La Analogía Perfecta
Los críticos alegan que uno de los problemas con los argumentos del diseño de William Paley es que sus analogías son imperfectas. Por ejemplo, aunque sabemos que los relojeros existen y hacen relojes, o que a lo menos esa clase de habilidad existe, no podemos saber con seguridad que la naturaleza tenga tal Hacedor. En otras palabras, aunque el relojero es real y obvio, nosotros solo sabemos acerca de Dios al inferir Su existencia por las cosas que supuestamente ha diseñado.
La arqueología, la cual mueve la tierra al buscar evidencia de la actividad humana, ofrece una respuesta clara para esta acusación. A veces la arqueología desentierra algo que no tiene una analogía moderna. Por ejemplo, los arqueólogos todavía no saben completamente cómo los egipcios construyeron la Gran Pirámide, y nadie construye esa clase de pirámide hoy. Pero casi nadie estuviera en desacuerdo que esta pirámide es una hazaña de la ingeniería egipcia antigua.
Estos argumentos se aplican igualmente a los eventos futuros. Carl Sagan escribió que “un mensaje único del espacio” mostraría evidencia de vida inteligente en otro lugar del Universo (1979, p. 275). En 1993, él y sus compañeros de trabajo declararon que la Tierra contiene no solamente vida, sino vida inteligente, basados únicamente en la información reunida de la nave espacial Galileo. Los investigadores esperan usar técnicas similares para identificar inteligencia de emisiones extraterrestres de radio (aunque sea un “mensaje único”). Pero ellos no supieran nada acerca del mensaje, aparte de la inferencia que debería existir un ser lo suficientemente inteligente para hacer tal transmisión.
Ese es precisamente el argumento que Paley usó, y la ciencia moderna ha agudizado sus analogías. Paley vio el diseño en las maravillas de la vida, y a través de nuestro conocimiento del ADN, podemos observar el código genético responsable de la vida.
¿Cómo sabemos que algo, como el ADN o un mensaje del espacio, tiene una causa inteligente? No es suficiente el orden simple (e.g., un cristal de sal o la secuencia de letras “aabbaabb”). Ni es suficiente la complejidad simple (e.g., un arreglo al azar de moléculas o la secuencia de letras “adndjbsaf”). En cambio, el mensaje debe contener información o complejidad específica (e.g., una secuencia de dígitos binarios que constituyen un programa de computación, o el enunciado “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”). Usando cuatro “letras” químicas, el ADN contiene instrucciones que pueden producir miles de proteínas, enzimas y hormonas diferentes. Esta información se parece mucho a los productos de la inteligencia—especialmente al lenguaje y a los programas de computación—tanto que debemos inferir que existe una causa inteligente para la vida (Geisler y Anderson, 1987).
REFERENCIAS
Geisler, Norman L. y J. Kerby Anderson (1987), Origin Science (Grand Rapids, MI: Baker).
Sagan, Carl (1979), Broca’s Brain (New York: Random House).
Sagan, Carl, et al. (1993), “A Search for Life on Earth from the Galileo Spacecraft,” Nature, 365:715-716, October 21.
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