El Significado del Bautismo y el Rito Católico
Es preocupante ver cómo se distorsiona la doctrina del bautismo en la cristiandad moderna. Con el paso del tiempo, el bautismo, como una necesidad para la salvación, ha sido reemplazado por una “oración de fe”, manifestaciones abstractas de conversión y ceremonias eclesiásticas basadas en el tradicionalismo. Hoy, muchos ignoran el concepto, las implicaciones y la importancia del bautismo. Jesús dijo: “[E]l que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” (Juan 3:5, énfasis añadido). Pablo escribió que hay un solo “Señor, una fe, un bautismo” (Efesios 4:5, énfasis añadido). Estos pasajes del Nuevo Testamento y otros clarifican que el bautismo no es simplemente una tradición religiosa o un mandamiento de hombres. Por tanto, es muy importante entenderlo correctamente.
Es esencial averiguar el significado de “bautismo”. Dependiendo del contexto en que se menciona, “bautismo” puede significar cosas diferentes. Por ejemplo, en un contexto evangélico, se lo considera simplemente una “profesión pública de fe” (Rhodes, 1997, p. 178). En un contexto católico, la palabra “bautismo” trae a la memoria, padrinos, vestidos elegantes, padres emocionados, un bebé en blanco, una fuente y unas pocas gotas de agua (como también el pago previo por la ceremonia y el mismo “bautismo”). Sin embargo, cuando consideramos el significado real de la palabra “bautismo”, muchos de estos conceptos erróneos desaparecen.
En su Diccionario Expositivo de Palabras del Nuevo Testamento, W.E. Vine definió “bautismo” y otras palabras relacionadas:
Baptisma…bautismo, consistente en el proceso de inmersión, sumersión, y emergencia (de bapto, mojar, empapar).
Baptizo…bautizar, primariamente forma frecuentativa de bapto, mojar. Se usaba entre los griegos del teñido de vestidos, de sacar agua introduciendo una vasija en otra más grande, etc. (1999: 2:114, énfasis añadido).
Por la definición de la palabra, es fácil ver exactamente qué implicaba el acto del bautismo: “inmersión, sumersión y emergencia”. Desafortunadamente, se ha trasmitido la palabra “bautismo” de generación a generación como una transliteración, i.e., una representación fonética de una palabra en otro lenguaje. [Note la similitud entre el griego baptisma y el español “bautismo”]. El estudio de la etimología griega de esta palabra abre las puertas a su significado real, y también provee una mejor descripción de la manera en que se realizaba en los tiempos del Nuevo Testamento. El bautismo no fue un rociamiento o derramamiento de agua, como el catolicismo enseña, sino una inmersión. La Biblia señala algunas implicaciones importantes en cuanto al bautismo.
Primero, el bautismo requiere suficiente agua para sumergir completamente al creyente. Los relatos del evangelio informan que Juan el Bautista bautizaba en el Río Jordán (Mateo 3:4-6; Marcos 1:4-5; Lucas 3:2-3; Juan 1:28). El Jordán era el río más grande e importante en Palestina, y contenía suficiente agua para los innumerables bautismos (inmersiones) que tomaron lugar allí. Por ejemplo, Naamán el leproso se sumergió siete veces en este río (2 Reyes 5:14). Si el bautismo fuera un acto de rociamiento, no hubiera sido necesario bautizar en el Jordán; en cambio, un recipiente de agua hubiera sido suficiente. Sin embargo, como el apóstol Juan señaló, Juan el Bautista bautizaba también en Enón, “porque había allí muchas aguas” (Juan 3:23).
Segundo, el bautismo es inmersión ya que uno desciende y asciende del agua. Se ve este hecho claramente en los varios bautismos en los relatos del evangelio y en el libro de Hechos. Los escritores del evangelio registraron el bautismo de Jesús (Mateo 3:13-17; Marcos 1:9-11; Lucas 3:21-22). Mateo (3:16) y Marcos (1:10) señalan específicamente que Jesús “subió del agua”. Ciertamente se hubiera omitido la frase “subir del agua” si Jesús solamente fue rociado con agua.
Hechos 8:26-39 registra uno de los relatos más ilustrativos del procedimiento del bautismo. Lucas escribió que mientras un etiope estaba en su viaje de regreso de Jerusalén, oyó el Evangelio de Jesucristo de la boca de Felipe (un siervo de Dios). Luego, “llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado?” (Hechos 8:36). Lucas no registra la fuente o ubicación del agua, pero podemos inferir que fue suficiente para que Felipe sumergiera al etiope. Lucas clarifica la manera en que se realizó el bautismo cuando señala que “descendieron ambos al agua” y “subieron del agua” (Hechos 8:38-39, énfasis añadido). De esta narración bíblica, fuera ilógico concluir que el bautismo del etiope fue alguna forma de rociamiento de agua. ¡Es imposible “descender a” y “subir de” unas pocas gotas de agua! No hay duda que el etiope fue sumergido.
Tercero, el bautismo representa la muerte, sepultura y resurrección de Cristo; no es una práctica al azar carente de algún patrón lógico o significado especial. Dios escogió el bautismo como la representación perfecta del plan redentor que realizó Su Hijo, Jesucristo. En Romanos 6:3-4, Pablo explicó el significado simbólico del bautismo: “¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva”. R.L. Whiteside comentó acerca de estos versículos:
En la sepultura del bautismo existe una semejanza de su muerte; también existe una semejanza de su resurrección en nuestro levantamiento del bautismo a una vida nueva. Por ende, al ser bautizados somos unidos con él en la semejanza de esta muerte y resurrección. Por tanto, somos participantes de él en la muerte, y también en la resurrección a una vida nueva. Jesús fue sepultado y resucitó a una vida nueva; nosotros somos sepultados en el bautismo y resucitamos a una vida nueva. Estos versículos muestran el acto del bautismo y también su valor espiritual (1988, p. 132).
Hay un gran valor y significado espiritual en el acto de inmersión. No solo representa la muerte, sepultura y resurrección de Cristo, sino también une al creyente con Cristo (Gálatas 3:27). No existe otro acto de fe que sea un sustituto eficaz (y bíblico) para la sumersión en Cristo. ¿Se podría describir el rociamiento de agua como una sepultura? Cuando una persona muere, ¿se le rocía tierra en la cabeza y se le declara “sepultado”? ¡Desde luego que no! En cambio, se le cubre completamente (sumerge) en tierra. De igual manera, para ser “sepultados” en Cristo, debemos ser cubiertos completamente (sumergidos) en agua. El rociamiento de agua es incapaz de representar la muerte, sepultura y resurrección de Cristo. Pablo y Pedro, en 1 Corintios 15:1-4 y 1 Pedro 3:21, enfatizaron adicionalmente la importancia y significado del bautismo.
Finalmente, es importante señalar que la práctica católica moderna de “bautismo”, i.e., rociamiento o derramamiento de agua, es inconsistente con el propio entendimiento católico del significado y método del bautismo bíblico. En el primer capítulo de los “Sacramentos de la Iniciación Cristiana”, el Catecismo de la Iglesia Católica declara:
Este sacramento es llamado Bautismo, según el rito central por el cual se realiza: bautizar (griego baptizein) significa “zambullir” o “sumergir”; el “sumergimiento en el agua simboliza la sepultura del catecúmeno en la muerte de Cristo, de la cual se levanta por la resurrección con él, como una “nueva criatura” (1994, 1214, énfasis añadido).
Parece que la ignorancia de la etimología y el procedimiento bíblico del “bautismo” no apartó al catolicismo de la verdad en cuanto al bautismo, sino el énfasis que el catolicismo coloca en la tradición sobre la verdad bíblica. El catolicismo también declara:
Para facilitar la aplicación de la nueva disciplina, el bautismo por infusión—que consiste en derramar agua en la cabeza del niño en vez de sumergir completamente al niño en una fuente—gradualmente llegó a ser común porque era más fácil; llegó a ser la práctica casi universal en el siglo XIV. Pero aunque la inmersión cayó en desuso, todavía tuvo su lugar en las rúbricas (Cabié, 1988, 3:72, énfasis añadido).
Se declara (con atrevimiento desvergonzado) que se reemplazó el mandamiento por inmersión que el Señor dio (Mateo 28:19; Marcos 16:16) por el rito tradicional de rociamiento o derramamiento de agua a causa de la conveniencia. Esta declaración sólo puede encontrar paralelo exacto en las palabras de condenación que Jesús pronunció contra los fariseos cuando dijo:
[B]ien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres. Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres… Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición (Marcos 7:6-9).
REFERENCIAS
Cabié, Robert (1988), La Iglesia en Oración [The Church at Prayer] (Collegeville, MN: Liturgical Press).
Catecismo de la Iglesia Católica [Catechism of the Catholic Church] (1994), (Mahwah, NY: Paulist Press).
Rhodes, Ron (1997), El Libro Completo de Respuestas Bíblicas [The Complete Book of Bible Answers] (Eugene, OR: Harvest House).
Vine, W.E. (1999), Diccionario Expositivo de Palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento Exhaustivo (Colombia: Editorial Caribe).
Whiteside, Robertson L. (reimpresión de 1988), La Epístola de Pablo a los Santos en Roma [Paul’s Letter to the Saints at Rome] (Bowling Green, KY: Guardian of Truth Foundation).
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