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Ilegalismo

Dios es un Dios de ley. Él siempre ha interactuado con los humanos por medio de Su Palabra, i.e., la ley (e.g., Génesis 2:16-17). Dios gobierna el Universo y a la humanidad por medio de la ley. Las leyes de Dios son siempre buenas (Deuteronomio 6:24; 10:12-13). Surgen de Su naturaleza y son consistentes con Su carácter y Sus atributos divinos. Dios es infinito en el atributo de la justicia. La justicia está conectada directamente con las acciones correctas, i.e., el cumplimiento de la ley (1 Juan 3:4,7,10; Deuteronomio 6:24-25). Y las restricciones legales de Dios siempre han sido completamente adecuadas y absolutamente perfectas: “De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno” (Romanos 7:12).

De hecho, la ley es absolutamente indispensable para la civilización humana. Los que viven bajo la sumisión de Dios, muestran respeto, incluso amor, hacia la ley. El salmista declaró muchas veces que amaba las leyes de Dios (Salmos 119:47-48,97,113,119,127,159,163,165,167). Expresó “regocijo” en las leyes de Dios (vss. 16,24,35,47,70,77,92,143,174; cf. Salmos 1:2; 112:1), incluso insistió, “Anhelo tus mandamientos” (Salmos 119:40; cf. vs. 174). Pablo censuró a aquellos que carecen del “amor de la verdad” (2 Tesalonicenses 2:10). Usted puede apuntarlo: según la extensión que una sociedad desprecie la ley, o imprudentemente imponga leyes que están en conflicto con las leyes de Dios, esa nación experimentará caos, confusión y colapso final.

Comenzando en la década de 1950 y 1960 en Norteamérica, y escalando al tiempo presente, la rebeldía en contra de la ley ha llegado a ser un fenómeno cultural firmemente enraizado. Primero se manifestó en la generación que nació después de la Segunda Guerra Mundial y que se reveló en contra de la autoridad al rechazar los valores y tradiciones de sus padres. El mismo sistema judicial inició una revisión general en que el enfoque cambió de los derechos y la protección de la victima a los derechos y protección del criminal. Ahora en muchos aspectos el sistema judicial ha perdido el respeto que una vez poseyó. El respeto por la policía, los legisladores y los jueces que una vez caracterizaba a la gente norteamericana se ha transformado en sospecha, desconfianza y repugnancia total. La ley ha llegado a ser una burla para muchos.

Se puede decir lo mismo de las escuelas públicas en Norteamérica. La invasión extensa de la evolución ha contribuido a la afirmación de un espíritu rebelde, ya que la evolución propone que no existe ley superior que la atea “ley de la selva”. Por consiguiente, las escuelas han estado llenas de problemas de disciplina desde la década de 1960 debido a la pérdida del respeto por la autoridad. La cristiandad padece de la misma enfermedad. Ahora se hace burla del cumplimiento de la ley y la doctrina al considerarlo “legalismo”. Mientras que antes se condenaba el homosexualismo de acuerdo a la enseñanza bíblica, ahora se nombra a los homosexuales como líderes eclesiásticos. Se está cambiando las simples prácticas de adoración en el Nuevo Testamento por las prácticas que estimulan los deseos carnales del adorador—desde la Cena del Señor para gatos hasta el uso de grupos de adoración y música instrumental.

La falta de respeto por la ley y la restricción comenzó de una manera generalizada con la generación consentida que nació después de la Segunda Guerra Mundial y que no recibió los mismos tratos disciplinarios que las generaciones previas. Naturalmente, vino como resultado una hostilidad inherente hacia la ley. Las generaciones posteriores han seguido inevitablemente el mismo curso. Ya que el pluralismo, la “corrección política” y el post-modernismo han saturado la cultura completamente, se ha promovido la aversión hacia las reglas, la verdad objetiva y los valores morales claros. Aquellos que simplemente reaccionan al estímulo externo basados en la preferencia subjetiva y la inclinación carnal, determinan lo que es correcto e incorrecto según las circunstancias.

Para ver la profundidad a la cual la sociedad ha caído en su aversión hacia la ley, considere la discusión nacional actual en cuanto a los inmigrantes ilegales. Millones de extranjeros ilegales han llenado el país en violación seria y directa de la ley. La actitud relajada en cuanto a la sagrada naturaleza de la ley y la necesidad de respetar y obedecer a esa ley, ha guiado a que muchos se crucen de brazos y digan, “¿Qué importa?”. Una gran parte de los políticos elegidos está determinada a conceder amnistía en una forma u otra. Cualquiera que sea nuestro enfoque político en cuanto a la inmigración ilegal, debemos reconocer que se ha quebrantado la ley flagrantemente, y el respeto de la ley demanda que se imponga el castigo y las consecuencias adecuadas. Cualquier cosa menos implementar la fuerza completa de la ley en contra de los quebrantadores socavará la civilización al fomentar la falta de respeto adicional por los estándares legales. Cuando la gente ignora la ley, cuando los ciudadanos y los funcionarios elegidos consideran que están calificados y autorizados para ignorar la ley, o hacer sus propias excepciones de la ley, se colocan por encima de la ley, y contribuyen a la destrucción de cada ideal social que provee cohesión, estabilidad y consistencia a la civilización.

La advertencia de Moisés a los israelitas 3,500 años atrás, en cuanto a la importancia crítica de la ley de Dios en su posesión de la tierra de Canaán, se aplica hoy a Norteamérica:

Aplicad vuestro corazón a todas las palabras que yo os testifico hoy, para que las mandéis a vuestros hijos, a fin de que cuiden de cumplir todas las palabras de esta ley. Porque no os es cosa vana; es vuestra vida, y por medio de esta ley haréis prolongar vuestros días sobre la tierra adonde vais (Deuteronomio 32:46-47, énfasis añadido).


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