí. Finalmente, otra persona pregunta, “¿Tiene diez dólares en su bolsillo?” y usted dice sí por tercera vez. ¿Dijo usted la verdad cada vez? Sí. ¿Era alguna de sus respuestas contradictoria? No. ¿Fueron diferentes los tres enunciados acerca del contenido de su bolsillo? Sí—aunque eran suplementarios más no contradictorios.

La información suplementaria también se aplica a los ángeles, hombres y jóvenes que se describen en los relatos de la resurrección. Surgen dos “problemas” cuando se menciona a los “mensajeros santos” que estuvieron en el sepulcro de Cristo. Primero, ¿cuántos fueron? Segundo, ¿fueron ángeles u hombres? Ya que la primera pregunta tiene que ver con la información suplementaria, la discutiremos primero. El relato de Mateo hace referencia a “un ángel del Señor, descendiendo del cielo” y cuyo “aspecto era como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve” (28:2-5). El relato de Marcos presenta una escena un poco diferente de “un joven sentado al lado derecho, cubierto de una larga ropa blanca” (16:5). Pero Lucas menciona que “dos varones con vestiduras resplandecientes” se pararon junto a las mujeres (24:4). Finalmente, Juan escribe acerca de “dos ángeles con vestiduras blancas, que estaban sentados el uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto” (20:12). ¿Se contradicen estos relatos en el número de hombres o ángeles en la tumba? Teniendo en cuenta la regla del suplemento, debemos responder, “No”. Aunque los relatos son un poco diferentes, no son contradictorios en cuanto al número de mensajeros. Marcos no menciona “solamente un joven”, ni Lucas dice que habían “exactamente dos ángeles, ni menos ni más”. ¿Hubo un mensajero en la tumba? Sí. ¿Hubo también dos? Sí. No existe contradicción aquí.

La segunda pregunta en cuanto a los mensajeros tiene que ver con su identidad: ¿Fueron ángeles u hombres? La mayoría de personas que están familiarizadas con el Antiguo Testamento no tiene problema en responder esta pregunta. Génesis 18 y 19 mencionan tres hombres que vinieron a visitar a Abraham y a Sara. Estos hombres se quedaron por un tiempo corto, y luego dos de ellos se dirigieron a Sodoma. La Biblia nos dice en el primer versículo de Génesis 19 que estos “hombres” eran realmente ángeles. Pero cuando los hombres de Sodoma quisieron hacer daño a estos ángeles, ellos preguntaron: “¿Dónde están los varones que vinieron a ti esta noche?” (Génesis 19:5). En los dos capítulos completos se menciona a los mensajeros como hombres y ángeles con igual precisión. Ellos lucían, hablaban, caminan y sonaban como hombres. ¿Eran hombres? Sí. ¿Eran ángeles? Sí.

Como una ilustración, suponga que usted viera que un hombre sentado en la banca de un parque se sacara su zapato derecho. Mientras observa, él comienza a jalar una antena de la puntera de su zapato y un tablero con números del tacón. Procede a marcar un número y comienza a hablar a alguien desde su “teléfono zapato”. Si escribiera lo que ha visto, ¿pudiera decir con precisión que el hombre hizo una llamada con su zapato? Sí. ¿Pudiera decir que hizo una llamada con su teléfono? Sí. El zapato tenía un tacón, una suela, una puntera y todo lo demás que un zapato tiene, pero era mucho más que sólo un zapato.

De la misma manera, los mensajeros en la tumba fueron descritos correctamente como hombres—ellos tenían una cabeza unida a su cuello, dos hombros elevados, un cuerpo completo con brazos y piernas, etc. Por ende, eran hombres, pero eran mucho más que hombres, así que se les describió correctamente como ángeles, mensajeros santos enviados por Dios para entregar un mensaje a ciertas personas. Al tomar en cuenta que el Antiguo Testamento a menudo usa el término “hombres” para describir a los ángeles, es muy fácil mostrar que no existe contradicción en cuanto a la identidad de los mensajeros.

La Perspectiva es Importante

Lo que vemos en los relatos independientes de la resurrección no es contradicción, sino simplemente una perspectiva diferente. Por ejemplo, suponga que un hombre tuviera una tarjeta de 4×6 pulgadas que fuera completamente roja por un lado y completamente blanca por el otro. Además suponga que se parara delante de una gran multitud, preguntara a todos los hombres que cerraran sus ojos, mostrara a las mujeres en la audiencia el lado rojo de la tarjeta, y luego les pidiera que escribieran lo que vieron. Después hiciera que todas las mujeres cerraran sus ojos, mostrara a los hombres el lado blanco de la tarjeta, y luego les pidiera que escribieran lo que vieron. Un grupo vio una tarjeta roja y el otro una tarjeta blanca. Cuando se compararan las respuestas, lucirían a primera vista como contradictorias, pero no lo fueran. Las descripciones lucieran contradictorias porque los dos grupos tuvieron una perspectiva diferente. Cada grupo miró un lado de la tarjeta. El fenómeno de la perspectiva es una parte importante en la vida diaria. De la misma manera que dos testigos no ven un accidente automovilístico de la misma manera, ninguno de los testigos del Jesús resucitado vio las actividades desde la misma perspectiva que los otros.

No he abordado cada supuesta discrepancia en los relatos de la resurrección en esta sección. No obstante, he abordado algunas de las principales que realmente son informaciones adicionales o son informaciones provistas desde una perspectiva diferente. El estudio honesto de los otros “problemas” revela que no existe una simple contradicción legítima entre las narraciones—estas son diferentes, pero no contradictorias. Adicionalmente, las diferencias prueban que no existió colusión, en cambio, se espera notar ciertas diferencias de fuentes independientes que relatan el mismo evento.

REFERENCIAS

Barker, Dan (1992), Loosing Faith in Faith (Madison, WI: Freedom from Religion Foundation).

Clements, Tad S. (1990), Science vs. Religion (Buffalo, NY: Prometheus).

Glueck, Nelson (1959), Rivers in the Desert: A History of the Negev (New York: Farrar, Strauss, and Cudahy).

Ramsay, William (1915), The Bearing of Recent Discovery on the Trustworthiness of the New Testament (Grand Rapids, MI: Baker, 1975 reimpresión).

Templeton, Charles (1996), Farewell to God (Ontario, Canada: McClelland and Stewart).


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