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¿Es Dios Autor de Mentiras?

En 1 Reyes 22 se cuenta la historia en que el Rey Acab pidió ayuda a Josafat, rey de Judá, para ir a la guerra en contra de Siria y recuperar el territorio de Ramot de Galaad. Josafat inmediatamente estuvo de acuerdo en ayudar a Acab en esta batalla, pero pidió a Acab que consulte “hoy la palabra de Jehová” (vs. 5). Acab de buena gana concedió a Josafat su pedido y reunió a algo de 400 de sus profetas. Después que estos profetas aprobaron el plan de guerra de Acab y le aseguraron la victoria en contra de los sirios (vss. 6,10-12), Josafat (aparentemente percibiendo que no todo estaba bien) preguntó si había otro profeta que pudieran consultar para obtener más consejo. Acab amargamente reconoció que había todavía un hombre que podía consultarse en cuanto a su deseo de reclamar Ramot de Galaad para Israel—Micaías, el hijo de Imla. Como Acab sospechaba, una vez que se trajo a Micaías (un verdadero profeta del Señor), él predijo derrota para la confederación (vss. 17-23)—una profecía que Acab y Josafat ignoraron, pero que se cumplió. La batalla terminó con la retirada de Israel y Judá y con la muerte de Acab.

El problema de mucha gente en cuanto a este pasaje tiene que ver con el espíritu de mentira que Micaías menciona que vino del Señor. El texto dice lo siguiente:

Entonces él dijo: Oye, pues, palabra de Jehová: Yo vi a Jehová sentado en su trono, y todo el ejército de los cielos estaba junto a él, a su derecha y a su izquierda. Y Jehová dijo: ¿Quién inducirá a Acab, para que suba y caiga en Ramot de Galaad? Y uno decía de una manera, y otro decía de otra. Y salió un espíritu y se puso delante de Jehová, y dijo: Yo le induciré. Y Jehová le dijo: ¿De qué manera? Él dijo: Yo saldré, y seré espíritu de mentira en boca de todos sus profetas. Y él dijo: Le inducirás, y aun lo conseguirás; vé, pues, y hazlo así. Y ahora, he aquí Jehová ha puesto espíritu de mentira en la boca de todos tus profetas, y Jehová ha decretado el mal acerca de ti (1 Reyes 22:19-23).

Pocas narraciones en el Antiguo Testamento han sido el foco de más críticos incrédulos que 1 Reyes 22 y particularmente estos cinco versículos. ¿Cómo pudiera Dios, Quién la Biblia representa como un Ser “que no miente” (Tito 1:2; cf. Hebreos 6:18), “poner un espíritu de mentira en la boca de los profetas de Acab” (1 Reyes 22:23)? ¿Qué explicación racional se puede dar para esta supuesta discrepancia? ¿Es Dios, o Satanás, el “padre de mentira” (Juan 8:44)?

Primero, la persona que estudia la Biblia honestamente debe observar que la narración involucra una visión que es muy simbólica. Por tanto, no sería sabio forzarla como si fuera una circunstancia literal. Micaías respondió a Acab con dos visiones parabólicas. “En la primera, Israel estaba esparcido por los montes, como ovejas que no tienen pastor (vs. 17). En la segunda, Micaías describe una escena celestial en la que el Señor y sus seres celestiales hablaban de la mejor manera de hacer que Acab fuera a Ramot de Galaad y cayera en batalla (vss. 19-23)” (Patterson y Austel, 1988, p. 164). El comentarista Adam Clarke sabiamente anotó que este relato es una ilustración, y “solamente cuenta, en lenguaje figurativo, lo que estaba en el seno de la providencia, los eventos que pronto ocurrirían, los agentes que se emplearían y el permiso de parte de Dios para que estos agentes actuaran” (s.d., 2:476). Otro escritor ha anotado: “Las visiones del mundo invisible sólo puede ser una clase de parábolas, una revelación, no de la realidad verdadera, sino de la parte principal de la verdad que se puede mostrar a través de ese medio. Por tanto, no se puede forzar los detalles de una visión así como no se puede forzar los detalles de una parábola” (Cook, 1981, 2:619).

Segundo, a través del Antiguo Testamento se usa la expresión activa para manifestar enérgicamente la voluntad permisiva de Dios. Se dice que el Señor “endureció el corazón de Faraón” (Éxodo 7:3,13; 9:12; 10:1; et.al.), “incitó a David contra” Israel (2 Samuel 24:1), “engañó” a Su pueblo (Jeremías 4:10) y les “dio estatutos que no eran buenos” (Ezequiel 20:25). En el Nuevo Testamento, se indica que Dios envía un poder engañoso para que algunos crean una mentira y sean condenados (2 Tesalonicenses 2:11-12). Incluso Jesús a veces usó “mandamientos” en un sentido permisivo. Por ejemplo, Él mandó a que los demonios “fueran” al hato de cerdos (Mateo 8:32), pero el versículo anterior informa al lector que los demonios rogaron a Jesús que les dejara entrar en los cerdos. Por ende, Él no fue el iniciador del traslado de los demonios (de morar en los hombres a morar en los cerdos). Él simplemente permitió que lo hicieran. Similarmente, cuando Jesús dijo a Judas, “Lo que vas a hacer, hazlo más pronto” (Juan 13:27), Él no le estuvo dando un mandamiento directo o forzándole a traicionarle. En cambio, Jesús permitió las acciones de Judas, y (ya que sabía lo que Judas iba a hacer) le motivó a hacerlo pronto. Todos estos pasajes básicamente indican que cuando los hombres están determinados a desobedecer a su Creador, Él les permite que sigan la inclinación fundamental de sus corazones. Ese fue el caso de Acab y sus falsos profetas. Dios conocía sus corazones. Sabía que Acab iba a ir a la guerra antes que consultara con sus profetas (1 Reyes 22:3-4). Sabía que los profetas estaban acostumbrados a decir al rey lo que él quería oír (cf. 22:8), y sabía que en esta ocasión también aliviarían el “comezón de oír” de Acab (cf. 2 Timoteo 4:3-4). Aunque Dios dio a conocer Su voluntad a Acab y a sus profetas en esta ocasión (i.e., Micaías advirtió a Acab de la derrota inminente), permitió que sus corazones endurecidos creyeran una mentira.

En 1 Reyes 22:19-23 y otros numerosos versículos de similar importancia, la Biblia simplemente expresa que Dios permite no lo que inicia o fuerza. Walter Kaiser correctamente declaró que “muchos escritores bíblicos pasan por alto las causas secundarias y atribuyen todo lo que pasa directamente a Dios, ya que él es sobre todas las cosas. Por lo tanto, los enunciados que se expresan en forma imperativa a menudo representan solamente lo que se permite que pase” (1988, p. 119). Así que esta narración no debe ser un problema para el que estudia la Palabra de Dios.

REFERENCIAS

Clarke, Adam (sine data), A Commentary and Critical Notes (Nashville, TN: Abingdon).

Cook, F.C., ed. (1981 reimpresión), The Bible Commentary (Grand Rapids, MI: Baker).

Kaiser, Walter (1988), Hard Sayings of the Old Testament (Downers Grove, IL: InterVarsity).

Patterson, R.D., y Hermann J. Austel (1988), The Expositor’s Bible Commentary: 1 & 2 Kings, ed. Frank E. Gaebelein (Grand Rapids, MI: Zondervan).


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