¿Eliminar el 90% de la Raza Humana?
En las escuelas primarias, a menudo nos causan pavor. Al comienzo de la secundaria ese pavor se convierte en admiración. Durante los años finales de secundaria caracterizados por la rebeldía, tratamos de actuar como si todos ellos nos desagradaran—aunque todavía tenemos nuestros favoritos. Luego, en la universidad, los respetamos por su educación, y en la escuela para graduados a menudo regresamos a la admiración. La mayoría de nosotros puede mirar atrás hacia nuestros años educacionales y recordar a los profesores que realmente destacaron—profesores que hicieron una diferencia en nuestras vidas. Estos son los que dejaron huellas en nosotros—y como tales, a menudo moldeamos nuestros propios valores, creencias e ideología en conformidad con los de ellos.
Eso es del todo bueno cuando los profesores mantienen su integridad y observan un código moral fuerte. Pero ¿qué pasa cuando los estudiantes adoran a un profesor que sugiere que los humanos no son mejores que bacterias, y que el mundo estaría mejor si tuviéramos una versión de bombardeo aéreo de Ébola? Para empeorar el asunto, ¿qué mensaje estamos enviando cuando designamos a tal hombre como “Científico Distinguido de Texas de 2006”?
¿Qué se necesita para ganar el título de “Científico Distinguido de Texas”? Bueno, obviamente, se debe hacer investigaciones en Texas. Pero ¿desde cuándo sugerir que la raza humana necesita ser aniquilada es algo bueno? Esto es precisamente lo que el Dr. Eric Pianka hizo en la 109.a reunión de la Academia de Ciencias de Texas en la Universidad de Lamar en Beaumont, Texas. La reunión, realizada del 3-5 de marzo de 2006, dio honor a Pianka, un ecologista evolucionista y experto en lagartos, como Científico Distinguido de Texas de 2006.
Describiendo el evento, el asistente Forrest Mims observó:
Algo curioso ocurrió un minuto antes que Pianka comenzara a hablar. Un representante de la Academia se acercó a un camarógrafo al frente del auditorio y comenzó una conversación vigorosa. El camarógrafo no lucía contento mientras que apuntaba los lentes de la gran cámara al techo y lentamente se alejaba. Este incidente curioso vino a mi mente pocos minutos después cuando el Profesor Pianka comenzó su discurso explicando que el público en general no estaba todavía preparado para oír lo que iba a decirnos. A causa de muchos años de experiencia como escritor y editor, la introducción extraña de Pianka y el incidente de la cámara de TV impactaron mi mente. De pronto me olvidé que era un miembro de la Academia de Ciencias de Texas y presidente de su Sección de Ciencia Ambiental. En cambio, tomé un cuadernillo de notas para poder hacer el rol de un reportero de ciencia (2006).
En su relato del sorprendente discurso, Mims anotó que uno de los primeros puntos fundamentales que Pianka mencionó era que los humanos no eran mejores que los animales. Contando la historia de un vecino que cuestionaba su interés en los lagartos, Pianka respondió: “¿Qué mejor es usted?”. Él entonces se sintió forzado a anunciar: “¡Nosotros no somos mejores que las bacterias!” (Mims, 2006).
Desde ese momento, el discurso tomó un giro decisivamente impío, mientras que Pianka insistía que la Tierra no podría sostener la vida sin medidas drásticas. Él propuso que la única solución era eliminar la mayor parte de la población mundial. Reflexionando sobre la conferencia, Mims señaló:
Entonces, y sin presentar ningún dato para justificar esta cifra, él aseveró que la única solución factible para salvar la Tierra es reducir la población al 10 por ciento del número actual. Seguidamente ofreció soluciones para reducir la población del mundo en la forma de un cuadro que representaba al Cuarto Jinete del Apocalipsis. Él explicó, la guerra y el hambre no lo logrará. En cambio, la enfermedad es la manera más eficiente y rápida para matar a los billones que deben morir pronto si se quiere solucionar la crisis poblacional (2006, énfasis añadido).
Si las palabras de Pianka no le dan escalofríos usted necesita chequear su pulso. ¿Cómo se siente saber que este hombre es admirado a tal punto que uno de sus estudiantes dijo, “Yo adoro al Dr. Pianka” (Mims, 2006)? Uno se pregunta cuántos jóvenes estudiantes graduados inscritos actualmente en varias universidades que “adoran” a este hombre estuvieran más que dispuestos a trabajar en crear una cepa aerotransportada de Ébola.
Una de las partes más tristes de esta historia fue la reacción de la audiencia. En vez de estar indignados y oponerse a Pianka, sus propios colegas le ovacionaron. Mims observó:
Cuando Pianka terminó sus comentarios, la audiencia aplaudió. No fueron simplemente unos pocos aplausos corteses que las audiencias reservan diplomáticamente para los conferencistas malos y aburridos. Este fue un aplauso fuerte, vigoroso y entusiasta (Mims, 2006).
Este relato debería ser un recordatorio instructivo de por qué debería haber restricciones en la investigación científica. La mayoría de científicos no quiere ninguna restricción en su investigación, y en muchos caso su investigación sobrepasa las leyes éticas. Ellos sostienen que deben ser una “entidad auto-gobernativa”, sin embargo nosotros los vemos aclamando a un hombre que sugiere que “billones deben morir” para solucionar la “crisis poblacional”. En un artículo titulado “Scientists Cheer Holocaust Wish” (“Científicos Animan Deseo de Holocausto”), la World Net Daily señaló:
Durante una sección de preguntas y respuestas, la audiencia sonrió de manera aprobatoria cuando Pianka ofreció la gripe aviaria como otro medio para lograr su meta. Ellos también se rieron cuando él sugirió que ya era tiempo de esterilizar a todos en la Tierra. Un miembro de la audiencia preguntó: “¿Qué clase de recepción ha recibido cuando ha presentado estas ideas a otras audiencias que no son representativas nuestras?”. Pianka respondió: “¡Yo hablo a los convertidos!” (vea “Scientists Cheer…”, 2006).
¿Convertidos de qué? ¡¿De la sensatez?! Este es un hombre que está dispuesto a llevar la evolución ateísta a su conclusión lógica. Este es el mismo hombre que está de acuerdo con la política china de “un-hijo” y quien proclamó que la gente más inteligente tiene pocos hijos. Como sociedad, debemos reconocer pronto el hecho que nuestros hijos y nietos están colocando a muchos profesores en pedestales. Es tiempo que imputemos la responsabilidad a los profesores por las semillas que plantan en los corazones y mentes de nuestra gente joven.
REFERENCIAS
Mims, Forrest (2006), “Meeting Doctor Doom,” The Citizen Scientist, [En-línea], URL: http://www.sas.org/tcs/weeklyIssues_2006/2006-04-07/feature1p/index.html.
“Scientists Cheer Holocaust Wish” (2006), World Net Daily, [En-línea], URL: http://www.worldnetdaily.com/news/article.asp?ARTICLE_ID=49555.
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