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Los Eventos del Antiguo Testamento y la Bondad de Dios

P.

Algunos han sugerido que ciertos relatos en el Antiguo Testamento parecen describir a Dios no como santo, bondadoso, bueno y misericordioso, sino como injusto, malo, vengativo e incompasivo. ¿Cómo se le puede llamar “bueno” a Dios a la luz de tales eventos?

R.

Las Escrituras afirman que Dios es moralmente perfecto. Él es santo (Isaías 6:3; Apocalipsis 4:8), justo (Salmos 89:14) y bueno (Salmos 100:5; 106:1). Ya que es un Ser moralmente perfecto (Mateo 5:48), todo lo que Dios hace, manda y aprueba debe ser, por necesidad, bueno (Salmos 119:39,68). Teniendo en cuenta esto, el que comienza a estudiar la Biblia puede confundirse cuando encuentra ciertas situaciones en el Antiguo Testamento que Dios provoca, o ciertos pasajes que superficialmente parecen perjudicar el carácter de Dios. Consideremos algunos de estos problemas.

 

LA EXTERMINACIÓN DE LOS CANANEOS

Cuando se comisionó a los israelitas a tomar la tierra de Canaán, el Señor les instruyó a castigar completamente a los pueblos, y no mostrar misericordia a ellos (Deuteronomio 7:1-5). Por consiguiente, se nos informa que cuando los israelitas invadieron Jericó, “destruyeron a filo de espada todo lo que en la ciudad había; hombres y mujeres, jóvenes y viejos, hasta los bueyes, las ovejas, y los asnos” (Josué 6:21). ¿Cómo puede el que estudia la Biblia sinceramente armonizar esta supuesta contradicción en cuanto a la bondad de Dios? Se debe considerar varios aspectos. Primero, se debe notar que el Señor había sido muy paciente por un tiempo muy prolongado con estos pueblos paganos y completamente inmorales. Cuando por primera vez Abraham llegó a la tierra de Canaán, Jehová prometió que este país un día pertenecería a su simiente, pero que todavía no podía ser de su descendencia porque “aún no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo” (Génesis 15:16). Pareciera que los pecados de esta gente impía gradualmente estuvieron llenando un “recipiente”; finalmente, alcanzarían un punto en que Dios ya no los toleraría. Se debía destruir al impío. Por ende, esto no fue una violación de la bondad de Dios; en cambio, se debía destruir a estas naciones para preservar la bondad de Dios.

Los descubrimientos arqueológicos, tales como los de Ugarit, han revelado la corrupción de las naciones cananeas. Por ejemplo, en la religión cananea, El era el dios principal y Baal era su hijo. Estos eran “dioses” que no tenían concepto en absoluto de la moralidad. En un poema conocido como “El Nacimiento de los Dioses”, se dice que El había seducido a dos mujeres, y se asocian perversiones sexuales horribles con su nombre. Se casó con tres de sus propias hermanas—quienes también estaban casadas con Baal. Se le representa practicando actos sexuales viles e influenciando a otros a hacer lo mismo. No es sorprendente que la evidencia indique que los cananeos siguieron a sus dioses en tales abominaciones. En la religión cananea, se empleaba a los homosexuales y prostitutas para reunir dinero para el sostenimiento de los templos. No es una exageración decir que estos paganos elevaban el sexo al estatus de un dios [lo cual se asemeja a nuestra situación moderna en EE.UU.]. Muchos eruditos creen que hay indicaciones de este trasfondo sórdido en tales pasajes del Antiguo Testamento tales como Deuteronomio 23:18-29—donde se prohíbe traer “la paga de una ramera ni el precio de un perro” (un varón que practica la prostitución; vea Harris, et.al., 1980, 1:439) “a la casa de Jehová”.

La religión cananea también fue un sistema horriblemente brutal. Por ejemplo, se representa a la diosa Anat matando a humanos por miles y caminando en sangre hasta sus rodillas. Cortaba cabezas y manos, y las usaba como adornos. Y a pesar de este aspecto tan horrible, la épica de Baal dice que su vida estaba llena de risa, y que su gozo era grande. Con relación a esto, también se debe mencionar que los cananeos depravados también sacrificaban a sus propios bebés delante de sus dioses.

Se ha encontrado vasijas funerarias con los cuerpos de pequeños niños que han sido deformados por la sofocación cuando luchaban por vivir después de haber sido enterrados vivos como un sacrificio a los dioses cananeos. Se ha encontrado tales niños en las columnas de fundación de casas cananeas, y algunas veces se asociaba ceremonias religiosas con su sacrificio (Wilson, 1973, p. 85).

El Profesor Kenneth Kitchen correctamente remarcó que la “religión cananea apelaba a la naturaleza humana bestial y material” como los textos ugaríticos y egipcios de origen semítico atestiguan (vea Douglas, 1980, 1:234).

Pero también es importante enfatizar que la destrucción de esta gente impía tuvo el propósito de preservar la moralidad de la nación de Israel. El Antiguo Testamento clarifica esto. Al invadir Canaán, los israelitas no debían permitir que sus enemigos vivieran “para que no os enseñen a hacer según todas sus abominaciones que ellos han hecho para sus dioses, y pequéis contra Jehová vuestro Dios” (Deuteronomio 20:18). Pero ¿por qué esto era tan importante? Entre otras razones, ¡a través de la nación hebrea debía aparecer el Mesías! Por ende, en el fondo la salvación de la humanidad estaba en juego. Por tanto, la exterminación de los habitantes malvados de Canaán era un ejemplo de cirugía moral para salvar la vida del paciente (la raza humana). Además, recuerde esto: A causa de Su naturaleza, Dios tiene el derecho de ejecutar juicio contra el malvado en cualquier momento.

No obstante, surge la pregunta: “¿Pero por qué permitió Dios que los niños fueran destruidos?”. No se puede abordar completamente esta pregunta en un artículo de esta brevedad; sin embargo, se debe hacer algunos comentarios. Primero, en un mundo donde existe libre albedrío, se debe permitir el sufrimiento a causa de las consecuencias de las elecciones equivocadas, incluso cuando no se sea parte de tales elecciones. Hacer malas decisiones no solamente nos afecta, sino también afecta a los que nos rodean. ¡Llegamos a recibir las consecuencias del mal como precio que pagamos por nuestra propia libertad! Así que los niños a menudos son víctimas de sufrimiento a causa de la maldad de sus padres. Segundo, la pregunta representa un problema real solamente si se la considera en términos del presente. Si se considera el asunto en términos de la eternidad, la situación llega a ser completamente diferente. ¿No hubiera sido infinitamente peor, considerando la eternidad, permitir que esos niños crecieran hasta la madurez y adoptaran las mismas prácticas paganas de sus padres? No obstante, incluso se debe considerar este punto a la luz de los principios que se mencionan anteriormente [i.e.: con respecto a la venida del Cristo y el juicio temporal del pecado]. Ciertamente no conocemos toda la mente de Dios en cuanto a este tema importante (cf. Romanos 11:33), pero si estudiamos el registro del Antiguo Testamento en cuanto al trato del Señor con estas naciones, juntamente con los hallazgos arqueológicos que ilustran la corrupción de estas naciones, de seguro podremos ver que no se debería cuestionar la sabiduría de Dios en cuanto a esos eventos. Finalmente, se debe señalar que nadie tiene derecho de criticar la actividad moral de Dios a menos que pueda establecer y defender algún estándar moral genuino aparte de Dios—¡y ningún incrédulo puede hacer eso!

 

LAS IMPRECACIONES BÍBLICAS

Las secciones “imprecatorias” de la Escritura son aquellas porciones que contienen oraciones o canciones (de los escritores) de venganza sobre los enemigos, o que culminan en alabanza triunfante por su destrucción. Por ejemplo, “Castígalos, oh Dios” (Salmos 5:10) o “Quebranta tú el brazo del inicuo, y persigue la maldad del malo hasta que no halles ninguna” (10:15; cf. 18:40-42; 28:4; 28:4; 31:17; Jeremías 15:15; 17:18; Nehemías 6:14, etc.). Muchos se han preguntado si tales expresiones pueden ser parte de la revelación divina. Aunque el tema es complejo, tal vez los siguientes pensamientos lo aclararán.

  1. Estos escritos no son simplemente arranques de ira causados por una característica vengativa personal de un código antiguo pobre. Desde luego, admitimos que se toleró un nivel menor de responsabilidad moral en el periodo humano antiguo e infantil que gradualmente iba preparándose para la venida de la era del Evangelio (cf. Mateo 19:8; Hechos 14:16-17; 17:30-31; Romanos 3:25). Sin embargo, en muchos casos (a menos que se estuviera ejecutando juicio divino—vea las secciones anteriores) el Antiguo Testamento fomentó el servicio a los enemigos de la nación (Éxodo 23:4-5) y prohibió el odio, la venganza, etc. (Levítico 19:17-18; Proverbios 20:22; 24:17; 25:21-22). Por tanto, no se debe menospreciar las imprecaciones bíblicas que obviamente se incluyeron en el registro divino con un propósito.
  2. En el fondo, las imprecaciones bíblicas expresan el celo por la causa de Jehová y, de manera muy significativa, expresan la disposición de dejar la venganza en Sus manos. Pero también revelan que el castigo del pecado es parte del orden divino (cf. Salmos 58:11; 104:35; 1 Samuel 24:21et.seq.). Se debe recordar que

    [l]os enemigos de Israel eran los enemigos del Dios de Israel; la derrota de Israel era un reproche a Su Nombre; la causa en juego no era simplemente la existencia de la nación, sino la causa de la verdad y justicia divina. Salmos 83 expresa más claramente este aspecto del conflicto, y las oraciones de venganza tales como en los salmos 79:10,12 y 137:8 expresan el deseo nacional de vindicación de una causa justa, y el castigo de afrentas crueles (Kirkpatrick, 1906, p. xci.).

  3. Se debe reconocer que aunque algo del lenguaje de las imprecaciones parezca brutal, es muy figurativo, incluyendo metáforas e imágenes propias de una era en la historia que se caracterizaba por mucha crueldad. Por ejemplo, nadie argumentaría que Cristo estaba sugiriendo que ciertas personas—que causaban tropiezo—debían ser arrojadas literalmente al fondo del mar atados a una piedra (Mateo 18:6) o que, al reprender a aquellos que exaltaban la circuncisión, Pablo esperaba que ellos se mutilaran literalmente (Gálatas 5:12). Por tanto, debemos enfocarnos en la idea que se transmite, no necesariamente en la expresión poética con la cual se ilustra la idea. Se necesita aplicar este principio a las imprecaciones del Antiguo Testamento.

 

ACCIONES DIVINAS “POCO ÉTICAS”

Algunos críticos han argumentado que la Biblia describe que Dios algunas veces actúa en maneras claramente inmorales. Por ejemplo, en cuento a Faraón, Dios dijo: “[E]ndureceré su corazón” (Éxodo 4:21). El libro de Ezequiel hace referencia a que el Señor dijo: “[L]es di estatutos que no eran buenos” (20:25). Y Jeremías dijo de Jehová: “¡Ay, ay, Jehová Dios! Verdaderamente en gran manera has engañado a este pueblo” (4:10). Muchos estudiantes de la Biblia han quedado confusos a causa de estos y otros pasajes similares.

La solución yace en el entendimiento de ciertas características idiomáticas de las expresiones hebreas. El gran erudito James Macknight señaló que: “Los hebreos usaban verbos activos para expresar, no la acción, sino el permiso de lo que se dice que el agente hace” (1954, p. 29, énfasis añadido). Esto involucra el concepto del libre albedrío del hombre. Dios ha permitido que el hombre tenga libre albedrío, y cuando los seres humanos escogen hacer lo malo, el Señor no les controlará y forzará a hacer lo recto. La verdad es que Jehová permite que los humanos actúen según su voluntad (aunque finalmente existe un precio que se debe pagar). Pero algunas veces al usar terminología figurativa, la Biblia describe que Dios realiza una acción, aunque en realidad no lo hace. Con relación a los ejemplos mencionados anteriormente, podemos observar que: (1) las Escrituras claramente enseñan que Faraón endureció su propio corazón al ceder a los encantamientos de sus magos y rechazar someterse a la voluntad de Dios (Éxodo 7:11-14; 8:15,19; 9:34). Y el Señor permitió que Faraón fuera rebelde para que demostrara ¡Quién realmente tiene el control! (cf. Romanos 9:17-18). (2) Cuando Ezequiel afirmó que Dios dio estatutos que no eran buenos, no estuvo diciendo que el Dios Santo literalmente dio leyes malas. En cambio, estuvo sugiriendo que cuando esa gente testaruda determinó que no quería someterse a la ley del Cielo, ¡Dios permitió que siguieran los estatutos malos de las naciones paganas alrededor de ellos! Note las palabras del Salmo 81:12—“Los dejé, por tanto, a la dureza de su corazón; caminaron en sus propios consejos”. (3) Y cuando Jeremías sugirió que Dios había engañado al pueblo de Israel, realmente quiso decir que el Señor les permitió seguir sus propios caminos de auto-engaño, y recibir sus frutos amargos. A causa del pecado incontrolado, Jeremías había predicho una gran destrucción sobre el pueblo de Dios (4:5et.seq.), pero el pueblo declaró que este mal no vendría: “ni veremos espada ni hambre” (5:12). También consideraron como “viento” (5:13) a los profetas que declaraban tales cosas. Ya que estuvieron determinados a ser engañados, Dios realmente dijo: “Adelante, sean engañados; Yo no les detendré”.

 

CONCLUSIÓN

Los que respetan la Biblia como la Palabra divina verbalmente inspirada, necesitan darse cuenta que aunque, de vez en cuando, pueden encontrar ciertos pasajes de la Escritura que parecen ser difíciles de entender inicialmente, existen explicaciones adecuadas para estos textos. Por medio de la investigación paciente y completa, podemos descubrir muchas de las respuestas que ayudarán a resolver estos problemas. E incluso si todavía no hemos encontrado todas las respuestas, nunca debemos acusar neciamente a Dios.

 

REFERENCIAS

Douglas, J.D. (1980), El Diccionario Bíblico Ilustrado [The Illustrated Bible Dictionary] (Wheaton, Il: Tyndale).

Harris, R.L., G.L. Archer y B.K. Waltke, eds. (1980), Diccionario Teológico del Antiguo Testamento [Theological Wordbook of the Old Testament] (Chicago, IL: Moody).

Kirkpatrick, A.F. (1906), Los Salmos [The Psalms] (Inglaterra: Cambridge University Press).

MacKnight, James (reimpresión de 1954), Epístolas Apostólicas [Apostolic Epistles] (Nashville, TN: Gospel Advocate).

Wilson, Clifford (1973), Ese Libro Increíble—La Biblia [That Incredible Book—The Bible] (Australia: Word of Truth).


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