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La Homosexualidad y el Racismo

P.

¿No es racismo oponerse a la homosexualidad?

R.

Uno de los trucos favoritos de los que desean favorecer la agenda homosexual en los Estados Unidos es comparar la oposición a la homosexualidad con la discriminación de los afro-americanos que ha sido característica de una parte de la población estadounidense. Se dice que si nos oponemos a la homosexualidad y favorecemos la prohibición del matrimonio entre el mismo sexo, “somos como los racistas que oprimieron a los africanos en el Sur”.

La Biblia enseña muy claramente que el maltrato al prójimo es pecaminoso, y que Dios no hace acepción entre seres humanos por el color de la piel, la raza o la nacionalidad (e.g., Hechos 17:26; Romanos 2:11,28,29; Santiago 2:1et.seq.; 1 Pedro 1:17). Sin embargo, el comportamiento es un asunto diferente. Por definición, la homosexualidad implica un acto que una persona realiza por elección propia.

Note que la raza no tiene nada que ver con el comportamiento o la elección. Si una persona es blanca o morena, sus decisiones no son el resultado inevitable de ese factor genético. El comportamiento se determina por factores que no son genéticos—incluyendo las experiencias pasadas, la influencia de los amigos, la educación y la cultura. Un hispano no está más propenso a comportarse de una cierta manera simplemente a causa de su composición genética. Por ejemplo, alguien que tiene una composición genética hispánica no está más propenso a preferir un tamal que los que tienen una composición genética caucásica. Tales personas tendrán preferencias por razones diferentes a sus fuentes genéticas.

De igual manera, los apetitos y/o preferencias sexuales no tienen nada que ver con la composición genética. En cambio, son el resultado del ambiente, la experiencia, la cultura y otros factores que pueden moldear y afectar a las personas en sus decisiones. Las inclinaciones y tendencias sexuales que el homosexual dice que son “sentimientos” inherentes no son diferentes a los sentimientos e inclinaciones que un pedófilo posee en cuanto a su atracción sexual por los niños. Ni tampoco son diferentes a los sentimientos que un asesino experimenta por sus tendencias violentas. Estos “sentimientos” que experimentan son obviamente reales; pero es un error asignar a estos sentimientos una causa genética. No es aceptable, bíblicamente y moralmente, que un individuo actúe basado en tales sentimientos. Aquí está la diferencia entre la raza y la homosexualidad. Un afro-americano no puede alterar su color, pero sí puede alterar su comportamiento. Y los homosexuales también pueden hacerlo.


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