Filisteos en el Tiempo de Abraham—¿Falacia o Hecho?
La Biblia declara que mucho antes que el Rey David peleara con el gigante filisteo llamado Goliat en el valle de Ela (1 Samuel 17), Abraham e Isaac tuvieron contacto ocasional con un pueblo conocido como los filisteos. De hecho, siete de las ocho veces que Génesis menciona a los filisteos, se habla de ellos en conexión con la visita de Abraham a Abimelec, rey de los filisteos (21:32,34), o la visita de Isaac a la misma ciudad (Gerar) unos pocos años después (26:1,8,14-15,18). Por algún tiempo, los críticos de la autoridad mosaica del Pentateuco han considerado la mención a los filisteos—tan pronto en la historia humana—como un anacronismo (i.e., detalles de una era posterior insertados erróneamente en el relato patriarcal). Supuestamente, “los filisteos…no vinieron a Palestina sino hasta después del tiempo de Moisés” (Gottwald, 1959, p. 104), y cualquier mención de ellos antes de ese tiempo representa “un error histórico” (Frank, 1964, p. 323). Por ende, como Millar Burrows concluyó, se puede considerar la mención de los filisteos en Génesis como “un anacronismo conveniente e inofensivo” que “sin duda es un error” (1941, p. 277).
Como sucede con la mayoría de acusaciones presentadas en contra de las Escrituras, los que afirman que la nación filistea no existía para el tiempo de Abraham basan su conclusión a lo menos en una suposición improbable—es decir, que los filisteos que vivían en el tiempo de los patriarcas eran una gran nación, similarmente a la nación del tiempo del reino unido de Israel. Sin embargo, la evidencia sugiere que esta suposición es simplemente equivocada. La Biblia no presenta a los filisteos del tiempo de Abraham como la nación filistea poderosa que se levantaría cientos de años después. Se describe a Abimalec, rey de Gerar, como intimidado por Abraham (cf. Génesis 21:25). Ciertamente, si el pueblo filisteo hubiera sido una gran nación en el tiempo de los patriarcas, ellos no hubieran tenido temor de un hombre (Abraham) y unos pocos cientos de siervos (cf. Génesis 14:14). Además, no se menciona a ninguna de las cinco ciudades filisteas grandes que eran muy prominentes durante el periodo de los jueces y el reino unido de Israel (Asdod, Gaza, Ascalón, Gat y Ecrón—Josué 13:3; 1 Samuel 6:17). En cambio, se nombra solamente a una pequeña villa conocida como Gerar. Suponer que la Biblia presenta la civilización completa de los filisteos en el tiempo de Abraham es una equivocación. En realidad, solamente se lee acerca de un pequeño reino filisteo.
La palabra “filisteo” era un término muy genérico que significa “gente del mar”. Sin duda, algún pueblo del Mar Egeo llegó a Palestina mucho antes que sucediera una migración posterior—una migración considerada mayor. Comentando acerca de estos filisteos, Larry Richards observó:
Aunque existe acuerdo general que la gente del mar proveniente de Creta pobló masivamente la costa de Canaán alrededor de 1200 a.C., no hay razón para suponer que no existían poblaciones de filisteos mucho antes de ese tiempo. En el tiempo de Abram como en el tiempo de Moisés una variedad de personas había poblado Canaán, incluyendo a los hititas del norte lejano. Ciertamente la gente de alta mar que comerciaba en el Mediterráneo había establecido colonias por las costas de la cuenca completa por siglos antes del tiempo de Abraham. No existe razón para suponer que los filisteos, cuyos antepasados vinieron de Creta, no estuvieran entre ellos (1993, p. 40).
No existe evidencia arqueológica que niega que existían varios grupos de “gente del mar” en Canaán mucho antes de la llegada del grupo principal a comienzo el siglo XII a.C. (vea Unger, 1954, p. 91; Archer, 1964, p. 266; Harrison, 1963, p. 32). Suponer que ningún grupo de filisteos vivió en Palestina durante el tiempo de Abraham ya que la arqueología no registra su existencia sino hasta el año 1190 a.C. es argumentar de la evidencia negativa y no tiene peso substancial. En respuesta a los que negarían la existencia de los filisteos basados en su silencio en el mundo arqueológico antes de ese tiempo, el profesor Kitchen declaró: “En cuanto a inscripciones se refiere, sabemos muy poco acerca de la gente egea en comparación al resto de la gente del Oriente Cercano Antiguo en el segundo milenio a.C., tanto que es prematuro negar rotundamente la posible existencia de los filisteos en el área egea antes del año 1200 a.C.” (1966, p. 80n). Probablemente varios grupos de gente del mar migraron a Canaán del Mar Egeo, incluso tan temprano como en el tiempo de Abraham, y continuaron migrando hasta que llegó el grupo masivo en el siglo XII a.C. (Archer, 1970, p. 18).
Basados en la experiencia del pasado, se esperaría que los críticos de la inerrancia bíblica se refrenaran de hacer acusaciones cuando argumentan del silencio. Por años, los modernistas y escépticos enseñaron que el reino hitita, que la Escritura menciona más de cuarenta veces (Éxodo 23:28; Josué 1:4; et.al.), era el producto de las imaginaciones de los escritores de la Biblia, ya que no se había encontrado evidencia de su existencia. Pero esas declaraciones desaparecieron sin dejar rastro cuando, en 1906, se descubrió la capital hitita juntamente con más de 10,000 tablillas de arcilla que contenían el sistema de ley hitita. Los críticos de la reclamación de inspiración bíblica en un tiempo también acusaron a Lucas de errar cuando utilizó el término politarques para denotar a los oficiales de la ciudad de Tesalónica (Hechos 17:6,8), en vez de usar los términos más comunes strateegoi (magistrados) y exousiais (autoridades). Para sostener sus acusaciones, ellos simplemente señalaban que no se encontraba el término politarques en ninguna otra literatura griega como un título oficial. Una vez más se abandonó estas acusaciones, basados en el hecho que el término politarques se ha encontrado ahora en 32 inscripciones del segundo siglo a.C. hasta el tercer siglo d.C. (Bruce, 1988, p. 324n), siendo al menos cinco de estas inscripciones de Tesalónica—la misma ciudad de la que Lucas escribió en Hechos 17 (Robertson, 1997).
Aunque los críticos acusan a los escritores bíblicos de revelar información errónea, sus reclamaciones continúan evaporándose con el paso del tiempo y la compilación de la evidencia.
REFERENCIAS
Archer, Gleason (1964), A Survey of Old Testament Introduction (Chicago, IL: Moody).
Archer, Gleason L. (1970), “Old Testament History and Recent Archaeology from Abraham to Moses”, Bibliotheca Sacra, 127:3-25, enero.
Bruce, F.F. (1988), The Book of Acts (Grand Rapids, MI: Eerdmans), edición revisada.
Burrows, Millar (1941), What Mean These Stones? (New Haven, CT: American Schools of Oriental Research).
Frank, H.T. (1964), An Archaeological Companion to the Bible (London: SCM Press).
Gottwald, Norman (1959), A Light to the Nations (New York: Harper and Row).
Harrison, R.K. (1963), The Archaeology of the Old Testament (New York: Harper & Row).
Kitchen, Kenneth (1966), Ancient Orient and Old Testament (Chicago, IL: Inter-Varsity Press).
Richards, Larry (1993), 735 Baffling Bible Questions Answered (Grand Rapids, MI: Revell).
Robertson, A.T. (1997), Word Pictures in the New Testament (Base electrónica de datos: Biblesoft).
Unger, Merrill (1954), Archaeology and the Old Testament (Grand Rapids, MI: Zondervan).
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