La Posesión Demoníaca, la Biblia y las Supersticiones
P.
¿Cómo se responde a la acusación de que el Nuevo Testamento respalda las supersticiones al hacer referencia ocasionalmente a la posesión demoníaca?
R.
La posesión demoníaca fue un fenómeno real e histórico del primer siglo. Las entidades espirituales, conocidas como demonios, sí habitaban y afligían los cuerpos humanos durante ese tiempo.
El asunto del origen de los demonios no es detallado en las Escrituras, aunque varias teorías han sido propuestas por los eruditos de la Biblia—algunas de las cuales pueden ser descartadas a primera vista. Algunos pocos escritores han sugerido que los demonios eran los espíritus incorpóreos de una raza de hombres pre-adámicos que vivieron en la Tierra en un supuesto “periodo de brecha” entre Génesis 1:1 y 1:2. Pero no existe evidencia de tal periodo de brecha. Además, Adán es claramente identificado como “el primer hombre” (1 Corintios 15:45). Otros especulan que los demonios son el resultado de la cohabitación de ángeles con mujeres antediluvianas (basados en un malentendido de Génesis 6:1-4), incluso cuando Cristo claramente enseñó que los ángeles son seres asexuales incapaces de tales uniones (Mateo 22:30).
Los dos puntos de vista más plausibles suponen que: (a) los demonios pueden haber sido los espíritus de hombres impíos a quienes Dios, en armonía con Su propósito divino, les permitió dejar el reino del Hades para morar en algunas personas (vea, por ejemplo, Alexander Campbell, “Demonology”, Popular Lectures and Addresses); o (b) los demonios pueden haber sido ángeles caídos a quienes se les fue permitido escapar de sus prisiones (Judas 6) por un propósito similar (vea Charles Hodge, Systematic Theology). Sin tener en cuenta su origen, la existencia de demonios es reconocida en las páginas del Nuevo Testamento.
En cuanto a su naturaleza, los demonios son representados como espíritus (Mateo 10:1) y por ende no poseyeron una existencia corporal (Lucas 24:39). En cuanto a su carácter, los demonios son representados como espíritus inmundos que son malos y que están bajo el control inmediato de Satanás (Mateo 12:43,45). Los demonios también fueron seres inteligentes (Marcos 1:24) y podían ejercer tanto la volición y locomoción cuando les era permitido (Mateo 12:44,45). La posesión demoníaca de cuerpos humanos frecuentemente daba como resultado enfermedad física y/o mental (aunque tales dolencias también eran claramente distinguidas de la posesión demoníaca [vea Mateo 4:24]). La mudez (Mateo 9:32), la ceguera (Mateo 12:22) y la fuerza sobrenatural (Marcos 5:4; Hechos 19:16) algunas veces eran características de los endemoniados.
El Nuevo Testamento no provee razón del por qué los demonios entraban en individuos particulares, pero clarifica que estos habitaban en los hombres (Mateo 9:32), mujeres (Lucas 8:2) y niños (Marcos 7:30). Aparentemente, la posesión demoníaca fue permitida por Dios temporalmente para que la autoridad de Cristo pueda ser hecha manifiesta. Mientras que el Señor revelaba Su autoridad sobre la naturaleza (Marcos 4:41), enfermedad (Marcos 2:12), cosas materiales (Juan 2:9) e incluso la muerte (Juan 11:44), también demostraba Su poder sobre el reino espiritual (Lucas 11:20). De hecho, la autoridad de Jesús sobre los espíritus malos impresionó a Sus contemporáneos, quienes exclamaron: “¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es esta, que con autoridad manda aun a los espíritus inmundos, y le obedecen?” (Marcos 1:27). Los discípulos de Cristo, por Su autoridad, también pudieron expulsar demonios (Lucas 10:17), excepto en una ocasión cuando fueron impedidos por su fe débil (cf. Marcos 9:28 y Mateo 17:20).
Con la terminación de la era sobrenatural de la iglesia primitiva, la posesión demoníaca y el don correspondiente de la expulsión cesaron. El poder sobrenatural de Satanás fue restringido (Mateo 12:29). Ciertamente, el diablo ejerce gran influencia hoy. Sin embargo, exactamente como Dios ya no obra milagrosamente, sino que influencia a los hombres mediante Su Palabra y providencia, así también Satanás ejerce su poder indirectamente y no-milagrosamente a través de varios medios. Los casos modernos de supuestas posesiones demoníacas son sin duda los resultados de problemas psicosomáticos, histeria, hipnosis auto-inducida, ilusión y cosas tales como estas. Estas cosas tienen causas naturales, aunque tal vez no son bien entendidas. Cuando la Biblia habla de la posesión demoníaca, siempre lo hace desde una posición estratégica específica e histórica. Como tal, esta no respalda el mito o la superstición.
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