El Esfuerzo Guía a la Fortaleza
El enunciado, “un mar tranquilo nunca produce un marinero hábil”, contiene mucha verdad. El que no atraviesa la intensidad del entrenamiento físico no puede esperar llegar a ser un atleta destacado. Por ejemplo, si un hombre desea participar en un entrenamiento de levantamiento de pesas, pero al mismo tiempo no quiere experimentar el esfuerzo que se debe producir al añadir peso cada día, no tendrá mucha probabilidad de llegar a ser esbelto. Después de todo, el concepto completo detrás del levantamiento de pesas es la resistencia. Una persona se esfuerza con el peso para desarrollar masa muscular y llegar a ser más fuerte físicamente. De igual manera, alguien que busca inteligencia debe esforzarse durante el proceso de aprendizaje. Debe trabajar en la lectura, la escritura y la solución de problemas. Se puede decir lo mismo en cuanto a la verdad. Los cristianos deben experimentar algo de resistencia para crecer y llegar a ser más fuertes. Es decir, en ocasiones debemos esforzarnos para fortalecer nuestros cuerpos espirituales. Jesús dijo a Sus apóstoles la noche de Su traición: “En el mundo tendréis aflicción” (Juan 16:33). Pablo dijo a Timoteo: “[T]odos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución” (2 Timoteo 3:12, énfasis añadido).
Algunas veces la gente se pregunta por qué Dios permite pruebas y tribulaciones en el mundo. ¿Por qué no nos creó de tal manera que todo lo que experimentáramos fuera indoloro? Una respuesta común es que algunas veces podemos beneficiarnos grandemente de la experiencia del dolor mental y/o físico. Atestiguamos este mismo principio en el reino animal. La polilla emperatriz debe esforzarse desde su capullo para desarrollar adecuadamente su cuerpo y sus alas. Si no experimenta tal esfuerzo, el resultado es una polilla que no puede volar. En Hebreos 11, se lee que Abraham fue probado (vs. 17), Moisés sufrió aflicción (vss. 24-25) y otros sufrieron burlas, azotes y prisiones (vs. 36). ¿Les benefició tales pruebas de alguna manera? Santiago escribió: “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna” (Santiago 1:2-4, énfasis añadido). Al escribir a los hermanos corintios, Pablo dijo, “Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria” (2 Corintios 4:17). Los sufrimientos que Pablo experimentó en la Tierra fueron una insignificancia comparados a la gloria eterna ante él.
Usted padecerá en esta vida. Cuando lo haga, mire al Señor y confíe en Él (Proverbios 3:5-6). Tenga en cuenta que las diferentes formas de sufrimiento pueden hacernos más fuertes si permitimos que actúen en nosotros. Podemos tener confianza que “a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien” (Romanos 8:28). Esto no significa que todo lo que pasa es bueno. Sino significa que si vivimos vidas piadosas, todo lo que pase funcionará para lo mejor a la larga.
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