“Esto es la Ley y los Profetas”
La mayoría de gente que está familiarizada con la Biblia estaría de acuerdo que Mateo 5-7, a menudo referido como el Sermón del Monte, contiene algunos de los dichos más memorables de Jesús. Incluso aquellos que raramente (o nunca) leen la Biblia pueden recordar la lista de las bienaventuranzas de Jesús (5:3-12), Su instrucción de hacer con otros de la manera que queremos que hagan con nosotros (7:12), y Su parábola del hombre prudente y el hombre insensato (7:24-27). Cuando la gente implementa estos principios y reglas que Jesús enseñó algo de 2,000 años atrás, se hace más fuerte, las familias se unen más, y las sociedades llegan a ser un mejor ambiente en el cual vivir.
Sin embargo, tristemente el “sermón” más famoso en el mundo ha llegado a ser uno de los más malentendidos y abusados. Se hace referencia a “No juzguéis, para que no seáis juzgados” (7:1) para “probar” que no se debe juzgar a nadie en ningún momento (cf. Juan 7:24). A menudo se descarta el camino estrecho y difícil que conduce al cielo y que pocos encontrarán (7:13-14) con la idea que casi todos tendrán vida eterna. Y millones de personas han cambiado el enunciado de Jesús, “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos” (7:21) por “Solo acepte a Jesús en su corazón y será salvo”.
Otra idea equivocada en cuanto al Sermón del Monte tiene que ver con algunos contrastes que Jesús hizo. Seis veces en Mateo 5 se registra que Jesús contrastó lo que “fue dicho” y lo que “Yo os digo”. Muchos creen que Jesús estaba contrastando la antigua ley de Moisés (lo que “fue dicho”) con la nueva ley de Cristo (lo que “Yo os digo”). Al considerar que Jesús enseñó que era equivocado enojarse contra un hermano sin causa (5:22-26), muchos sostienen que la antigua ley enseñaba que solamente el homicidio era equivocado y no las emociones (tales como la ira) que guiaban al homicidio (5:21). Supuestamente, la ley de Cristo fue un paso más adelante que la Ley de Moisés. Según este enfoque, la antigua ley enseñaba que las personas podían vengarse personalmente de aquellos que le hacían un mal (5:38) y odiar a sus enemigos (5:43), mientras que la nueva ley enseña que se debe evitar la venganza (5:39-42) y que se debe amar a los enemigos (5:44). Al contrastar la Ley de Moisés y la justicia del reino que Jesús requiere, a menudo se argumenta que la antigua ley solamente estaba interesada de las acciones del hombre, mientras que la nueva ley está interesada del corazón del hombre.
El primer problema con este enfoque es que Jesús nunca dijo que estaba contrastando Sus enseñanzas con la antigua ley. En cambio, Jesús hizo declaraciones como: (1) “Oísteis que fue dicho a los antiguos” (5:21,27); (2) “También fue dicho” (5:31); (3) “Además habéis oído que fue dicho a los antiguos” (5:33); y (4) “Oísteis que fue dicho” (5:38,43). Si Jesús hubiera estado haciendo referencia a lo que Moisés mandó en la ley antigua, hubiera usado una expresión diferente. Por ejemplo, en otras ocasiones, cuando Jesús estuvo haciendo referencia definitivamente a lo que la Ley realmente decía, hizo enunciados como, “Escrito está” (Mateo 4:4,7,10) y “ordenó Moisés” (Mateo 8:4). [Note que estas frases están en los capítulos que se encuentran inmediatamente antes y después del Sermón del Monte]. En vez de usar frases como estas que muestran que estuvo haciendo referencia a la Ley de Moisés, Jesús habló repetidamente de lo que “fue dicho”. Él nunca mencionó quién lo dijo, solamente que fue dicho.
Otro dilema que surge cuando se enseña que Jesús estaba simplemente contrastando la antigua ley con la nueva ley es que Jesús hizo referencia a algunos enunciados que simplemente no se encuentran en el Antiguo Testamento. Por ejemplo, en Mateo 5:21, dijo, “Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio”. La frase “y cualquiera que matare será culpable de juicio” no se encuentra en el Antiguo Testamento. De igual manera, cuando Jesús declaró, “Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo” (5:43), no pudo haber estado citando una parte de la antigua ley porque la antigua ley nunca dijo “aborrecerás a tu enemigo”.
Así que, ¿qué estuvo haciendo Jesús si no estuvo contrastando la antigua ley con la nueva ley? La respuesta se encuentra en el contexto inmediato del pasaje donde Jesús declaró: “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir…Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos” (Mateo 5:17,20). La comparación que Jesús hizo durante el resto del capítulo fue entre la interpretación y aplicación tradicional y/u oral de la Ley de Moisés (no la Ley de Moisés escrita por revelación) y la justicia que Jesús requeriría de Sus discípulos (bajo la nueva ley). En el Sermón del Monte, Jesús expuso el significado real de la ley original. Él la aplicó correctamente, y “la gente se admiraba de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas” (Mateo 7:28-29). Los escribas y fariseos habían fallado en sus intentos de explicar la ley correctamente, pero Jesús explicó y aplicó su significado real y expuso el error de estos “maestros”. Se ilustra este punto perfectamente en uno de los enunciados de Jesús en el capítulo 7 de Mateo: “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas” (vs. 12, énfasis añadido). Jesús no estuvo instituyendo un nuevo mandamiento; en cambio, estuvo explicando que hacer “con otros lo que se quería que ellos hagan con nosotros” es un resumen de lo que el Antiguo Testamento requería (Barnes, 1997).
Aunque mucha gente en el mundo religioso enseña que en el Sermón del Monte Jesús simplemente estuvo contrastando la antigua ley con la nueva ley, el contexto indica que Jesús realmente no estuvo haciendo referencia a la misma Ley, sino a la manera en que se había malinterpretado y tergiversado la Ley. El Antiguo Testamento no animó o permitió a alguien a enojarse contra su prójimo sin ninguna causa, o a codiciar la mujer de otra persona (cf. Proverbios 6:18; Éxodo 20:17), sin embargo, tristemente muchos de los judíos habían interpretado la ley de tal manera. En su explicación magistral de la Ley, Jesús expuso el error de los escribas y fariseos, y predicó la justicia que se demanda de aquellos que deseaban entrar al reino de los cielos. Aunque hoy ya no estamos bajo la antigua ley (Hebreos 8:7-13; Colosenses 2:14; etc.), es una bendición leerla (cf. Romanos 15:4) y aprender de la interpretación perfecta del Maestro. Como Esdras y otros del tiempo antiguo, Jesús ponía “el sentido [de la ley], de modo que entendiesen la lectura” (cf. Nehemías 8:8).
REFERENCIAS
Barnes, Albert (1997), Notas de Barnes [Barnes’ Notes] (Base electrónica de datos: Biblesoft).
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