El Más Allá y el Corán
La descripción del Corán en cuanto al más allá y el reino de los espíritus es una mezcolanza confusa de ideas prestadas de una variedad de fuentes, como también de los conceptos equivocados del mismo autor. Aunque la Biblia no clarifica todo aspecto de la vida más allá de la tumba, ni responde toda pregunta que se pueda tener acerca de ese reino, proporciona un entendimiento consistente, unido y definitivo que se encuentra en crudo contraste con el Corán. Por ejemplo, considere la manera en que el Corán aborda los conceptos del cielo y el paraíso.
¿Siete Cielos?
El Corán hace referencia frecuentemente a la existencia de siete cielos. Considere las siguientes alusiones: “Él es Quien creó para vosotros cuanto hay en la tierra. Y subió al cielo e hizo de él siete cielos. Es omnisciente” (Sura 2:29, énfasis añadido); “Di: «¿Quién es el Señor de los siete cielos, el Señor del Trono augusto?». Dirán: «¡Alá!» Di: «¿Y no le teméis?»” (Sura 23:86,87, énfasis añadido); “Le glorifican los siete cielos, la tierra y sus habitantes” (Sura 17:44, énfasis añadido). Hablando de la creación del Universo, el Corán declara: “«Decretó que fueran siete cielos, en dos días, e inspiró a cada cielo su cometido. Hemos engalanado el cielo más bajo con luminares, como protección” (Sura 41:12, énfasis añadido). Las amonestaciones de Noé incluyeron las actividades creativas de Alá: “¿No habéis visto cómo ha creado Alá siete cielos superpuestos y puesto en ellos la luna como luz y el sol como lámpara?” (Sura 71:15,16, énfasis añadido; vea también 23:17; 65:12; 67:12; 67:3; 78:12).
En crudo contraste a los “siete” cielos del Corán, la Biblia habla solamente de tres. El “primer cielo” es la atmósfera de la Tierra, donde las aves vuelan (Génesis 1:20; 8:20; Isaías 55:10; Lucas 13:19). El “segundo cielo” es el “espacio exterior”, donde están el Sol, la Luna y las estrellas (Génesis 15:5; 22:17; Deuteronomio 4:19; Nahum 3:16). A estos dos cielos hace referencia el primer versículo de la Biblia: “En el principio creó Dios los cielos [plural—DM] y la tierra” (Génesis 1:1, énfasis añadido). Según la Biblia, el “tercer cielo” es el reino espiritual más allá del reino físico, donde Dios y otros seres celestiales residen (Deuteronomio 10:14; 26:15; 1 Reyes 8:27,30). A menudo se hace referencia a este cielo como el “cielo de los cielos”—un semitismo en el cual se usa un genitivo para enfatizar un grado superlativo—significando el cielo más alto o el último cielo (cf. “Rey de reyes, Señor de señores”). Aunque la Biblia usa el número siete frecuentemente, nunca menciona nada acerca de “siete cielos”—incluso en el libro de Apocalipsis donde se utiliza el número siete figurativamente y prominentemente (54 veces).
¿De dónde obtuvo el Corán su noción de los siete cielos? Las fuentes no-inspiradas clarifican este asunto. Los rabinos judíos frecuentemente hablaban de siete cielos (Ginzberg, 1909, 1:9; 1910, 2:260,313; 1911, 3:96; 1925, 5:9-11,23,30). Ellos también decían que el infierno tenía siete puertas (Ginzerbg, 5:19,267; 1928, 6:438), otra noción copiada en el Corán que está en conflicto con la Biblia: “La gehena es el lugar de cita de todos ellos. Tiene siete puertas y cada una tendrá un grupo definido de ellos” (Sura 15:43,44). No se puede considerar las alusiones del Corán como poéticas o figurativas, ya que ninguna de las citas del Corán provee indicación de sentido figurativo.
El Paraíso
El término “paraíso” es de origen persa. Hace referencia a “un área o terreno espléndido, tierra de caza, parque, que tiene sombra y mucha agua” (Thayer, 1901, p. 480). Los judíos usaban este término para hacer referencia a “un huerto, una tierra de placer, una arboleda, un parque”, y llegó a aplicarse a la parte del hades donde se pensaba que “era la morada de las almas de los justos hasta la resurrección” (p. 480). Considerando este trasfondo lingüístico, la Biblia usa esta palabra en tres sentidos diferentes: (1) Se usa en la Septuaginta (Génesis 2:8,9,10,15,16; 3:2,3,4,9,11,24,25), la traducción griega del Antiguo Testamento, para hacer referencia al Huerto del Edén en la Tierra donde Adán y Eva vivieron (Septuagint, 1970, pp. 3-5). Normalmente se traduce como “huerto” en las versiones en español; (2) en un libro muy figurativo del Nuevo Testamento (Apocalipsis 2:7), se usa para hacer referencia a la morada final de los salvos, i.e., el cielo; y (3) se usa en conexión con el reino del hades. El término hebreo del Antiguo Testamento para este lugar de espera es sheol, y el término del Nuevo Testamento es hades. El Corán ignora la distinción de estos términos bíblicos. En cambio, aboga por la existencia de sietes cielos (como se señaló anteriormente), el paraíso (que aparentemente está entre los siete cielos) y el infierno (un reflejo evidente de la influencia no-inspirada de fuentes judías y persas de los siglos sexto y séptimo).
De acuerdo a la Biblia, “hades” es un término que designa la morada de los espíritus incorpóreos donde todos los humanos que mueren esperan el regreso del Señor (Lucas 16:19-31; 23:43; 2 Corintios 12:4) antes de la resurrección (1 Corintios 15:35-54), el Juicio y la separación final de todos los seres humanos a uno de los dos últimos reinos eternos, i.e., el cielo y el infierno. El hades consta de dos “partes”: una para los justos muertos y otra para los impíos muertos. El área que los justos habitan es el “paraíso”, mientras que los impíos habitan en el “tártaro”. La Biblia provee realmente muy poca información en cuanto a la descripción del hades. De hecho, la única descripción que se provee (Lucas 16:19-31) indica que en el hades (1) se describe al paraíso como el lugar donde se es “consolado” (vs. 25) y (2) está separado del tártaro por una “gran sima” (vs. 26). ¡Correcto! No se da ninguna explicación adicional concerniente al paraíso—no hay sofás, doncellas, ríos de agua, copas de oro. El hades, en el cual se encuentra el paraíso y el tártaro, es realmente un reino temporal que será destruido en el Juicio (Apocalipsis 20:13,14). Desde ese momento en adelante, solamente existirán dos reinos eternos: el cielo y el infierno.
La única descripción detallada que la Biblia ofrece en cuanto al cielo se encuentra en el libro de Apocalipsis—un libro auto-denominado apocalíptico (apocalupsis—“revelación”—1:1), que constituye una representación figurativa que no se debe entender literalmente (vea Swete, 1911, pp. xxii-xxxii; Gasque, 1975, 1:200-204; Thomson, 1939, 1:162-163). Por ende, se declara explícitamente que la “calle de oro” (21:21), el “río limpio de agua viva” (22:1), el “árbol de la vida” (22:2) y la ciudad amurallada en forma cuadrada situada sobre doce cimientos de piedras preciosas y las puertas de perlas (21:19-21) son estrictamente figurativos. Parece que la Biblia intencionalmente evita describir un reino intangible, espiritual y eterno a los humanos que viven en un reino físico y finito. Solamente revela lo suficiente para “despertar el apetito” del investigador honesto de la verdad, sin caer en el error de abrumar al lector con una impresión completamente carnal del cielo. El Corán comete precisamente este error. Siempre describe al paraíso en términos literales y materialistas:
Alá les preservará del mal de ese día y les llenará de esplendor y alegría. Les retribuirá, por haber tenido paciencia, con un Jardín y con vestiduras de seda. Reclinados allí en sofás, estarán resguardados allí del calor y del frío excesivo. Cerca de ellos, les cubrirán sus sombras; sus frutos podrán ser cogidos muy fácilmente. Se harán circular entre ellos vasijas de plata y copas de cristal, de un cristal de plata, de medidas determinadas. Allí se les servirá una copa que contendrá una mezcla de jengibre, tomada de una fuente de allí, que se llama Salsabil. Y circularán entre ellos criadas jóvenes de eterna juventud. Viéndoles, se les creería perlas desparramadas. Cuando se mira allá, no se ve sino delicia y suntuosidad. Vestirán de verde satén y de brocado y llevarán brazaletes de plata. Su Señor les servirá una bebida pura. «Esto se os ha dado como retribución. Vuestro esfuerzo ha sido agradecido» (Sura 76:11-22, énfasis añadido).
Para quien, en cambio, haya temido comparecer ante su Señor, habrá dos jardines…frondosos…con dos fuentes manando. ¿Cuál, pues, de los beneficios de vuestro Señor negaréis? En ellos habrá dos especies de cada fruta. ¿Cuál, pues, de los beneficios de vuestro Señor negaréis? Estarán reclinados en alfombras forradas de brocado. Tendrán a su alcance la fruta de los dos jardines. ¿Cuál, pues, de los beneficios de vuestro Señor negaréis? Estarán en ellos las de recatado mirar, no tocadas hasta entonces por hombre ni genio…cual jacinto y coral. ¿Cuál, pues, de los beneficios de vuestro Señor negaréis? La retribución del bien obrar ¿es otra que el mismo bien obrar? ¿Cuál, pues, de los beneficios de vuestro Señor negaréis? Además de esos dos, habrá otros dos jardines…verdinegros…con dos fuentes abundantes. ¿Cuál, pues, de los beneficios de vuestro Señor negaréis? En ambos habrá fruta, palmeras y granados, ¿cuál, pues, de los beneficios de vuestro Señor negaréis? [E]n ellos habrá buenas, bellas…huríes, retiradas en los pabellones…no tocadas hasta entonces por hombre ni genio. ¿Cuál, pues, de los beneficios de vuestro Señor negaréis? Reclinados en cojines verdes y bellas alfombras. ¿Cuál, pues, de los beneficios de vuestro Señor negaréis? ¡Bendito sea el nombre de tu Señor, el Majestuoso y Honorable! (Sura 55:46-78, énfasis añadido).
Además de los múltiples jardines y paraísos (55:46,62; cf. 83:18,19; Lings, pp. 95,202) con sofás, cojines verdes, alfombras, vestiduras de seda, brazaletes de plata, vasijas de plata, sombra, follaje, fuentes abundantes, palmeras y granados, criadas de eterna juventud y vírgenes, el paraíso también incluirá platos de oro y copas (43:71), prados (42:22), un vino generoso y sellado (no embriagante—56:19), con un dejo de almizcle, mezclado con agua de Tasnim (83:25-28), múltiples cámaras altas o mansiones (29:58; 34:37; 39:20), carne de aves (56:21), azufaifos sin espinas (56:28) y liños de acacias (56:29). Las referencias al paraíso en tales términos materialistas son innumerables en el Corán (cf. 15:45-47; 18:32; 22:23; 35:33; 37:41-49; 38:51-53; 44:51-55; 47:15; 52:17-28; 88:8-16; et.al.). El contexto en que se presentan estas descripciones descartan la explicación musulmana frecuente que estas son “figurativas”. De hecho, un versículo incluso iguala el fruto en la Tierra con el fruto en el paraíso: “Anuncia la buena nueva a quienes creen y obran bien: tendrán jardines por cuyos bajos fluyen arroyos. Siempre que se les dé como sustento algún fruto de ellos, dirán: «Esto es igual que lo que se nos ha dado antes». Pero se les dará algo sólo parecido” (Sura 2:25, énfasis añadido).
Se pensaría que las mujeres musulmanas se sintieran estafadas en el más allá. El paraíso para los hombres incluirá doncellas: “esposas purificadas” (2:25; 3:15; 4:57), “esposas…huríes de grandes ojos” (44:54; 52:20—o “hermosas, de ojos brillantes”—Ali; cf. 55:72) como “huevos (de avestruz) bien guardados” y “perlas ocultas” (37:49; 56:23), “las de recatado mirar” (37:48; 38:53—o “mujeres castas que contienen su mirar, compañeras de igual edad”—Ali; cf. 55:56; 78:33), que son “buenas, bellas” (55:70), “vírgenes” (56:36), “no tocadas hasta entonces por hombre ni genio” (55:56,74). Estas descripciones lascivas y lujuriosas que apelan a las pasiones sensuales y sexuales son aparentes, y son típicas de los autores varones que no son guiados por un poder superior.
Adicionalmente, el Corán y la Biblia están en conflicto en cuanto al tema del matrimonio en el más allá. El Corán sin duda indica que el matrimonio continuará en el paraíso (Sura 13:23; 36:55; 40:8; 43:70). De hecho, Dios mismo realizará las ceremonias: “Los que teman a Alá estarán, en cambio, en lugar seguro, entre jardines y fuentes, vestidos de satén y de brocado, unos enfrente de otros. Así será. Y les daremos por esposas a huríes de grandes ojos” (44:51-54; énfasis añadido; cf. 52:20). Pero Jesús refutó firmemente esta noción en su discusión con los saduceos: “Porque en la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles de Dios en el cielo” (Mateo 22:30).
El énfasis en la comida, bebida y los placeres físicos en las descripciones coránicas del más allá reflejan una perspectiva que se esperaría de un árabe beduino vinculado al desierto. Este interés en las cosas carnales y las comodidades materiales es evidencia de inspiración humana, y se encuentra en crudo contraste con la enseñanza bíblica sobre el tema del más allá. Este es el mismo caso con las frases repetitivas: “jardines con ríos que fluyen” (usada 32 veces en Pickthall, una traducción inglesa del Corán—vea Al-nasir). La descripción coránica del más allá verifica su origen humano.
REFERENCIAS
Al-nasir, Jamal (2000-2003), Holy Quran Viewer (London: Divineislam.com), [En-línea]: URL: http://www.divineislam.com.
Ali, Abdullah Yusuf (1934), The Qur’an (Elmhurst, NY: Tahrike Tarsile Quran), novena edición.
Gasque, W.W. (1975), “Apocalyptic Literature,” The Zondervan Pictorial Encyclopedia of the Bible, ed. Merrill Tenney (Grand Rapids, MI: Zondervan).
Ginzberg, Louis (1909-1939), The Legends of the Jews, traducción por Henrietta Szold (Philadelphia, PA: The Jewish Publication Society of America), [En-línea], URL: http://answering-islam.org/Books/Legends/v1_3.htm.
Lings, Martin (1983), Muhammad (Rochester, VT: Inner Traditions International).
Pickthall, Mohammed M. (sine data), The Meaning of the Glorious Koran (New York: Mentor).
Rodwell, J.M., traducción (1950 reimpresión), The Koran (London: J.M. Dent and Sons).
Septuagint Version of the Old Testament (1970 reimpresión), (Grand Rapids, MI: Zondervan).
Swete, Henry (1911), Commentary on Revelation (Grand Rapids, MI: Kregel, 1977 reimpresión).
Thayer, Joseph H. (1901), A Greek-English Lexicon of the New Testament (Grand Rapids, MI: Baker, 1977 reimpresión).
Thomson, J.E.H. (1939), “Apocalyptic Literature,” The International Standard Bible Encyclopedia, ed. James Orr (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1974 reimpresión).
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