El Proyecto SETI, “Disquetes Cayendo” y Una Implicación Importante Ignorada
SETI es la sigla inglesa para la Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre. Durante algún tiempo anterior a 1981, el Gobierno Federal de los EE.UU. vertió millones de dólares en la construcción de satélites de alta tecnología supervisados por la NASA que fueron diseñados para explorar los cielos con el propósito de detectar mensajes, códigos, señales o signos de formas de vida inteligente en otros planetas. Sin embargo, en 1981, el fondo federal para este programa cesó, pero este obstáculo en la búsqueda de inteligencia estraterrestre no paró el programa. Actualmente, la Sociedad Planetaria es el protagonista principal del proyecto SETI. Miles de voluntarios de todo el mundo han puesto a trabajar sus computadoras equipadas con un programa que filtra información y señales de radio de los satélites. Estas computadoras están buscando patrones en señales que indiquen la existencia de inteligencia en el espacio exterior. Las instituciones prestigiosas como Harvard y la Universidad de California en Berkeley se han unido a la búsqueda. En el pasado, los científicos renombrados como Carl Sagan exigieron inflexiblemente el fondo y la expansión del proyecto SETI (McDonough, 2004).
Entonces, ¿qué esperan encontrar estos científicos y voluntarios en la información reunida de sus satélites, su equipo de observación y análisis de computadoras? Ellos esperan encontrar patrones o códigos en radio o señales láser que contengan algún tipo de comunicación de una inteligencia extraterrestre. En el sitio Web de la Sociedad Planetaria, bajo el encabezado de Frequently Asked Questions (Preguntas Hechas Frecuentemente), se plantea la pregunta: “¿Cómo podemos entender las señales de otra civilización?”. La respuesta que se da es esta:
Incluso cuando nosotros y una civilización extraterrestre no tengamos un lenguaje en común, existen maneras para comunicarse que los seres inteligentes pueden entender. La matemática, física, química y la astronomía contienen leyes fundamentales que proveen un “lenguaje” común en todo el universo. Las imágenes de televisión son una manera de comunicación que incluso no requiere un lenguaje común para entenderse (“Frequently Asked Questions…”, 2001).
Podemos ver que los diseños matemáticos, códigos, lenguajes, algoritmos y otras varias “leyes fundamentales” serían aceptados como evidencia de que existe algún tipo de inteligencia. La proposición que se puede implicar del programa SETI es que la inteligencia puede ser reconocida y distinguida de las explicaciones no-inteligentes y naturales; siendo el criterio requerido para este reconocimiento algún tipo de código, secuencia matemática, patrones físicos, etc.
Suponga que enviamos un hombre a la Luna, y estando allí él nota que comienzan a caer pequeños disquetes a la superficie de la Luna. Al inspeccionar estos disquetes, el astronauta descubre que contienen información codificada intrincadamente. Suponga además que él puede descifrar este código. Al hacerlo, descubre que si se siguen correctamente las instrucciones contenidas en el código, se podrá crear una máquina que pudiera convertir la luz solar y minerales en comida para humanos y animales. Tal descubrimiento impresionante recibiría a lo menos reconocimiento mundial. Y no habría duda que estos disquetes se hubieran originado de una inteligencia avanzada. Aunque, este escenario lunar hipotético tiene un equivalente terrestre.
En su libro, The Blind Watchmaker (El Relojero Ciego), Richard Dawkins pretende mostrar cómo pudo haber evolucionado la vida en este Universo durante millones de años. Él clama presentar información que muestra que las formas complicadas de vida tales como los humanos pueden haber surgido de sustancias no-vivas a través de pasos diminutos y graduales durante eones de tiempo. En el capítulo cinco, él comienza a hablar del ADN e intenta explicar cómo pudo haber surgido este código impresionante de información a través de procesos naturales. Sin embargo, en su introducción a ese capítulo, él hace un reconocimiento sorprendente que, para el lector honesto, es imposible explicar en términos de evolución naturalista. Él habla de un sauce que hay en su jardín y que esparce sus semillas “como algodón” por el aire, el suelo y el agua que corre en un canal. Hablando de las semillas, él explica que cada una contiene ADN que, si se le permite crecer, producirá otro sauce. Él entonces explica algunas de las capacidades codificadoras del ADN y las instrucciones que se encuentran en este para el crecimiento. Al referirse a estas semillas y al ADN que contienen, él hace el siguiente enunciado: “Esta lloviendo instrucciones afuera; esta lloviendo programas; está lloviendo algoritmias esparcidoras de pelusas y creadoras de árboles. Esa no es una metáfora, esta es la verdad pura. No sería diferente si estaría lloviendo disquetes” (1996, p. 111).
Es irónico que la misma información matemática codificada que, si fuera encontrada en la Luna, sería aclamada como prueba de la existencia de inteligencia extraterrestre, cuando es encontrado en la Tierra, es vista por muchos como el producto de un proceso inconsciente y al azar de múltiples millones de años. ¿Cómo es posible que estas instituciones académicas prestigiosas tales como Harvard y la Universidad de California en Berkeley gasten miles de horas y millones de dólares para encontrar en los cielos códigos matemáticos, señales, signos, etc.? Sin embargo, cuando encuentran tales patrones en organismos biológicos en la Tierra, los atribuyen a la no-inteligencia. Muchos de los principales protagonistas en la comunidad científica continúan ignorando la implicación lógica en esta situación: Si se encuentra información codificada compleja en el Universo, esto prueba que una inteligencia superior la puso allí. Si esto no es cierto, ¿por qué perder el tiempo explorando los cielos para encontrar estos patrones? El libro de Dawkins intenta justificar esta implicación cuando se aborda la información codificada que se encuentra en la Tierra, pero falla completamente. No se puede excusar esta implicación obvia y lógica. En realidad, la información codificada encontrada en el ADN de organismos vivos enfatiza grandemente el hecho que estos organismos fueron diseñados por un Ser inteligente
REFERENCIAS
Dawkins, Richard (1996), The Blind Watchmaker, (New York, NY: W.H. Norton and Co.).
“Frequently Asked Questions About the Search for Extraterrestrial Intelligence,” (2001), [En-línea], URL: http://www.planetary.org/html/UPDATES/seti/SETIFAQS.html
McDonough, Thomas (2004), “Two Decades of SETI,” [En-línea], URL: http://www.planetary.org/html/UPDATES/seti/seti-history.html.
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