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La Asunción de María y la Biblia

La “Asunción de María” es uno de los dogmas más nuevos del catolicismo. Proclamada por el Papa Pío XII en 1950, en la bula papal Munificentissimus Deus, la Asunción es una de las enseñanzas más ambiguas, inconsistentes y confusas del catolicismo. De hecho, nadie puede decir exactamente cuáles fueron las condiciones o circunstancias de María antes de su “asunción”. Poco después de la presentación de esta nueva doctrina, surgieron desacuerdos serios entre los mariólogos y el Papa Pío XII en cuanto a si María murió, resucitó y luego ascendió al cielo, o si simplemente ascendió al cielo sin morir. A pesar de la reclamación católica que el papa habla con “infalibilidad”, todavía no existe consenso en cuanto a los detalles de este dogma. Por tanto, sus partidarios se han tomado la libertad de ajustar los detalles para calzar mejor sus ideas y tradiciones en vía de desarrollo, y hacerlas más atractivas para los creyentes.

Aunque puede encontrar muchas versiones de la supuesta asunción de María al cielo, la siguiente descripción presenta una idea común que la tradición católica sostiene:

Un día, cuando María, según su costumbre, había ido a “la sagrada tumba de nuestro Señor” para quemar incienso y orar, el arcángel Gabriel le anuncia su muerte próxima, y le informa que, en respuesta a su ruego, ella “ira a los lugares celestiales donde está su Hijo, a la vida verdadera y eterna”. En su regreso a casa, ella ora, y todos los Apóstoles—los que están ya muertos y los que están todavía vivos—son reunidos a su lado en Belén… [C]argando el canapé en el cual “la Señora, la madre de Dios”, yace, los Apóstoles son transportados en una nube a Jerusalén. Aquí Cristo se aparece a ella, y en respuesta a su ruego, declara: “Regocíjate y alégrate, pues mi Padre en el cielo, Yo y el Espíritu Santo te concedemos toda gracia…”. Luego, mientras los Apóstoles cantan un himno, María duerme. Se le coloca en una tumba en Getsemaní; por tres días se oye un coro angélico que glorifica a Dios, y cuando ellos callan, todos saben que “su cuerpo impecable y precioso ha sido transportado al Paraíso” (Hastings, 1906, 1:683).

Muchos católicos creen que María murió antes de ir al cielo (vea “¿Murió María?”, 1997, p. 11), pero otros consideran que su muerte es un “caso abierto” (vea Mischewski, 2005). Ellos han declarado que

en cuanto a la muerte de María, el dogma no es decisivo. Solamente declara: “cuando se completó el curso de su vida terrenal.”… Según su presentación, ahora ambas opiniones son aceptables y aceptadas: la muerte, resurrección y glorificación de María como también la glorificación al final de su vida sin experimentar la muerte (Roten, 2006, énfasis añadido).

Esta doctrina es tan “flexible” que puede funcionar en ambos casos. Sin embargo, esto produce un dilema ya que se dice que

la Constitución Apostólica del Papa Pío XII, Munificentissimus Deus, claramente y repetidamente hace referencia a la muerte de la Virgen María. En no menos de siete párrafos individuales esa Constitución Apostólica hace referencia, en una forma u otra, a la muerte de la Virgen María (Conte, 2006).

Es interesante que, según algunos católicos, se pueda interpretar la declaración de un supuesto papa infalible en dos maneras completamente opuestas. Por consiguiente, ¿quién tiene la palabra final en cuanto a este y otros temas católicos? ¿Quién puede decir, con algún grado de confianza, lo que se debe creer?

El mismo hecho que las interpretaciones de esta doctrina sean tan “flexibles” la hacen dudosa e increíble. En contraste, la Biblia es clara en cuanto a aquellos que dejaron atrás su existencia terrenal sin experimentar la muerte. Enoc “fue traspuesto para no ver muerte” (Hebreos 11:5; cf. Génesis 5:24). En cuanto a Elías, la Biblia dice que un “carro de fuego” le llevó sin ver muerte (2 Reyes 2:11). También se proveen detalles igualmente claros en cuanto a la muerte, sepultura y resurrección de Jesús (1 Corintios 15:3-4; Hechos 1:9). No existe ambigüedad ni la insinuación más pequeña de que estos hechos históricos estén abiertos a interpretaciones diferentes.

Una segunda razón para rechazar este dogma católico es su oposición a los enunciados de Cristo mismo. Al hablar a Nicodemo, Jesús dijo: “Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre” (Juan 3:13, énfasis añadido). Esto incluyo a todos los que han muerto, como también a aquellos que el Señor llevó sin gustar la muerte. Otra vez, Jesús enseñó que los que mueren van a un lugar llamado hades—un lugar de espera antes del Juicio final (Apocalipsis 20:13-15) que es independiente del cielo y el infierno (Lucas 16:19-23). En Juan 14:3, Jesús prometió a Sus discípulos, “Y si me fuere [al cielo] y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis”. Cuando venga el tiempo de Su regreso, Jesús cumplirá Su promesa y abrirá las puertas del cielo para aquellos que le obedecieron (cf. Mateo 25:31-36). Pero, ya que Él todavía no ha regresado, podemos concluir por las Escrituras que ninguno de Sus discípulos ha sido llevado al cielo, ni siquiera María.

Una tercera razón para rechazar el dogma de la Asunción de María es su oposición a otras doctrinas bíblicas relacionadas. En cuanto a la Segunda Venida de Cristo, Pablo escribió que la resurrección de los muertos ocurrirá “en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados” (1 Corintios 15:52, énfasis añadido). En contraste, la doctrina de la Asunción de María al cielo implica que ella ya ha experimentado una transformación de su cuerpo a un estado glorioso. Obviamente es imposible reconciliar esta tradición católica con la doctrina bíblica de la resurrección.

Una cuarta razón para rechazar esta doctrina es que el Nuevo Testamento no registra la ascensión de María. Algunos católicos han propuesto que esto se implica de la Biblia ya que no se registra la muerte de María. Este razonamiento no tiene en cuenta que la Biblia no registra las muertes de muchas personas, incluyendo a Juan, Marcos, Pablo e incluso Pilato. ¿Significa esto que estas personas (y otras cuyas muertes la Biblia no registra) ascendieron al cielo? Argumentar en esta manera sería argumentar del silencio de la Escritura. Para establecer una verdad bíblica histórica, debemos desviar nuestra atención de lo que los escritores no registraron a lo que registraron.

Para el tiempo que se escribieron los libros del Nuevo Testamento, la supuesta Asunción de María ya hubiera ocurrido. No obstante, ningún escritor del Nuevo Testamento insinúa el suceso de este evento. Si esta doctrina es tan importante (como el catolicismo declara), ¿por qué se la excluyó del Nuevo Testamento? Si Jesús prometió que los apóstoles serían guiados a toda la verdad y declararían toda la verdad de Dios (Juan 16:13), ¿por qué no registraron esta “verdad importante” concerniente a María? Si la Biblia registra las “ascensiones” de Enoc y Elías, ¿por qué no registraría la de María? La respuesta sencilla es que la Asunción de María nunca ocurrió; fue creada por mentes llenas de tradiciones, no de la verdad.

La bula papal de 1950 además declaró que “si alguno, Dios no lo permita, se atreviera a negar voluntaria o poner en duda lo que hemos definido [la Asunción de María—MP], sepa que ha caído completamente de la fe divina y católica” (Munificentissimus Deus, 45, énfasis añadido). Pero si este dogma es tan importante—al punto que se condena a los que no creen en él—¿cómo explican el clero y los teólogos católicos el hecho que la mayor parte de la población católica viviera por aproximadamente 1,400 años en ignorancia de este dogma? ¿Fueron los católicos, incluyendo los papas que vivieron antes de esta declaración de Pío XII (1950), salvos en su ignorancia de la “Asunción”? Y si ellos no necesitaron esta “verdad” para su salvación antes de 1950, ¿por qué lo necesitarían ahora?

No existe duda que María fue una mujer especial, pero como todo ser humano, ella vivió en un mundo regulado por un principio establecido que afecta a todos: “está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27, énfasis añadido). Al final de su viaje terrenal, María cruzó el sendero de la vida a la muerte, y se reunió con todos los que “duermen” en Cristo (1 Tesalonicenses 4:13-14). Como ellos y nosotros, ella está esperando el Juicio final, cuando las puertas del cielo se abran para todos aquellos que hayan hecho la voluntad del Padre (Mateo 25:31-46).

 

REFERENCIAS

Conte, Ronald L. (2006), “Un Resumen de la Doctrina del Dormition” [“A Summary of the Doctrine of the Dormition”], [En-línea], URL: http://www.catholicplanet.com/CMA/dormition-summary.htm.

Hastings, James, ed. (1906), Un Diccionario de Cristo y los Apóstoles [A Dictionary of Christ and the Apostles] (Nueva York: Charles Scribner’s Sons).

Mischewski, Dean (2005), “La Asunción de María al Cielo” [“The Assumption of Mary into Heaven”], [En-línea], URL: http://homepages.paradise.net.nz/mischedj/ct_assumption.html.

“¿Murió María?” [“Did Mary Die?”] (1997), Catholic News, 13 de agosto, [En-línea], URL: http://www.catholic.org.sg/cn/wordpress/?p=1791&page=1.

Munificentissimus Deus (1950), [En-línea], URL: http://www.ewtn.com/library/PAPALDOC/P12MUNIF.HTM.

Roten, Johann (2006), “¿Qué Hay acerca de la Muerte de María?” [“What about Mary’s Death?”], [En-línea], URL: http://www.catholicweb.com/media_index.cfm?fuseaction=view_article&partnerid=48&article_id=2768.


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