¡Esta No es la Manera de Tomar una Decisión!
Cada día, la gente toma miles de decisiones. Algunas personas deciden casarse, mientras otras deciden divorciarse. Algunos deciden llegar a ser doctores y salvar vidas, mientras otros deciden llegar a ser homicidas y quitar vidas. ¿Por qué las personas toman decisiones diferentes? Desde luego, no se puede responder a esta pregunta definitivamente en un artículo breve como este. Pero se puede abordar una pequeña faceta de esta pregunta.
Muchos toman decisiones basándose en las consecuencias de esas decisiones. Ellos no consideran en su decisión si la acción que realizan es justa, correcta o moral. Solamente se preguntan, “¿Qué me pasará si hago esto o aquello?”. Este enfoque para tomar decisiones, conocido a menudo como “ética situacional”, algunas veces puede guiar a una persona a hacer cosas que son moralmente correctas. Por ejemplo, al emplear la ética situacional, una persona puede decidir no robar porque no quiere ir a la cárcel, o puede decidir no conducir ebrio porque no quiere perder su licencia de conducir o sufrir un accidente automovilístico.
Sin embargo, aunque la ética situacional puede guiar a una persona a hacer lo correcto en ciertas ocasiones, ¿qué pasa cuando las consecuencias por hacer algo moralmente equivocado son más deseables que las consecuencias por hacer algo moralmente correcto? En este caso, una persona que pesa las consecuencias de cada acción en vez de la moralidad de la acción, decidirá hacer lo que es moralmente equivocado.
La Biblia muestra la descripción perfecta de la ética situacional en Mateo 21:23-27. En este pasaje, los fariseos se acercaron a Jesús y le demandaron que les dijera con qué autoridad realizaba Sus obras maravillosas. Jesús dijo que respondería su pregunta si ellos le decían si el bautismo de Juan era del cielo o de los hombres. Mateo 21:25-27 registra el razonamiento y la respuesta de ellos:
Ellos entonces discutían entre sí, diciendo: Si decimos, del cielo, nos dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis? si decimos, de los hombres, tememos al pueblo; porque todos tienen a Juan por profeta. Y respondiendo a Jesús, dijeron: No sabemos. Y él también les dijo: Tampoco yo os digo con qué autoridad hago estas cosas.
Note la manera en que estos líderes judíos corruptos no tomaron su decisión. Ellos no abordaron el tema del origen del bautismo de Juan. No pesaron la evidencia que probaba que el bautismo de Juan no había venido de los hombres. Su único interés tenía que ver con las consecuencias que les ocasionaría la decisión, no con las acciones o enunciados que eran moralmente correctos o incorrectos.
Al analizar el ambiente moral del siglo XXI, podemos ver que muchos están siguiendo el ejemplo de estos éticos situacionales. Algunos evaden pagar impuestos porque piensan que no serán sorprendidos. Otros se involucran en fornicación y adulterio porque piensan que tienen poco riesgo de contraer enfermedades transmitidas sexualmente. Pero, en vez de tomar las decisiones basándose en la ética situacional, el principio fundamental detrás de cada acción debería ser la idoneidad moral de la acción.
En Hechos 5:29, después que los principales sacerdotes amenazaron y golpearon a los apóstoles, les llamaron ante el concilio otra vez y les reiteraron su mandamiento estricto a no enseñar acerca de Jesús. En respuesta a este mandamiento, Pedro respondió: “Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres”. En efecto, el único estándar inmutable sobre el cual se debe basar nuestras decisiones es la voluntad de Dios Todopoderoso.
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