La Teoría “Pagando-un-Precio”
No para de asombrarme que, aunque nuestra sociedad habla frecuentemente como si fuera religiosa, a la vez ignora el único lugar donde puede encontrar las respuestas reales—la Biblia. En la portada de la edición del 12 de abril de 2004 de la revista Time, una ilustración de Jesús capta la atención del lector y le lleva a meditar en la pregunta escrita en letras grandes en la parte superior de la portada: “¿Por Qué Tuvo que Morir Jesús?”. La discusión extensa de seis páginas está llena de citas de teólogos, ministros y predicadores, e incluye ocasionalmente un versículo bíblico arbitrariamente para dar al artículo una insinuación de “autenticidad religiosa”.
Los seis autores del artículo se enfocaron en dos “teorías” principales sobre la razón de la muerte de Jesús en la cruz. Ellos atribuyeron una teoría a Anselmo, Arzobispo de Canterbury en 1098. Llamaron a esta teoría la “teoría pagando-una-deuda”, la cual indica que la muerte de Cristo en la cruz pagó una deuda que los pecadores no podían pagar. Ellos calificaron a esta idea como “la expiación sustitutiva”. La idea presentada en oposición a la “teoría pagando-una-deuda” fue la teoría de la expiación ejemplar. Según la idea de la expiación ejemplar, Jesús vino a dar un ejemplo a los seres humanos, y Su muerte no se realizó necesariamente para pagar alguna clase de deuda.
Se entrevistó a varios “expertos” de ambas teorías. En su discusión de la teoría de la expiación sustitutiva, John Dominic Crossan calificó a esta idea como “la noción más desafortunadamente exitosa en la historia del pensamiento cristiano”. Su razonamiento para tal calificativo fue: “Si puedo persuadirle que existe un Dios castigador y que usted merece ser castigado pero que yo tengo una manera de escapar de ese castigo, entonces esa es una teología muy atractiva” (citado en Chu, et.al., 2004, 163[15]:60). Albert Mohler, presidente del Seminario del Sur de la Convención Bautista del Sur, habló en contra de la idea que el sacrificio de Jesús fue simplemente un ejemplo que no tuvo que ver con el pago de una deuda.
El aspecto más perturbador del artículo fue el hecho que la Biblia—el único recurso que realmente pudiera responder la pregunta a mano—fue casi completamente ignorada. En las seis páginas del escrito, se citó un versículo corto de Isaías, un verso de los Salmos, una discusión breve de seis líneas acerca de la epístola de Pablo a los Romanos, un párrafo simple que citaba un versículo de Hebreos, uno de Marcos, un versículo de 1 Pedro y un versículo de Colosenses. Los versículos citados de Hebreos (9:12) y Marcos (10:45) explicaban que Cristo fue sacrificado en rescate por muchos, y que por Su propia sangre obtuvo la redención de ellos.
Los versículos bíblicos en el artículo no solamente fueron pocos y esporádicos, sino también fueron igualados con las citas de los “expertos”, y se les dio poco o nada de valor autoritativo. Se presentaron estos versículos, no como la Palabra de Dios, sino simplemente como otra voz que se podía oír en la discusión. Además, se le identificó a Anselmo como el “revelador” de la “teoría” de la expiación—una idea que los escritores de la Biblia “revelaron” por medio de inspiración casi mil años antes que Anselmo.
La pregunta real del artículo debería haber sido: “De acuerdo a la Biblia, ¿por qué murió Jesús en la cruz?”. No es posible incluir en este breve artículo un catálogo completo de todos los versículos que están relacionados a esta pregunta. Pero algunos de los enunciados más directos clarifican que la Biblia evidentemente describe a la muerte de Jesús como un sacrificio expiatorio a favor de los pecadores que no podían pagar su propia deuda. Hebreos 9:22 explica que “sin derramamiento de sangre no se hace remisión” de pecados. Luego en el mismo capítulo, el escritor de Hebreos remarcó que “Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos” (9:28). El profeta Isaías escribió: “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados… Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado” (53:4,5,10).
Juan escribió que Jesús es “la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo” (1 Juan 2:2). La palabra propiciación significa sacrificio satisfactorio o sacrificio de pacificación. En su despedida a los ancianos de la iglesia en Éfeso, el apóstol Pablo exhortó a los líderes: “[A]pacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre” (Hechos 20:28). El versículo de Hebreos que se hizo referencia en el artículo resume la idea de la expiación muy bien: “No por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención” (9:12).
Es cierto que varios versículos bíblicos explican que la muerte de Jesús también se realizó para proveer un ejemplo de la manera en que debemos comportarnos frente a la persecución (1 Pedro 2:21-25). Sin embargo, no es cierto que este ejemplo resta valor al hecho que Jesús fue el sacrificio satisfactorio que pagó la deuda de los pecadores, y que fue ofrecido como un sacrificio expiatorio por los pecados del mundo. Anselmo no creó la “teoría” de la expiación en 1098. El hecho de la expiación estaba en la mente de Dios incluso antes del comienzo del tiempo (1 Pedro 1:18-20), y finalmente se logró a través de la muerte y resurrección de Cristo. El artículo de la revista Time muestra un problema fundamental en la religión norteamericana. Nuestra sociedad ya no abre la Biblia para buscar las respuestas definitivas, sino consulta a los “expertos” para encontrar las respuestas a las preguntas que solamente se pueden responder correctamente a través de la Biblia. A menos que decidamos regresar a la Palabra de Dios para encontrar nuestras respuestas, continuaremos deambulando sin rumbo en el lodo filosófico y religioso. Debemos adoptar la actitud que el salmista refleja concerniente a la Palabra de Dios: “¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación. Me has hecho más sabio que mis enemigos con tus mandamientos, porque siempre están conmigo. Más que todos mis enseñadores he entendido, porque tus testimonios son mi meditación. Más que los viejos he entendido, porque he guardado tus mandamientos” (119:97-100).
REFERENCIAS
Chu, Jeff, et al. (2004), “Why Did Jesus Die?”, Time, 163[15]:54-61, April 12.
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