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La Paciencia de Dios No es Eterna

Uno de los atributos más alentadores de Dios es Su paciencia. La paciencia misericordiosa del Todopoderoso concede esperanza y ayuda a la iglesia redimida, aunque imperfecta. Inmediatamente después de un recordatorio a los cristianos en Roma de que los escritos del Antiguo Testamento “para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza”, Pablo hizo referencia a Dios como “el Dios de la paciencia y de la consolación” (Romanos 15:4-5). Por todo el Antiguo Testamento, los escritores de la Biblia representaron a Dios como paciente, especialmente en Su relación con los israelitas, quienes constantemente rechazaron Su dirección (cf. Números 13-14; 16; 21:4-9). Jesús, los apóstoles y los profetas del Nuevo Testamento también emplearon tiempo significativo expresando la paciencia misericordiosa de Dios (cf. Romanos 2:4; 1 Pedro 3:20). El apóstol Pedro escribió: “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9, énfasis añadido).

Desafortunadamente, el cuadro que a menudo se describe de Dios en el siglo veintiuno parece dejar la impresión que la paciencia de Dios va a continuar por siempre. A menudo se olvida la justicia y venganza de Dios (Hebreos 10:26-39; Romanos 12:19), mientras que se acentúa Su paciencia compasiva hacia los pecadores que se llega a transformar la paciencia de Dios en una paciencia eterna. Sin embargo, este concepto se encuentra en crudo contraste a la voluntad revelada de Dios.

El hecho es que Dios juzgará al mundo un día (Hechos 17:30-31), y Él dará “retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder” (2 Tesalonicenses 1:8-9). Su paciencia no es una paciencia “eterna”. La gente impía del tiempo de Noé aprendió este punto. Dios aplazó Su destrucción del mundo con agua por muchos años (tal vez 120 años; cf. Génesis 6:3) mientras que Noé pregonaba justicia (2 Pedro 2:5). No obstante, finalmente la paciencia de Dios llegó a un punto final. Siglos después, Dios otra vez reveló Su misericordia y paciencia cuando conversó con Abraham en cuanto a Sodoma y Gomorra. Abraham pidió seis veces a Dios que no destruyera a Sodoma (Génesis 18:23-33), y seis veces Dios estuvo de acuerdo en librar a la ciudad de Su venganza, incluso si solo diez personas justas se encontraran en sus límites.

Una y otra vez, Dios ha actuado pacientemente delante de la humanidad pecaminosa. Pero debemos reconocer que la paciencia de Dios hacia los pecadores finalmente se acabará. Se acabó en los días de Noé. Se acabó para Sodoma y Gomorra en los días de Abraham. Y, finalmente se acabará para todos los impíos cuando Jesús regrese (2 Pedro 3:10). Ciertamente Dios es paciente, pero esta paciencia para con los creyentes rebeldes y los pecadores impíos se acabará un día. “Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir” (Mateo 25:13).


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