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La “Confusión Gloriosa” de los Orígenes Humanos

Los escritores de libros de texto no dejan casi duda acerca de sus puntos de vista concernientes al origen de la humanidad. En el popular libro de texto de Miller y Levine titulado Biology(Biología), ellos anotaron: “Por ejemplo nosotros sabemos que los humanos evolucionaron de antepasados comunes que compartimos con otros primates vivientes tales como los chimpancés y los simios” (1995, p. 757). Las frases como, “nosotros sabemos…”, están definitivamente proyectadas a guiar a los estudiantes a creer que la idea está probada, y que no existe incertidumbre. Aunque, ¡este enunciado atrevido—que el origen de la humanidad de antepasados evolutivos es “conocido”—es una mentira completa!

La edición de septiembre de la National Geographic, la cual enfocó en el continente africano, hace algunas confesiones sorprendentes concernientes a los presuntos orígenes fósiles del hombre. Joel Achenbach, uno de los autores colaboradores, anotó que la historia de los orígenes humanos parece bastante “confusa” incluso entre los científicos evolucionistas. Él observó:

Los científicos son buenos en buscar patrones lógicos y convertir la información en una narración coherente. Pero el estudio de los orígenes humanos es difícil: los huesos cuentan una historia complicada. El reparto de personajes continúa creciendo. La trama se hace más densa. Esta es una….historia, todavía desarrollándose. Más de un siglo atrás el gran biólogo Ernst Mayr inspeccionó el campo de la paleoantropología y miró toda clase de personajes diversos: el hombre de Pekín, el hombre de Java, el Homo erectus. Él descubrió que todos estos eran la misma cosa y ayudó a traer coherencia al cuento confuso. Para la década de 1960 la versión de los orígenes humanos de los libros de texto lucía muy ordenada: Los humanos evolucionaron en África; Homo habilis engendró a Homo erectus, quien engendró al Homo sapiens. (Los neandertales fueron una clase de mosca en el ungüento). Hoy en día el campo ha llegado a ser otra vez una confusión gloriosa (2005, paréntesis en original, énfasis añadido).

Si la historia todavía está desarrollándose, entonces ¿cómo podemos “saber”? Si el campo es una “confusión gloriosa”, entonces ¿Por qué lo estamos presentando a los estudiantes como un “hecho” resuelto, limpio, y bien-definido?

En su artículo, Achenbach cita a Dan Lieberman de Harvard, quien admitió: “Nosotros no estamos haciendo un buen trabajo en ser honestos acerca de lo que no sabemos. Algunas veces yo pienso que estamos tratando de exprimir demasiada sangre de estas piedras” (vea Achenbach, 2005, énfasis añadido). Contraste el enunciado de que el campo de la antropología es una “confusión glorificada” y que no estamos “haciendo un buen trabajo en ser honestos acerca de lo que no sabemos”, con los libros de texto que proclaman: “Por ejemplo nosotros sabemos que los humanos evolucionaron de antepasados comunes que compartimos con otros primates vivientes…”. Un hombre honesto, sea científico, teólogo, banquero, o chofer de autobús, debe admitir que los niños están siendo mentidos y mal informados acerca de la verdad de los orígenes humanos.

La mayoría de estudiantes completa su educación bajo la impresión de que el árbol evolutivo de la vida ha sido documentado, y que tenemos evidencia científica para una progresión de hombres como-simios en el registro fósil. Incluso algunos científicos han sido engañados al pensar que las cosas son más completas de lo que realmente son. Pero, como el paleontólogo David Raup admitió, esto es simplemente ilusión:

Un gran número de científicos bien-entrenados fuera de la biología evolutiva desafortunadamente han concluido la idea de que el registro fósil es mucho más darvinista de lo que es. Esto probablemente viene de la inevitable sobre-simplificación en fuentes secundarias: libros de texto de bajo nivel, artículos semi-populares, y otros. Además, existen probablemente algunas ilusiones implicadas. En los años después de Darwin, sus partidarios esperaban encontrar progresiones previsibles. Por lo general, estas no han sido encontradas—aunque el optimista tarda en desaparecer, y algo de la fantasía pura ha entrado sigilosamente en los libros de texto (1981, 213:289, énfasis añadido).

¿Cuándo aprenderán nuestros estudiantes que sus libros de texto no son exactos, y que mucho de lo que es publicado acerca de los orígenes humanos es especulación y “concepciones de los artistas”? Casi treinta años atrás Richard Leakey y Roger Lewin escribieron:

Desde luego, lo que los fósiles nos dicen directamente es cómo nuestros antepasados y sus familiares más cercarnos lucían. O mejor dicho, para ser más exactos, estos nos dan algunas pistas acerca de la apariencia física de los homínidos antiguos, ya que hasta que alguien tenga la suerte suficiente para tropezarse con un esqueleto completo de uno de nuestros antepasados, mucho de lo que podemos decir acerca de ellos es pura inferencia o conjetura (1978, p. 19, énfasis añadido).

¡Ciertamente es conjetura! Los estudiantes necesitan entender que los evolucionistas mismos admiten que ellos no poseen las respuestas, y que los muchos agujeros en su teoría han sido remendados con la conjetura. En su artículo de la National Geographic, Joel Achenbach declaró además que la

Tierra no produce una base de datos perfecta. Todavía, es nuestro impulso científico el imponer explicaciones parsimoniosas en problemas complejos de la misma manera que Newton se dio cuenta que la caída de la manzana y el movimiento de los planetas eran gobernados por la misma fuerza única llamada gravedad. Pero el proceso de la evolución no puede ser observado como la caída de una manzana. La vida—a pesar de todos los esfuerzos de la ciencia moderna—es confusa (énfasis añadido).

Uno puede creer que después de poner todo el campo de la paleoantropología en duda y admitir que la evidencia es “confusa”, Achenbach cuestionaría la validez de la teoría de la evolución. Pero él no deja duda de que continua sosteniendo la bandera de la evolución. Él remarcó: “El hecho central de la evolución humana es uno proporcionado—los humanos descendieron de un primate que vivió en África unos seis o siete millones de años atrás” (Achenbach, 2005).

Esto es “confuso”, la historia está “todavía desarrollándose”, implica “pura inferencia y conjetura”, “ilusiones”, y “pura fantasía [que] ha entrado sigilosamente en nuestros libros de texto”. Pero ¿se supone que nosotros debemos creer que hace seis o siete millones de años atrás descendimos de criaturas como-simios en África? ¡Ridículo! Jeremy Rifkin evaluó esto muy bien cuando observó:

Lo que el “registro” muestra es casi un siglo de mañas y arreglos de científicos que intentan forzar las varias pizcas y fragmentos fósiles para ajustarlos a las nociones de Darwin, todo en vano. Hoy en día millones de fósiles permanecen como recordatorios muy visibles y siempre-presentes de la mezquindad de los argumentos y la pobreza total de la teoría que marcha bajo la bandera de la evolución (1983, p. 125, énfasis añadido).

Habiendo sido provisto el propio reconocimiento de ellos concerniente a la “confusión gloriosa” del registro fósil—¡yo estoy de acuerdo! Ninguna evidencia fósil será alguna vez compilada que enlace exactamente a los humanos con alguna forma de vida inferior—¡por la simple razón que los humanos no evolucionaron! ¡Ellos fueron creados por Dios!

REFERENCIAS

Achenbach, Joel (2005), “Views of Africa,” National Geographic, September, [En-línea] URL: http://www7.nationalgeographic.com/ngm/0509/feature1/index.html.

Leakey, Richard and Roger Lewin (1978), People of the Lake (New York: E.P. Dutton).

Miller, Kenneth and Joseph Levine (1995), Biology (Englewood Cliffs, NJ: Prentice Hall).

Raup, David (1981), “Letter to the Editor,” Science, 213:289, July 17.

Rifkin, Jeremy (1983), Algeny (New York: Viking Press).


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