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La Guerra de Fósiles Muestra que los Evolucionistas Tienen un Objetivo

El Dr. Chris Beard, paleontólogo en el Museo de Historia Natural de Carnegie en Pittsburgh, recientemente recibió atención nacional cuando negó firmemente que el fósil llamado Ida era un eslabón perdido entre los humanos y sus supuestos antepasados primates (vea Lyons y Butt, 2009). Él negó correctamente la importancia de Ida en la supuesta evolución humana, pero no estuvo motivado por la verdad que indica que los humanos no evolucionaron. Tampoco se convenció a negar el rol de Ida teniendo en cuenta que la evolución desafía las leyes de biología y genética y que es científicamente imposible. En cambio, parece que él simplemente tenía un fósil propio que quería presentar como candidato para un antepasado humano primitivo.

El escritor de la Prensa Asociada, Michael Casey, reportó sobre el nuevo fósil que el Dr. Beard y su equipo descubrieron en Myanmar. El equipo encontró pedazos de mandíbulas y dientes, y declaró que vino de 10-15 diferentes individuos. Según el Dr. Beard, esta nueva criatura, llamada Ganlea megacanina, vivió en Asia hace 38 millones de años atrás. Adicionalmente, el Dr. Beard y su equipo declararon que “el desgaste y los rasgones en los caninos sugieren que las criaturas que habitaban en árboles y que se parecían a los simios usaban sus dientes para quebrar frutos tropicales y obtener la pulpa y las semillas” (Casey, 2009). Según Beard, este supuesto comportamiento fue muy especializado y enlazaría a Ganlea con los primates.

¿Qué sugiere Beard que este nuevo hallazgo prueba? Él intenta desafiar la creencia popular entre paleontólogos que indica que los humanos evolucionaron en el continente africano. Él dijo: “El nuevo fósil Ganlea definitivamente nos ayuda a argumentar—y nosotros pensamos que el argumento ya casi está establecido—que cuando se remonta a este tiempo, el ancestro común de los monos, simios y humanos estuvo definitivamente en Asia, no en África” (citado en Casey, 2009). Es fácil notar la tensión entre paleontólogos mientras pelean por marcar titulares con sus hallazgos más nuevos. Se puede ver claramente el desprecio de Beard en cuanto a Ida y su intento de apoyar su nuevo hallazgo en su siguiente comentario: “Nosotros no reclamaríamos que Ganlea es [sic] eslabón perdido, pero sabemos que Ganlea está más cercanamente relacionado a nuestros ancestros que Ida—incluso cuando, desafortunadamente, no tengamos [sic] esqueleto completo como el que tuvieron para Ida” (citado en Casey).

No obstante, no es difícil descubrir que hay paleontólogos que no están de acuerdo con Beard y su equipo. Casey reportó que John Fleagle, un paleontólogo de la Universidad Stony Brook, señaló que los fósiles “no añaden nada nuevo” a la idea de la evolución humana, y que sin encontrar un cráneo, el equipo de Beard no ha añadido ninguna información conclusiva al debate (2009). En un sentido muy real, los evolucionistas continúan divididos en cuanto a algunas de las ideas más básicas de la evolución humana.

Esta guerra de fósiles nos ayuda a ver algunos hechos significativos. Primero, este escenario muestra que los hechos no son siempre la fuerza guiadora detrás de muchas conclusiones “científicas”. En muchos casos, es el deseo de la fama, el prestigio o el respaldo gubernamental lo que ocasiona el ímpetu de la investigación. Segundo, vemos que el concepto de la evolución humana es tan oscuro que la comunidad paleontológica no puede estar de acuerdo en algunos de sus dogmas principales. Esto tiene mucho sentido a la luz del hecho que los humanos no evolucionaron, y cualquier enfoque que declara que lo hicieron se basa principalmente en interpretaciones falsas de la información. Tercero, podemos estar seguros que siempre habrá otro “eslabón perdido” o fósil nuevo que llegue a los titulares reclamando probar la evolución humana. El nombre del juego es la exageración y el exceso. Esto ha estado sucediendo por más de un siglo. Pero un fósil es descartado por otro, o se demuestra que es falso, o se prueba que es nada más que un fósil humano o un fósil animal. ¿Cuántas veces se ha de probar que los nuevos hallazgos son falsos para evidenciar que la idea completa de la evolución humana es incorrecta? Ganlea, Ida, el Hombre de Piltdown, el Hombre Hobbit, el Hombre de Nebraska, Lucy y todo el resto del clan no prueban que los humanos evolucionaron. De hecho, al observar honestamente la situación llega a ser aparente a causa de la falta de evidencia en estos hallazgos que los fósiles muestran que los humanos no evolucionaron de animales inferiores.

 

REFERENCIAS

Casey, Michael (2009), “El Fósil de Myanmar Puede Arrojar Luz en cuanto a la Evolución” [“Myanmar Fossil May Shed Light on Evolution”], [En-línea], URL: http://news.yahoo.com/s/ap/20090702/ap_on_sc/as_sci_myanmar_primate_fossil.

Lyons, Eric y Kyle Butt (2009), “Ida—¿Un Eslabón Perdido?”, [En-línea], URL: https://apologeticspress.org/espanol/articulos/240211.


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