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La Evolución, la Civilización y la Inteligencia Humana

P.

He oído mucho acerca de los “hombres cavernícolas”. ¿Existió realmente gente como esta que se abrió paso a través de la edad de piedra, bronce, hierro, etc.?

R.

Ha habido gran controversia en el campo de la antropología desde hace algunos años. Esta tiene que ver con los tasaday—un pequeño grupo de gente que vivía en cuevas cubiertas por árboles en las Filipinas. La tribu captó la atención del mundo a comienzos de la década de 1970. Sus descubrimientos le aclamaban como un remanente aislado de la “Edad de Piedra”, con pocas herramientas y una manera de vida simple. Algunos antropólogos aprovecharon la oportunidad para poner a prueba sus teorías de la evolución cultural. Sin embargo, otros dudaban de la exageración publicitaria. Ellos consideraban a los tasaday como un fraude perpetrado para engañar a un público crédulo (vea Bower, 1989).

El debate continúa, pero para la persona que mira la escena desde un entorno externo, este caso representa algunos problemas grandes para la antropología evolutiva. Digamos, por un momento, que los tasaday no son un frade en absoluto. ¿Estaban ellos realmente aislados? ¿Son realmente un vestigio del supuesto pasado primitivo del hombre, o simplemente se apartaron de los avances hechos por sus compatriotas filipinos?

Estas preguntas son difíciles de responder porque la antropología descansa en la suposición insegura que afirma que podemos aprender acerca de nuestro pasado al estudiar los grupos actuales calificados como “primitivos” (cf. Lewin, 1988). Se supone que la gente como los tasaday, o los kung en el sur de África, representan el estado de la humanidad en su infancia. Entonces es cosa del antropólogo inventar teorías evolutivas que expliquen cómo comenzamos a cultivar, construir y emprender el negocio que llamamos “civilización”. Pero ¿por qué están algunos en la “Edad de Piedra” mientras que otros están en la “Edad Espacial”?

Tal vez esta gente no está en la Edad de Piedra ya que nunca hubo una Edad de Piedra. En Génesis aprendemos que la gente siempre ha cultivado y domesticado animales (4:2), establecido pueblos (4:17), creado música (4:21) y utilizado metales (4:22). El error que cometemos es igualar la inteligencia con la tecnología. Sí, la tecnología está evolucionando, si usamos esta palabra en el sentido estricto de cambio. Lo que es más interesante es la manera en que los seres humanos han usado sus cerebros para manejar la tecnología disponible. Stonehenge fue una hazaña increíble de ingeniería, pero su posible uso como un observatorio astronómico y centro de adoración pagana nos da una idea de una sociedad muy compleja.

Además, es obstinado imaginar que la evolución ha guiado al hombre desde la piedra, al bronce y al hierro como se presenta en los nombres de las eras arqueológicas. Muchos casos muestran que el enfoque de lo simple-a-lo-complejo de la evolución cultural es simplemente falso. Varias culturas que realizaban edificaciones en colinas o montes una vez poblaron Norteamérica, pero la mayoría de las sociedades y tecnologías indias que los colonizadores europeos antiguos descubrieron eran simples en comparación. Similarmente, los antiguos tasmanos usaban herramientas hechas de huesos, aunque sus descendientes abandonaron esta práctica y comenzaron a depender casi solamente en la madera y otros materiales producidos por árboles (Diamond, 1993).

Así que, ¿cómo puede Génesis 4 describir el trabajo con metales y la agricultura, mientras que varios grupos de gente nunca usaron estas técnicas? La respuesta más posible yace en el incidente de Babel (Génesis 11:1-9). Una vez más la gente se había rebelado en contra de Dios, desafiando Su mandamiento de poblar la Tierra (Génesis 9:1). Jehová decidió terminar con la rebelión al confundir su lenguaje. La lista de los descendientes de Noé por familias, lenguas y naciones en Génesis 10 sugiere que la división resultante ocurrió entre grupos pequeños. Algunos pueden haber llevado algunas técnicas específicas mientras que migraban a diferentes partes del mundo.

No obstante, no todos los grupos eran expertos en la agricultura, la construcción o la elaboración de metales. Y cuando los diferentes grupos se mudaron a una nueva área, sus miembros hubieran tenido que buscar plantas comestibles y animales, como también nuevas fuentes de piedra y metal. Inevitablemente, debido a las diferentes habilidades y recursos, los grupos hubieran obtenido diferentes niveles de sofisticación y tecnología.

El punto real no es si pensamos que una sociedad es simple o compleja. Si vemos más allá de la apariencia física y la parafernalia de nuestra cultura materialista, podremos ver que la imagen de Dios se refleja igualmente en todos los hombres. Con esto viene una responsabilidad individual delante de nuestro Creador con el fin de “que en toda nación [Él] se agrad[e] del que le teme y hace justicia” (Hechos 10:35).

REFERENCIAS

Bower, Bruce (1989), “The Strange Case of the Tasaday,” Science News, 135:280-281,283, May 6.

Diamond, Jared (1993), “Ten Thousand Years of Solitude,” Discover, 14[3]:48-57, March.

Lewin, Roger (1988), “New Views Emerge on Hunters and Gatherers,” Science, 240:1146-1148, May 27.


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