La Violación y la Evolución
En febrero 12 de 1998, William Provine, un profesor en el Departamento de Ecología y Biología Evolutiva de la distinguida Universidad de Cornell, tomó el podio en el campus de la Universidad de Tennessee en Knoxville, Tennessee. Él fue invitado allá para presentar la alocución principal en el segundo año del Día de Darwin, un día dedicado a conmemorar la vida y las enseñanzas de Charles Darwin. En un resumen de esa conferencia, en el sitio Web del Día de Darwin, se registran sus comentarios preliminares con las siguientes palabras:
La evolución naturalista tiene consecuencias claras que Charles Darwin entendió perfectamente. 1) No existe mérito en tener dioses; 2) no existe vida después de la muerte; 3) no existe fundación final para la ética; 4) no existe propósito final en la vida; y 5) no existe el libre albedrío humano (Provine, 1998).
El mensaje subsiguiente de Provine se centró en su quinto enunciado concerniente al libre albedrío humano. Sin embargo, antes de ahondar en la “carne” de su mensaje, él señaló: “Las primeras 4 implicaciones son tan obvias para los evolucionistas naturalistas modernos que tomaré poco tiempo para defenderlas” (Provine, 1998).
Entonces es claro, por los comentarios de Provine, que él cree que la evolución naturalista no tiene forma de producir una “fundación final para la ética”. Y es igualmente muy claro que este sentimiento fue tan aparente para los “evolucionistas naturalistas modernos” que el Sr. Provine no sintió que incluso necesitaba defenderlo.
Los comentarios de Provine proveen un excelente fundamento del cual se puede examinar las consecuencias lógicas de la creencia en la evolución naturalista. Si es verdad que la evolución naturalista no puede proveer una fundación final para determinar la diferencia entre las acciones que son correctas y las que son incorrectas, entonces todas las puertas están abiertas a la especulación subjetiva acerca de todo comportamiento humano.
Al trabajar bajo esta suposición (de la evolución naturalista), y al conocer las implicaciones éticas de esta, Randy Thornhill y Craig T. Palmer co-escribieron un libro titulado A Natural History of Rape (Una Historia Natural de la Violación), publicado por la Prensa del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) en el 2000. En su prefacio ellos declararon que les gustaría “ver que la violación sea erradicada de la vida humana” (p. xi). Un pensamiento noble—erradicar tal práctica detestable. Su propósito auto-declarado es educar a sus lectores acerca de las causas de la violación. Ellos sienten que esta educación ayudará a sus lectores a entender mejor la violación, y estar mejor equipados para iniciar programas que la prevendrán más eficientemente que los programas actuales.
Aunque su propósito sugerido pueda parecer muy noble, Thornhill y Palmer se embarcaron en una tarea imposible. Ya que ellos aplican el pensamiento naturalista y evolutivo a la violación, están forzados a decir, en esencia, que no existe realmente nada que sea finalmente equivocado con tal práctica (aunque a ellos no les gusta y quieren que sea erradicada). En el tercer capítulo titulado “Why Do Men Rape?” (“¿Por Qué Violan los Hombres?”), los autores anotaron:
Los machos de la mayoría de especies—incluyendo a los humanos—están usualmente más ansiosos a aparearse que las hembras, y esto permite a las hembras el escoger entre los machos que están compitiendo el uno con el otro para llegarse a estas. Pero el ser escogido no es la única manera de lograr llegarse a las hembras. En la violación, el macho sortea la elección de la hembra (Thornhill y Palmer, p. 53).
Al comparar a los humanos con las especies animales, los autores ven la violación como una manera natural en que los hombres sortean el proceso de la selección. De hecho, ellos claman: “La violación humana surge de la maquinaria evolucionada del hombre para obtener un alto número de parejas en un ambiente donde las mujeres escogen a las parejas” (p. 190, énfasis añadido). Ellos adicionalmente declararon que “[…]la teoría evolutiva se aplica a la violación, como lo hace a muchas otras áreas de los asuntos humanos, en campos lógicos y probados. No existe razón científica legítima para no aplicar las hipótesis evolutivas o esenciales a la violación” (p. 55). En sus razones evolutivas propuestas como “científicas” de por qué los hombres violan a las mujeres, ellos sugirieron que en algunos casos los metales pesados, tales como el plomo, “interrumpen las adaptaciones psicológicas de control de impulso”, lo cual puede guiar a un “índice más alto de criminalidad” (p. 58). Ellos declaran, “[…]el plomo puede explicar ciertos casos de violación, exactamente como las mutaciones pueden hacerlo” (p. 58). Por ende, la violación puede ser causada simplemente cuando un macho de una especie está expuesto a un exceso de algún tipo de metal pesado como el plomo.
El problema con esta línea de pensamiento es que ésta se burla de todo lo que los humanos conocen acerca de las decisiones morales e inmorales. Además, esta transforma una actividad viciosa y moralmente reprensible en algo que puede ser causado ocasionalmente por demasiado plomo en el ambiente. Tales explicaciones “científicas” para una acción inmoral como la violación son absolutamente insatisfactorias. En esencia, como Thornhill y Palmer han ilustrado tan bien, la evolución naturalista nunca puede clamar que alguna actividad es equivocada en un sentido final. Siendo este el caso, cualquier acción que una persona escoja hacer sería considerada justo tan moralmente correcta como cualquier otra acción, ya que todo comportamiento humano sería producto de la evolución.
Tal cenagal de conceptuación moral errónea conduciría finalmente a la ruina completa de cualquier sociedad. Toda civilización en la historia de la humanidad ha reconocido ciertas acciones como fundamentalmente correctas y otras acciones como fundamentalmente incorrectas. Este reconocimiento es solamente alcanzable al fundamentarse en la idea de que existe un estándar moral esencial que es superior a cualquier otro y que ejerce jurisdicción más allá de cualquier frontera regional. El concepto de Dios es la única explicación racional detrás de un estándar moral final.
Cuando el concepto de Dios es erradicado de una filosofía o sociedad, esa filosofía o sociedad corta su habilidad de hacer cualquier decisión moral. A su vez, pierde el derecho de “erradicar” tales acciones como la violación, el hurto, el homicidio o cualquier otro vicio inmoral. Cuando la Biblia concisamente declara, “Dice el necio en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido, hacen obras abominables; no hay quien haga el bien” (Salmos 14:1), esta ofrece el comentario divino exacto sobre cada persona, sociedad, o filosofía que abandona la noción de Dios—“Se han corrompido”.
En realidad, la falsa filosofía de la evolución naturalista falla en muchos casos, como lo hace al intentar proveer una base para la ética. El rechazo de un estándar divino final para la moralidad deja a uno en confusión desesperada acerca de cómo deben ser vistas las acciones tales como la violación. Los evolucionistas naturalistas que son honestos en cuanto a las implicaciones de su teoría, pueden decir que a ellos no les gustan las cosas como la violación, o que ellos piensan que es mejor que la violación sea parada, o que puede ser más beneficioso para la mayoría que la acción sea limitada o erradicada, pero ellos no tienen fundamento sobre el cual decir que esto es absolutamente y moralmente equivocado.
En crudo contraste a la ética infundamentada de la filosofía naturalista, el concepto de Dios provee la razón perfecta por la cual basar las determinaciones morales. Existe un Dios que ve tanto a “los malos y a los buenos” (Proverbios 15:3). Él llamará a toda persona a dar cuenta por sus acciones (Apocalipsis 20:12-15). Por tanto, cada individuo es responsable delante de Dios por cualquier acción que él o ella haya cometido en violación a Su estándar moral encontrado en la Biblia (Efesios 3:3,4). La violación y otros crímenes atroces en contra de la humanidad no son subproductos evolutivos pasados a los humanos de un precursor mamífero, ni tampoco son “malfuncionamientos” biológicos causados por la exposición a un exceso de un cierto metal pesado como el plomo. Tales acciones son crímenes pecaminosos y moralmente reprensibles en contra de la humanidad y en contra de Dios de individuos que han escogido ignorar el estándar moral final que Dios manifestó a través de Su Hijo Jesucristo y que registró en Su Palabra, la Biblia.
REFERENCIAS
Provine, William (1998), “Evolution: Free Will and Punishment and Meaning in Life,” [En-línea], URL: http://eeb.bio.utk.edu/darwin/DarwinDayProvineAddress.htm.
Thornhill, Randy y Craig T. Palmer (2000), A Natural History of Rape (Cambridge, MA: MIT Press).
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