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¿La Moralidad Cristiana… no es Cristiana?

En su intento continuo por resistir el asalto masivo en contra de los valores morales tradicionales, los cristianos recientemente experimentaron una victoria momentánea cuando la NBC decidió cancelar uno de sus programas después de poner al aire solamente tres episodios. El programa tenía como protagonista principal a un sacerdote episcopal angustiado y con adicción a las píldoras, una esposa que dependía en martinis diarios, una hija de 16 años que era una vendedora de drogas, un hijo adoptado de 16 años que tenía actividades sexuales con la hija del sacerdote y la secretaria lesbiana del sacerdote que dormía con su cuñada (“NBC Pulls Plug…”, 2006). El hecho que el programa viera la luz del día habla grandemente concerniente a la degeneración de la industria del entretenimiento. El lloriqueo santurrón de los partidarios de la serie de televisión demuestra el descaro atrevido y militante que poseen los que desean inundar la sociedad norteamericana con la obscenidad y la suciedad moral. El creador de la serie es citado condenando la oposición del programa como “censura, pura y simple—y una que no es cristiana o americana” (Brown y Jackson, 2006, énfasis añadido).

Algunos han expresado abiertamente su fracaso moral, sin embargo, este escenario es la cumbre del descaro. Si la gente de Hollywood no cree en Dios, debe tener suficientes agallas para decirlo. Si ellos creen que la “moralidad” y lo “correcto e incorrecto” son relativos, flexibles y determinados solamente por la preferencia personal subjetiva, deben tener el coraje para admitirlo. Si creen que sus estilos de vida moralmente corruptos y su preocupación enfermiza por el sexo ilícito son superiores, que lo declaren abiertamente. Pero no, ellos sienten la necesidad de disimular su hedonismo profundo con reclamaciones santurronas de superioridad moral—¡incluso hasta el punto de regañar a los cristianos norteamericanos de no ser cristianos y americanos! Y, desde luego, para presumir de su “rectitud” santurrona, ¡apelan frenéticamente a la palabra “censura”!—un término que ahora trae a la memoria imágenes de cámaras de tortura medieval impuestas a la gente “oprimida y menospreciada” de Hollywood.

Como es común, los liberales sociales son auto-contradictorios, hipócritas y culpables de lo mismo que acusan a los demás. Si los liberales tienen el derecho de emprender sus maquinaciones pervertidas en los medios de comunicación, ¿no es lógico que los que están en desacuerdo tengan el mismo derecho de expresar su desacuerdo? Si los liberales tienen el derecho de decir: “Nosotros aprobamos la homosexualidad, el aborto y la pornografía”, entonces, según el mismo principio, los cristianos tienen el derecho de decir: “Nosotros desaprobamos la homosexualidad, el aborto y la pornografía”. Si aponerse a la inmoralidad sexual televisiva es “censura”, ¿cómo llamaríamos al ataque conspirador que prohíbe el cristianismo en las aulas de clase, el gobierno, la comunidad y, desde luego, la industria del entretenimiento? De hecho, en su campaña incesante por celebrar y normalizar el uso de drogas y el alcohol, el sexo premarital y la homosexualidad, la gente de Hollywood es hábil en lanzar una invectiva intolerante y abusiva en contra de sus opositores al denunciarlos como censuradores demoníacos. Aunque, ellos mismos tienen sus límites. Ellos todavía no han dado un paso adelante y han apoyado públicamente los programas de televisión que celebran el bestialismo, la pedofilia, el incesto y la necrofilia. ¿Apoyarán escenas en las cuales lo actores realmente se matan (con tal que los actos sean consensuales)? No, ya que también “ponen límites”—y por ende son culpables de la misma “censura” definida por ellos.

Además, la declaración que oponerse a la programación televisiva obscena “no es cristiano” es ridícula, no solamente porque la gente de Hollywood no está calificada para definir lo que constituye el comportamiento cristiano, sino porque ellos han demostrado una hostilidad persistente, e incluso odio, hacia el cristianismo y la moralidad cristiana. Su definición de “compasión” es pervertida y distorsionada. De igual manera, calificar a la oposición de la obscenidad como “no-americana” es una burla del hecho histórico. Desde los Fundadores y Constituidores de la historia norteamericana (hasta los 50 años pasados), la vasta mayoría de norteamericanos ha reconocido la inmoralidad. Ellos supieron la diferencia entre lo correcto e incorrecto basados en el marco moral de la Biblia—y las cortes sostenían este sistema de valores (e.g., People v. Ruggles [1811]; The Commonwealth against Sharpless [1815]; Updegraph v. The Commonwealth [1824]; City Council of Charleston v. Benjamin [1848].

De hecho, en 1848, la Suprema Corte de South Carolina pronunció el estándar que caracterizó a Norteamérica por los primeros 185 años:

¿Qué es lo que constituye el estándar de moralidad buena? ¿No es el cristianismo? Ciertamente no existe otro. Imagine que no se pudiera apelar a este y… ¿cuál sería la moralidad buena? Si ese estándar fuera abolido, el tiempo de virtud moral en el cual vivimos caería en oscuridad y tiniebla de inmoralidad pagana (City Council of Charleston…, énfasis añadido).

Las palabras de la corte fueron proféticas. Estamos atestiguando literalmente a la civilización norteamericana en medio de la inmoralidad pagana—encabezada, entre otros, por una gran parte de la industria del entretenimiento.

En realidad, este tema tiene que ver exclusivamente con la existencia de un Ser Supremo que tiene el derecho de legislar el comportamiento moral de Sus criaturas. Si Dios existe, entonces Él ya ha dado a los humanos un marco moral—un estándar de comportamiento al cual todos los humanos son responsables. En ese caso, la “censura” ocurre solo cuando una persona intenta rechazar o reprimir lo que Dios no quiere que se reprima (una descripción de lo que la gente de Hollywood intenta hacer). Por consiguiente, ¡oponerse al mal y a la inmoralidad no es “censura”! En cambio, ¡es justo, heroico, espiritualmente valiente, americano y muy cristiano!

REFERENCIAS

Brown, Jody y Fred Jackson (2006), “NBC Closes the Book on Daniel,” AgapePress, January 24, [En-línea], URL: http://headlines.agapepress.org/archive/1/242006a.asp.

City Council of Charleston v. Benjamin (1848), 2 Strob. L. 508 (S. C. 1848).

The Commonwealth v. Sharpless (1815), 2 Serg. & Rawle 91; 1815 Pa. LEXIS 81.

“NBC Pulls the Plug on ‘Book of Daniel’” (2006), World Net Daily, January 23, [En-línea], URL: http://www.wnd.com/news/article.asp?ARTICLE_ID=48476.

The People v. Ruggles (1811), 8 Johns 290 (Sup. Ct. NY.), N.Y. Lexis 124.

Updegraph v. The Commonwealth (1824), Supreme Court of Pennsylvania, [En-línea], URL: http://80-web.lexis-nexis.com.library.fhu.edu:2048/universe/document? _m=083294452aab2484abf17cb283bb244a&_docnum=1&wchp=dGLbVlz-zSkVb&_md5 =d6703819f222838c8fe93f045ebc0282.


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