
Los Fundadores: ¿Ateos y Deístas o Teístas y Cristianos?
Desde la década de 1960 han prevalecido ideas erróneas en cuanto a la orientación religiosa de los Fundadores de la República Norteamericana. La propaganda prevaleciente sugiere que la mayoría de los Fundadores estaba compuesta en gran parte de ateos o al menos deístas. Actualmente se define “deísmo” como: “La creencia, basada solamente en la razón, en un Dios que creó el universo y que luego lo abandonó, sin asumir ningún control sobre la vida, ejercer influencia en los fenómenos naturales o proveer revelación sobrenatural” (Diccionario…, 2000, p. 479). Esta evaluación de la creencia de los Fundadores es tan extensa que a cualquiera que la cuestiona se le considera como un ignorante.
Pero la única ignorancia se ve en la distorsión de la historia norteamericana y la perpetración exitosa de uno de los más grandes mitos de nuestro tiempo. Inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, los historiadores revisionistas, quienes parecen haber poseído una hostilidad ardiente contra el cristianismo, determinaron suprimir el rol que Dios, la Biblia y la religión cristiana tuvieron en la fundación de Norteamérica. Sin embargo, el que busca honestamente la verdad puede vencer este mito al considerar simplemente los documentos originales. Si lo hace, se sorprenderá de la gran dependencia de los Fundadores en Dios y su compromiso delante de Él y el cristianismo.
Como uno de los muchos ejemplos, considere el discurso de uno de los presidentes antiguos de los Estados Unidos, John Quincy Adams. John Quincy no solamente vivió durante la era de la fundación (nació en 1767), no solamente su padre fue un Fundador principal, sino su padre también le instruyó literalmente en las vicisitudes y complejidades de la fundación de la República. John Adams involucró a su hijo a una edad temprana en sus propias actividades y viajes a favor de la nueva nación. Él acompañó a su padre a Francia en 1778, llegó a ser Secretario del Ministro Americano para Rusia, fue el secretario para su padre durante las negociaciones de paz que dieron término a la Revolución Norteamericana en 1783, laboró como embajador de los EE.UU. en el extranjero a los Países Bajos y luego a Portugal bajo George Washington, a Prusia bajo la presidencia de su padre, y a Rusia y luego a Inglaterra bajo el Presidente James Madison. Laboró como un senador de los EE.UU., y luego como Secretario de Estado bajo el Presidente James Monroe, y luego como el sexto presidente de la Nación (1825-1829), y finalmente como un miembro de la Cámara de Representantes de los EE.UU., donde se opuso incondicionalmente y fervientemente a la esclavitud.
Él fue un hombre que estuvo relacionado íntimamente con la era de la fundación como para saber de lo que habló. Él estuvo allí—y su vida no solamente abarcó la era de la fundación, sino también estuvo conectada con las circunstancias relacionadas al nacimiento de la nación. Mientras laboraba como Secretario de Estado, John Quincy Adams presentó un resumen penetrante de las creencias teológicas de los Fundadores cuando dio un discurso el 4 de julio de 1821 a los ciudadanos de la capital de la nación en Washington:
Desde el día de la Declaración, la gente de la Unión de Norteamérica y de sus Estados constituyentes fueron entidades asociadas de hombres civilizados y cristianos, en un estado natural, no anárquico. Ellos estuvieron sometidos por las leyes de Dios, las cuales todos, y por las leyes del Evangelio, las cuales casi todos, reconocían como las reglas de su conducta (1821, p. 26, énfasis añadido).
Observe: este testigo ocular muy confiable de la era de la fundación de la República declaró que todos los Fundadores creían en el Dios de la Biblia. ¡No existía ningún ateo entre ellos! Además declaró que casi todos—la vasta mayoría de—los fundadores creían en el Evangelio de Jesucristo y en la religión cristiana. Caso cerrado. Así que, ¿a quién deberíamos creer? ¿A la Unión Americana de Libertades Civiles, la Asociación de Educación Nacional, los Americanos Unidos por la Separación de la Iglesia y el Estado, los historiadores revisionistas, los políticos liberales, los jueces activistas y a los educadores socialistas—o a John Quincy Adams?
REFERENCIAS
Adams, John Quincy (1821), Discurso Pronunciado por Requerimiento de un Comite de Ciudadanos de Washington con Motivo de la Lectura de la Declaración de Independencia el 4 de Julio de 1821 [Address Delivered at the request of a Committee of the Citizens of Washington on the Occasion of Reading the Declaration of Independence on the 4th of July, 1821] (Washington: Davis & Force), [En-línea], URL: http://digital.library.umsystem.edu/cgi/t/text/text-idx?sid=b80c023f0007f89b5b95e4be026fa267;c=jul;idno=jul000087.
Diccionario Inglés de la Herencia Norteamericana [American Heritage Dictionary of the English Language] (2000), (Boston, MA: Houghton Mifflin), cuarta edición.
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