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Eliseo y los Muchachos de Bet-el

P.

En 2 Reyes 2, cuarenta y dos muchachos se burlaron de Eliseo por ser calvo. El profeta entonces invocó a osos del monte para atacar a los muchachos por su falta de respeto. ¿No es esto moralmente malo—es decir, que el representante de Dios se vengara de estos muchachos por tal cosa insignificante?

R.

En el libro de 2 Reyes, hay una narración intrigante que ha generado controversia significativa. Concerniente al profeta Eliseo, el texto dice lo siguiente.

Después subió de allí a Bet-el; y subiendo por el camino, salieron unos muchachos de la ciudad, y se burlaban de él, diciendo: ¡Calvo, sube! ¡calvo, sube! Y mirando él atrás, los vio, y los maldijo en el nombre de Jehová. Y salieron dos osos del monte, y despedazaron de ellos a cuarenta y dos muchachos (2 Reyes 2:23,24).

Los ateos han apelado a este incidente al intentar involucrar a la Biblia en inmoralidad. Sin embargo, al considerar cuidadosamente los hechos el problema desaparece.

Primero, la palabra “muchachos” no indica en ninguna manera que estos individuos podían ser niños. La palabra hebrea traducida como “muchachos” se deriva de la palabra na’ar—usada 235 veces en el Antiguo Testamento. Na’ar es una palabra con una raíz muy amplia, y puede hacer referencia a cualquier persona, desde un recién nacido hasta un adulto. Comentando 2 Reyes 2:23, el Theological WordBook of the Old Testament (Libro de Palabras Teológicas del Antiguo Testamento) remarcó:

Eliseo fue insultado (cf. qalas, qarah) por muchachos (tal vez rufianes adolescentes) (2 R. 2:23) quienes como miembros de las familias del pacto se les debe haber enseñado la ley de Dios. Por tanto, maldecir al siervo de Dios era equivalente a maldecir a Dios y por ende debían ser castigados con la muerte (qalal) (Harris, et.al., 1980, 2:795).

Por tanto, obviamente el contexto inmediato en el que na’ar se usa determinará la madurez de los sujetos designados.

Segundo, los muchachos de Bet-el se burlaron de Eliseo. La palabra hebrea qalas significa mofarse de, ridiculizar o despreciar. El término no sugiere una conducta inocente. Note el comentario del Señor en otro lugar: “Mas ellos hacían escarnio de los mensajeros de Dios, y menospreciaban sus palabras, burlándose de sus profetas, hasta que subió la ira de Jehová contra su pueblo, y no hubo ya remedio” (2 Crónicas 36:16).

Adicionalmente, muchos eruditos sostienen que la expresión “sube…sube”, refleja el deseo de estos jóvenes de que el profeta subiera o ascendiera (como lo hizo Elías—2 Reyes 2:11), i.e., dejara la Tierra, ¡para que ellos se desasieran de él! También la burla, “calvo”, fue probablemente un reproche. El erudito en estudios del Antiguo Testamento, John Whitcomb, ha sugerido que esta era una expresión de “desprecio absoluto. Ellos estaban pronunciando una maldición divina sobre él, por la cual la calvez era una señal externa (cf. Isaías 3:17a,24)” (1971, p. 68).

Tercero, cuando se dice que Eliseo “los maldijo”, no existe implicación de blasfemia (como nuestra palabra moderna sugiere), ni tampoco fue deshogo profundo de venganza personal. Algunas veces se les concedió a los santos hombres de Dios la autoridad divina de pronunciar un juicio inminente sobre las personas rebeldes (cf. Génesis 9:25, 49:7, Deuteronomio 27:15 et.seq. y Josué 6:26). Cristo pronunció una maldición sobre la higuera estéril (cf. Marcos 11:21) como una lección objetiva de la condenación que vendría sobre Jerusalén. También se declara que la maldición de Eliseo sobre ellos fue “en el nombre de Jehová”, significando “nombramiento, inspiración y autoridad divina” (vea Orr, 1956, 4:2112).

Cuarto, la tragedia que aconteció a estos muchachos fue obviamente de origen divino. Eliseo, un simple hombre, no hubiera tenido poder para invocar a animales salvajes simplemente al desearlo. Pero la soberanía de Jehová sobre el reino animal se afirma frecuentemente en las Escrituras. Dios envió serpientes ardientes para morder a los israelitas (Números 21:6); el Señor mató a un joven profeta por medio de un león (1 Reyes 13:24 et.seq.); aunque cerró las bocas de los leones para proteger a Daniel (Daniel 6:22). Preparó un gran pez para tragar a Jonás (Jonás 1:17) y guió el anzuelo de Pedro (Mateo 17:24 et.seq.) Por lo tanto, claramente fue Jehová quien envió a los osos del monte.

Finalmente, si cuando el registro divino dice que los osos “despedazaron” a los muchachos, significa que los mataron (y no todos los eruditos están seguros que se indica muerte), entonces esto fue un castigo divino. Alfred Edesheim ha escrito: “[..]se debe notar que no fue Eliseo el que despedazó a los cuarenta y dos muchachos, sino el Señor en Su Providencia, así como fue Jehová, no el profeta, el que curó las aguas de Jericó” (s.d. 6:107).

Los eruditos conservadores creen generalmente que los muchachos de Bet-el probablemente eran idólatras cuyos reproches a Eliseo eran expresiones de desprecio por su oficio profético, y por ende, estos reproches estaban finalmente dirigidos al Dios a quien él servía. Por lo tanto, su castigo fue un juicio divino que tuvo la intención de servir como un ejemplo dramático en tiempos terriblemente impíos.

REFERENCIAS

Edersheim, Albert (sine data), The Bible History—Old Testament (Grand Rapids, MI: Eerdmans).

Harris, R.L., G.L. Archer, y B.K. Waltke (1980), Theological Wordbook of the Old Testament (Chicago, IL: Moody).

Orr, James, ed. (1956), International Standard Bible Encyclopedia (Grand Rapids, MI: Eerdmans).

Whitcomb, John C. (1971), Solomon to the Exile (Grand Rapids, MI: Baker).


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