La Depravación Sexual Continúa Expandiéndose
El pecado es progresivo. En cualquier cultura o nación, cuando los ciudadanos se involucran en comportamientos inmorales y la sociedad no castiga ese comportamiento de manera diligente y firme, la nación misma se dirige inevitablemente a la decadencia moral. La amonestación de Pablo a los cristianos corintios se aplica no solamente a las personas e iglesias, sino también a las naciones: “No es buena vuestra jactancia. ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa? Limpiaos, pues, de la vieja levadura…” (1 Corintios 5:6-7). La “revolución sexual” y la “nueva moralidad” de la década de 1960 ocasionó la muerte del matrimonio tradicional por medio de la llegada de la “libertad sexual”, y la perversión de la homosexualidad llegó casi como consecuencia inmediata. La aceptación gradual de la homosexualidad, juntamente con la tendencia complaciente judicial y política, ahora están contribuyendo a la aceptación de nuevas formas de perversión sexual: la poligamia y el bestialismo.
Las indicaciones de este descenso profundo en el cenagal de la degradación moral han estado saliendo a la superficie por varios años. En la Conferencia Mundial de 1988 de los obispos anglicanos/episcopales en Lambeth, Inglaterra, la Resolución 26 en cuanto a “La Iglesia y la Poligamia” señaló:
Esta Conferencia confirma la monogamia como el plan de Dios, y como la relación ideal de amor entre el esposo y la esposa; pero recomienda que se bautice y confirme con sus esposas creyentes e hijos al polígamo que responda al Evangelio y desee unirse a la Iglesia Anglicana según las siguientes condiciones: (1) que el polígamo prometa no casarse otra vez mientras cualquiera de sus esposas en el momento de su conversión esté viva; (2) que la aceptación del polígamo tenga el consentimiento de la comunidad anglicana local; (3) que tal polígamo no repudiará a ninguna de sus esposas a causa de problemas sociales que enfrenten… (“Resoluciones de…”, 1988, énfasis añadido).
Diez años después en la misma conferencia, los obispos africanos lograron prevenir que apareciera una resolución contra la poligamia en la agenda final, ya que la práctica de la poligamia en África sigue siendo común (Miller, 1999).
Los Países Bajos esencialmente legalizaron la poligamia al permitir la formación de una “unión civil” (lo cual difiere del matrimonio solamente en nombre) entre un hombre y dos mujeres (Belein, 2005b). Las autoridades del gobierno holandés han rehusado anular el arreglo (Belein, 2005a). Además, los registradores holandeses aceptan matrimonios polígamos que se realizan en países donde se permite más de una esposa (“Autoridades Holandesas…”, 2008). Pocos norteamericanos probablemente saben que esta sucediendo lo mismo en los Estados Unidos, ya que más y más musulmanes polígamos inmigran a Norteamérica—con un cálculo de 50,000 a 100,000 personas (Hagerty, 2008). Ya que cada vez más los jueces norteamericanos liberales están buscando que las cortes mundiales alteren la jurisprudencia norteamericana antigua, Norteamérica está enfrentando estas mismas tendencias.
Diez años atrás, el gobernador de Utah sugirió que se puede proteger el matrimonio plural bajo la Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos como una expresión de religión (Fahys, 1998; Helprin, 1998). El sitio Web TruthBearer.org, dedicado a “presentar la poligamia cristiana a las iglesias”, declara desvergonzadamente: “Hasta que lleguemos a amar a las esposas tan desinteresadamente como Cristo quien dio Su vida ama a las iglesias, cualquier pensamiento personal en cuanto al matrimonio plural debería ser principalmente sobre el crecimiento a ese nivel en Cristo” (“Poligamia Cristiana…”, 2008, énfasis añadido). [No se le da importancia al hecho que Cristo tenga solamente una esposa (Efesios 5:22-33), y que Él “amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella” (vs. 25)—no “ellas”]. Cuando la Corte Suprema expidió su veredicto sin precedente histórico y constitucional contra las leyes que prohibían la sodomía (Lawrence…, 2003), casi de manera instantánea, un prisionero convicto de Utah comenzó a apelar para que se anulara la condena por su bigamia (“Prisionero de Utah…”, 2003). Y últimamente, como se puede esperar, Hollywood ha estado ansioso de tomar ventaja de los estándares débiles y fomentar la perversión sexual. Tom Hanks produjo una serie de televisión en 2006 para la HBO, “Gran Amor”, que explora la vida de un esposo, sus tres esposas y siete hijos (“La poligamia Llega…”, 2006; Peyser, 2006; Krauthammer, 2006).
Cuando el Juez Scalia de la Corte Suprema escribió la opinión discrepante en nombre de él y sus compañeros disidentes, los jueces Rehnquist y Thomas, en Lawrence v. Texas (proceso que consideró la homosexualidad como un derecho constitucional), concluyó correctamente que si se legalizaba los matrimonios homosexuales, entonces no existiría fundamento legal y/o racional para prohibir cualquier otra relación sexual, sin importar la clase de perversidad que implique:
Igualmente se puede sostener las leyes estatales contra la bigamia, el matrimonio entre el mismo sexo, el incesto entre adultos, la prostitución…, el adulterio, la fornicación, el bestialismo y la obscenidad solamente a la luz de la resolución de Bowers en cuanto a las leyes que se basan en elecciones morales. La decisión de hoy pone en duda cada una de estas leyes (Lawrence…, 2003, itálicas en original, énfasis añadido).
Scalia añadió: “De hecho, esto sentencia el fin de toda legislación moral… [N]inguna de las leyes mencionadas anteriormente puede superar el examen racional” (Lawrence…, énfasis añadido; cf. Bonney, s.d.). La usurpación creciente de la poligamia es una manifestación directa de la predicción de Scalia.
¿Existe fin para el desfile incesante de depravación y degeneración moral al cual se somete al público norteamericano? “¿Se han avergonzado de haber hecho abominación? Ciertamente no se han avergonzado, ni aun saben tener vergüenza” (Jeremías 6:15; cf. 8:12). El hecho que se haya predicho la poligamia, y que sea inevitable dada las circunstancias, en ninguna manera reduce el impacto y repugnancia que deberían sentir los norteamericanos que todavía aprecian la moralidad y la decencia ética.
LOS VALORES NORTEAMERICANOS QUE SE DESVANECEN
Los Fundadores de la civilización norteamericana y la vasta mayoría de norteamericanos desde entonces fueron claros y firmes al reprender la naturaleza de la poligamia—y la amenaza que propone para la sociedad civilizada. A finales del siglo XIX, los mormones huyeron a Utah buscando refugio de la oposición extendida contra sus prácticas inmorales. Cuando Norteamérica se extendió hacia el oeste y más territorios norteamericanos buscaron ser admitidos como estados, la admisión de Idaho y Utah a la Unión llegó a ser una preocupación nacional principal. Después de todo, sus poblaciones mormones predominantes estaban practicando la poligamia. Pero las autoridades judiciales no incumplieron sus responsabilidades establecidas, como se puede ver en los tres siguientes casos de la Corte Suprema de los Estados Unidos que abordaron este asunto.
En el caso de 1885 del Territorio de Utah, Murphy vs. Ramsey, la Corte decidió:
Ciertamente no se puede considerar otra legislación que sea más sana y necesaria en la fundación de una mancomunidad libre y autónoma que busca clasificar como uno de los Estados conjuntos de la Unión, que la que busca establecerla en el fundamento de la familia, la que consiste en, y emana de, la unión por vida de un hombre y una mujer en el santo estado del matrimonio—la fundación segura de todo lo que es estable y noble en nuestra civilización, la mejor garantía de esa moralidad reverente que es la fuente de todo progreso beneficioso en el mejoramiento social y político (1885, énfasis añadido).
¿Entendió eso? La única “fundación segura” de la civilización y la mejor seguridad para la moralidad (que a su vez origina mejoramiento social y político) es la familia, la cual se define como la unión de un hombre y una mujer para toda la vida. Pero se está socavando la fundación, y la garantía está fallando. Por ende, mientras nuestra moralidad continúa hacia la confusión, se debe esperar la erosión de todo lo que es estable y noble en nuestra civilización, como también la socavación del progreso beneficioso en el mejoramiento social y político.
En otro caso de la Corte Suprema de los Estados Unidos que abordó la poligamia en el Territorio de Utah, el acusado insistió que su bigamia simplemente consistía en cumplir su derecho constitucional en cuanto al ejercicio libre de sus creencias religiosas como miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Él sugirió que
en una revelación a José Smith, el fundador y profeta de dicha iglesia, el Dios Todopoderoso encareció la práctica de la poligamia a los miembros varones; que rechazar o no practicar la poligamia, cuando las circunstancias lo admitieran, sería causa de castigo; y que la penalidad por tal negligencia y rechazo sería la condena en la vida venidera (Reynolds v. los Estados Unidos, 1879).
La Corte Suprema estuvo en completo desacuerdo y expidió un rechazo radical en cuanto a la poligamia:
La poligamia siempre ha sido detestable entre las naciones del norte y el oeste de Europa, y hasta el establecimiento de la Iglesia Mormona, era casi exclusivamente una característica de la vida de la gente asiática y africana. Según la ley, el segundo matrimonio siempre era nulo (2 Kent, com. 79), y desde la historia antigua de la poligamia en Inglaterra se la ha tratado como una ofensa contra la sociedad… Desde ese tiempo hasta el nuestro, pensamos que es seguro decir que nunca ha habido un tiempo en ningún Estado de la Unión en que la poligamia no haya sido una ofensa contra la sociedad, la cual las cortes civiles reconocían y castigaban con severidad. Ante esta evidencia, es imposible creer que la garantía constitucional de la libertad religiosa tuviera el propósito de prohibir legislación con respecto a esta característica muy importante de la vida social. Aunque es una obligación sagrada según su misma naturaleza, en la mayoría de naciones civilizadas el matrimonio es un contrato civil, y usualmente la ley la regula. Se puede decir que la sociedad está establecida sobre el matrimonio, y de sus frutos emanan relaciones sociales y obligaciones y deberes sociales, con los cuales se requiere que el gobierno lidie. De hecho, en el nivel que se apruebe los matrimonios monógamos o polígamos, descubrimos los principios en los cuales descansa (a una extensión mayor o menor) el gobierno del pueblo (Reynolds…, énfasis añadido).
Tales declaraciones legales reflejan el enfoque de la vasta mayoría de norteamericanos por los primeros 180 años de nuestra existencia nacional. En realidad, durante la mayor parte de la historia norteamericana, las cortes no han tenido problema en reconocer y reafirmar la idea de la familia y la definición histórica del matrimonio: un hombre y una mujer para toda la vida. Después de todo, esta premisa fundamental se obtuvo directamente de la Biblia (Génesis 2:24).
En otro caso, varios hombres que deseaban registrarse para votar en el Territorio de Idaho realizaron el juramento preparatorio que requería que juraran que no practicaban la poligamia ni que pertenecían a ninguna organización que promoviera su práctica. Pero cuando se descubrió que los hombres eran miembros de la Iglesia Mormona, se les procesó y halló culpables de obtener derechos electorales ilegalmente—aunque el abogado defensor argumentó que el juramento constituía una “ley con respecto al establecimiento de una religión” en violación de la Primera Enmienda de la Constitución. Ni la Corte Distrital ni la Corte Suprema aceptaron tal razonamiento. En cambio, reafirmaron la esencialidad del sistema moral cristiano como el fundamento de la sociedad civil:
La bigamia y la poligamia son crímenes según las leyes de todos los países civilizados y cristianos. Son crímenes según las leyes de los Estados Unidos, y son crímenes según las leyes de Idaho. Estas prácticas tienden a destruir la pureza de la relación del matrimonio, a interrumpir la paz de las familias, a degradar a la mujer y envilecer al hombre. Pocos crímenes son más perniciosos para el interés supremo de la sociedad y reciben castigo más general y justificable. Brindar exención de castigo por tales crímenes sería sacudir el juicio moral de la comunidad. Defenderlos como una tendencia de la religión es ofender el sentido común de la humanidad (Davis v. Beason, 1890, énfasis añadido).
El hecho que hoy las autoridades judiciales y legales, y los norteamericanos en general, permitan la emisión nacional de un programa de televisión que dignifique la práctica de la poligamia, es demostrar no solamente que se está perdiendo el sentido común, sino también manifestar la extensión a la cual la bancarrota moral ha llegado a ser común. La destrucción del matrimonio y la familia, la degradación de la mujer y el envilecimiento del hombre están a la orden del día.
La poligamia simplemente es una indicación más de nuestra aventura de medio siglo hacia la decadencia y el paganismo, la cual nos acerca cada vez más a la bancarrota moral, espiritual y religiosa completa—y el colapso inevitable de la civilización. En un caso judicial adicional, la Corte Suprema Estatal de Pennsylvania declaró la actitud de los Fundadores y la nación en cuanto al rechazo absoluto de la inmoralidad pagana:
Ellos nunca pensaron tolerar el paganismo…con la excusa de la libertad de conciencia. No podían admitir esto—como la justificación civil de sacrificios humanos, o el parricidio, el infanticidio, el matonismo o tales modos de adoración como los ritos repugnantes y corruptos de la Dionisiaca, Afrodisíaca, Eleusina y otros festivales de Grecia y Roma. No pretendieron que las costumbres puras y morales que el cristianismo ha introducido queden sin protección legal a causa de algunos paganos, religiosos o anti-religiosos que defiendan, como asunto de conciencia, el concubinato, la poligamia, el incesto, el amor libre, el divorcio libre o cualquier cosa como estas. No pretendieron que las procesiones fálicas, los bailes satíricos, las canciones obscenas, las estatuas indecentes y las pinturas del paganismo antiguo y moderno se introdujeran bajo la profesión de religión, placer o conciencia, para seducir a los jóvenes e ignorantes a la degradación corintia; para ofender la sensibilidad moral de un pueblo cristiano refinado; y para infundir la modestia cristiana con la desnudez e impureza de la Polinesia o la mujer espartana. Ningún pueblo cristiano pudiera permitir tales cosas… Todo hombre cristiano puede tener la garantía que ha sido su religión la que ha suprimido las costumbres paganas recién aludidas, y que a ella también se debe el gran avance en la justicia, la benevolencia, la verdad y la pureza que pertenecen a la civilización humana; y que ella ha purificado y elevado las relaciones familiares y los estándares morales de la sociedad de tal manera que ahora la ley condena como crímenes las indecencias, crueldades y engaños del paganismo (Commonweath v. Nesbit, 1859, énfasis añadido).
¡Esta Corte Suprema de mediados del siglo XIX no pudo haberse dado cuenta que su descripción vívida del paganismo algún día serviría como una representación exacta de la condición moral actual de Norteamérica!
A menos que los norteamericanos se levanten en números significativos para poner fin al deslizamiento hacia la locura moral y sexual, la nación enfrentará destrucción inevitable. “La justicia engrandece a la nación; mas el pecado es afrenta de las naciones” (Proverbios 14:34).
REFERENCIAS
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Bonney, Kim (sine data), “Poligamia: ¿El Próximo ‘Derecho’ a ser Legalizado?” [“Polygamy: The Next ‘Right’ to be Legalized?”], CBN News, [En-línea], URL: http://www.cbn.com/cbnnews/news/050721a.aspx.
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Davis v. Beason (1889), 133 U.S. 333; 10 S. Ct. 299; 33 L. Ed. 637; 1890 U.S. LEXIS 1915.
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