Los Milagros de Cristo—Muchos y Variados
Una de las pruebas bíblicas para la deidad de Cristo es los milagros que Jesús realizó. Se nos pide que creamos que Jesús es el Hijo de Dios no porque realizó una o dos maravillas durante Su vida. Al contrario, “los milagros se agrupan alrededor de Jesucristo como limaduras a un imán” (Witmer, 1973, 130:132). Los relatos del evangelio están llenos de muchos milagros que Cristo realizó, no por riqueza o poder político, sino para que el mundo se convenza que el Padre le envió a traer salvación a la humanidad (cf. Juan 5:36; 10:37-38). Como Isaías profetizó, Jesús realizó milagros de sanidad (53:4; Mateo 8:16-17). Limpió a los leprosos con el toque de Su mano (Mateo 8:1-4) y sanó toda clase de enfermedades y dolencias con la palabra de Su boca (cf. Juan 4:46-54). Una mujer que tenía una hemorragia por 12 años fue sanada inmediatamente después que tocó el borde del manto de Jesús (Lucas 8:43-48). De igual manera, en una ocasión después que Jesús llegó a la tierra de Genesaret, todos los que estaban enfermos en todos los alrededores vinieron a Él, “y le rogaban que les dejase tocar solamente el borde de su manto; y todos los que lo tocaron, quedaron sanos” (Mateo 14:34-36; Marcos 3:10). Hablando generalmente, “mucha gente…traía consigo a cojos, ciegos, mudos, mancos, y otros muchos enfermos; y los pusieron a los pies de Jesús, y los sanó” (Mateo 15:30, énfasis añadido). “[S]anó a muchos de enfermedades y plagas,…y a muchos ciegos les dio la vista” (Lucas 7:21, énfasis añadido). Incluso los enemigos de Jesús reconocieron Sus “muchas señales” (Juan 11:47-48).
Jesús no solamente exhibió poder sobre los enfermos y afligidos, también mostró Su poder sobre la naturaleza más de una vez. Mientras que el profeta de Dios, Moisés, convirtió el agua en sangre al golpear el agua con su vara (Éxodo 7:20), Jesús simplemente deseó que el agua se convirtiera en vino en una boda (Juan 2:1-11). Además ejerció Su poder sobre el mundo natural al calmar el Mar de Galilea durante una tempestad turbulenta (Mateo 8:23-27), al caminar sobre el agua por una distancia considerable para alcanzar a Sus discípulos (Mateo 14:25-33) y al hacer que una higuera se secara por Su mandato. El poder sobrenatural de Jesús sobre el mundo físico (que Él había creado—Colosenses 1:16) es exactamente lo que esperaríamos de Alguien que reclamó ser el Hijo de Dios.
No obstante, los milagros de Jesús no se limitaron al mundo natural. Como una prueba adicional de Su deidad, también reveló Su poder sobre el mundo espiritual al expulsar demonios. “[T]rajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios” (Mateo 8:16, énfasis añadido). Lucas también registró que Él “sanó a muchos…de espíritus malos” (Lucas 7:21, énfasis añadido). Marcos registró que Jesús una vez demostró Su poder al sanar a un hombre poseído por espíritus inmundos, que nadie podía atar ni dominar—ni siquiera con cadenas o grilletes (Marcos 5:1-21). Después, los testigos vieron al hombre con espíritus inmundos, “sentado a los pies de Jesús, vestido, y en su cabal juicio” (Lucas 8:35-36). En varias ocasiones, Jesús sanó a individuos que eran torturados con espíritus malos. “Y estaban todos maravillados, y hablaban unos a otros, diciendo: ¿Qué palabra es esta, que con autoridad y poder manda a los espíritus inmundos, y salen?” (Lucas 4:36).
Finalmente, Jesús realizó milagros que demostraban Su poder sobre los muertos. Recuerde que cuando los discípulos de Juan el Bautista vinieron a Jesús para preguntar acerca de Su identidad, Jesús les instruyó que dijeran a Juan que “los muertos son resucitados” (Mateo 11:5). El hijo de la viuda de Naín ya había sido declarado muerto y colocado en un ataúd cuando Jesús tocó el ataúd y le dijo, “Levántate”. Inmediatamente, “se incorporó el que había muerto, y comenzó a hablar” (Lucas 7:14-15). Lázaro había muerto y había sido sepultado por cuatro días cuando Jesús le levantó de los muertos (Juan 11:1-44). Esta gran demostración de poder sobre los muertos causó que “muchos de los judíos que habían venido para acompañar a María, y vieron lo que hizo Jesús, creyer[a]n en él” (Juan 11:45). Además, la misma resurrección de Jesús fue el clímax de todos Sus milagros, y sirve como tal vez el milagro más convincente de todos (vea Butt, 2007).
En total, los registros del evangelio contienen algo de 37 hechos sobrenaturales específicos que Jesús realizó. Si ese número incluiría tales milagros como Su nacimiento virginal y la transfiguración, y las muchas veces que mostró la capacidad de “leer la mente”, conocer el pasado y el futuro sin haberlo aprendido por medios ordinarios (cf. Juan 4:15-19; 13:21-30; 2:25), etc., la cifra alcanzaría los 50. De hecho, los milagros de Cristo fueron variados y numerosos. Él sanó a ciegos, cojos, enfermos y leprosos, como también demostró poder sobre la naturaleza, los demonios y la muerte. El apóstol Juan, quien registró los milagros de Cristo “para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre” (20:31), también comentó que “[h]izo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro” (20:30, énfasis añadido). En realidad, Jesús realizó tantos milagros por todo Su ministerio en la Tierra que, “si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir” (Juan 21:25)
REFERENCIAS
Butt, Kyle (2007), “Jesucristo—¿Muerto o Vivo?”, [En-línea], URL: https://apologeticspress.org/espanol/articulos/3415.
Witmer, John (1973), “La Doctrina de los Milagros” [“The Doctrine of Miracles”] Bibliotheca Sacra, 130:126-134, abril.
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