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La Fórmula Divina del Jabón

Cuando se compara las instrucciones del Antiguo Testamento a las explicaciones del Nuevo Testamento de esas acciones, llega a ser claro que muchos de los mandamientos antiguos fueron principalmente simbólicos en naturaleza. Por ejemplo, cuando se comía el cordero de la Pascua, no se debía quebrar ninguno de sus huesos. Esto simbolizaba el sacrificio de Cristo, cuyo costado fue traspasado, pero incluso en Su muerte escapó a la práctica usual del quebramiento de las piernas (Juan 19:31-37).

Con todo el simbolismo en el Antiguo Testamento, es importante que no pasemos por alto las instrucciones del Antiguo Testamento que tienen valor pragmático y que testifican de una Mente Maestra que está detrás de la escritura de la Ley. Una de estas directivas se encuentra en Números 19, donde se instruyó a los israelitas a preparar el “agua de purificación” que se debía usar para lavar a cualquier persona que hubiera tocado un cuerpo muerto.

A primera vista, el agua de purificación parece ser una mezcla supersticiosa que incluía las cenizas de una vaca alazana, hisopo, madera de cedro y escarlata. Pero esta fórmula era algo completamente diferente a una poción simbólica que tenía la intención de “ahuyentar los malos espíritus”. La fórmula para el agua de purificación es una muestra del ejemplo maravilloso del brillo de Dios, ya que la fórmula no es nada menos que un procedimiento para fabricar un jabón antibacteriano.

Cuando consideramos los ingredientes individualmente, comenzamos a ver el valor de cada uno. Primero, considere las cenizas de una vaca alazana. Como la mayoría de estudiantes en los Estados Unidos sabe, los pioneros de este país no podían ir al mercado más cercano y comprar sus productos favoritos de higiene personal. Si necesitaban jabón o champú, ellos tenían que hacerlo. Bajo esta situación, creaban varias recetas para el jabón. Uno de los tipos de jabón más usados era el jabón de lejía. Hoy en día cualquier persona puede obtener fácilmente una fórmula para el jabón de lejía al investigar rápidamente el Internet. Las varias fórmulas del jabón de lejía revelan que, para obtener lejía, se vertía el agua a través de la ceniza. El agua que se recupera después de pasarse a través de la ceniza, contiene una concentración de lejía. En concentraciones altas, la lejía es muy cáustica, e irrita la piel. De hecho, es uno de los ingredientes principales en muchas de las mezclas químicas modernas que se usan para desobstruir cañerías. En concentraciones más diluidas, se puede usar como un excelente exfoliante y limpiador. Hoy muchas compañías todavía producen jabones de lejía. Increíblemente, a través de la inspiración de Dios, Moisés mandó a que los israelitas preparen una mezcla que incluía lejía.

Además, considere que también se añadió hisopo al “agua de purificación”. El hisopo contiene timol antiséptico, el mismo ingrediente que encontramos hoy en algunas marcas de enjuague bucal (McMillen y Stern, 2000, p. 24). El aceite de hisopo continúa siendo un “aceite curativo” popular, y realmente es un poco caro. Al listar los beneficios del hisopo, un sitio Web anota: “Una vez usadas para purificar templos y limpiar a los leprosos, las hojas contienen un aceite antiséptico y antiviral. Un moho que produce penicilina crece en las hojas. Se toma una tisana como un expectorante que calma la gripe, la bronquitis y la flema” (vea “Hyssop”).

También se considera que los otros ingredientes tienen propiedades de limpieza. El aceite de madera de cedro en la mezcla proveía un irritante leve de la piel que fomentaba el frotado. Y la escarlata (vea Hebreos 9:19) añadía fibras de lana a la mezcla, transformándola en el “equivalente antiguo del jabón Lava® [un jabón reforzado de limpieza—MP]” (McMillen y Stern, 2000, p. 25).

Miles de años antes que se hiciera algún estudio para ver qué tipo de método de limpieza era el más efectivo, miles de años antes que los norteamericanos pioneros crearan sus soluciones de lejía, y miles de años antes que nuestros estudiantes de medicina avanzada supieran algo acerca de la teoría de los gérmenes, Dios dio a los israelitas una fórmula ganadora para el jabón.

REFERENCIAS

McMillen, S.I. y David Stern (2000), None of These Diseases (Grand Rapids, MI: Revell), tercera edición.

“Hyssop” (sine data), [En-línea], URL: http://www.taoherbfarm.com/herbs/herbs/hyssop.htm.


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