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El Ciclo de la Incredulidad

Las sociedades durante la historia humana han tenido la tendencia de seguir los mismos patrones: reconocer a Dios, negar a Dios, aferrarse a la depravación moral, recibir el castigo y destrucción de Dios, arrepentirse y luego comenzar todo otra vez. Los israelitas del Antiguo Testamento repitieron este ciclo varias veces como el libro de Jueces registra. El patrón comienza con ojos humanos que miran hacia el cielo y adoran a Dios. Cuando el tiempo pasa, tendemos a bajar nuestra mirada, observarnos a nosotros mismos y proclamar que somos más sabios o inteligentes que Dios. Muchos deciden que no tienen necesidad de Él, y pretenden que Él no existe. Luego se idolatra a los seres humanos—Césares, papas, estrellas de Hollywood e ídolos norteamericanos. Esta fase del ciclo comenzó en Norteamérica hace medio siglo y se ilustra en el mundo alrededor nuestro de muchas maneras.

La sociedad reclama ser más sabia que Dios cuando dice que castigar corporalmente a sus hijos es malo porque les enseña a ser violentos y daña su auto-estima. Pero a través de Salomón, Dios dijo que “el que detiene el castigo, a su hijo aborrece; mas el que lo ama, desde temprano lo corrige” (Proverbios 13:24). La sociedad se ha elevado arrogantemente por encima de Dios. Muchos en la sociedad dicen que el castigo capital es cruel e inusual, pero Dios pidió que los israelitas impusieran la pena capital para algo de más de 15 crímenes, y el apedreamiento fue una forma típica de pena capital (Miller, 2007). Según el pensamiento humano engañado, Dios es culpable de usar “castigos crueles e inusuales”. La sociedad dice que Dios y el gobierno deberían estar separados, pero Dios dice, “Bienaventurada la nación cuyo Dios es Jehová” (Salmos 33:12). La sociedad dice que la homosexualidad y otras formas de sodomía son estilos aceptables de vida que se deberían aprobar, incluso apoyar. Pero Dios listó a la homosexualidad como un crimen digno de muerte en el Antiguo Testamento (Levítico 20:13), y dijo que los homosexuales y sodomitas no “heredarán el reino de Dios” (1 Corintios 6:9-10). La sociedad ha elevado a los seres humanos a la posición de dioses capaces de decidir lo que es moralmente correcto o incorrecto. Los humanos no necesitan inclinarse el uno al otro para ser culpables de auto-adoración. Elevarnos al nivel de dioses al despreciar al Dios verdadero es suficiente. Nos comportamos arrogantemente cuando desechamos las directrices de Dios, como si tuviéramos que entender las razones detrás de todo lo que Dios nos dice que hagamos o que no hagamos en Su Palabra. Él dice, “Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (Isaías 55:9). Se espera que confiemos en Él (Hebreos 11:6).

Mientras que el ciclo hacia la depravación espiritual progresa, los humanos bajan su mirada incluso más para elevar a los animales a un estatus superior a los humanos (quienes ya son considerados superiores a Dios). La reverencia que el movimiento por los derechos animales otorga a los animales, muestra al mundo entero que Norteamérica también ha alcanzado esta fase del ciclo. Piense en esto, en las décadas pasadas, los activistas han arrojado pintura a mujeres que visten pieles, se han dedicado a salvar a las ballenas, han fomentado el uso de embriones humanos para la experimentación con el fin de promover el bienestar humano mientras buscan declarar ilegal el uso de animales con propósitos de investigación, han abogado por el consumo vegetariano, etc. Es un crimen quebrar el huevo de un águila calva antes que el águila haya incubado, pero matar a un bebé humano antes que haya dejado el vientre de su madre es aceptable para la sociedad (“Águila Calva”, 2002). “Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte” (Proverbios 14:12; 16:25). El enfoque de Dios funciona. No obstante, las sociedades hindúes del mundo muestran el resultado final de elevar a los animales. La gente de estas sociedades yacen hambrientas en las calles mientras que las vacas saludables caminan libremente a causa de su estatus elevado. Claramente, los humanos son incapaces de hacer decisiones espirituales efectivamente por sí mismos. “Conozco, oh Jehová, que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos” (Jeremías 10:23).

A menudo, en este patrón repetido de decaimiento espiritual, los ojos humanos bajan aun más, y la Tierra llega a ser elevada al estatus de dios. Norteamérica también ha llegado a esta fase. Considere a los ambientalistas. Se debe proteger a todo precio a la “Madre Tierra”. “Salve el planeta”. “Diga no a las huellas de carbono”. Ahora se está alabando a las culturas del pasado, aquellas que los cristianos siempre han considerado como paganas, a causa de su adoración a los animales y la Tierra. La teoría de la evolución dice que la Tierra es responsable de nuestra existencia y desarrollo—i.e., la Tierra es nuestro dios. Debemos salvarla para sobrevivir, y nosotros tenemos el poder omnipotente para controlar su destino. La sociedad dice que no deberíamos “señorear” arrogantemente sobre los organismos de la naturaleza, ya que estos son nuestros antepasados y tienen tanto valor como nosotros. Nosotros simplemente tuvimos la suerte de haber evolucionado más que ellos. (Considere el mensaje de Hollywood en cuanto a su enfoque de la naturaleza y el pecado de tratar de controlar y tener domino sobre ella en la película Instinto). En crudo contraste, Dios dice que los humanos deben tener dominio “sobre la tierra” (Génesis 1:26).

¿Deberíamos ser buenos administradores de la creación de Dios? Absolutamente. Sin embargo, no se debería elevar a la Tierra al nivel de respeto que se le da hoy. Los humanos nunca deberían pensar tan elevadamente de sí mismos como para presumir que pueden controlar el destino de la Tierra. A diferencia de las enseñanzas de los partidarios del calentamiento global, no es el humano “todopoderoso” el que destruirá la Tierra al final. Dios Todopoderoso lo hará (2 Pedro 3:10-12). No es un homicidio delante de Dios matar a una planta, sin importar cómo o bajo qué circunstancias se realice. Dios no mandó que se aplique la pena de muerte a los que cortan un árbol. Las plantas no tienen un nivel o valor similar a los humanos, a pesar de que un comité de humanos confundidos moralmente decida que lo es (cf. Willemsen, 2008).

Siendo un poco positivos, si el patrón típico se repite cada vez, entonces el ciclo puede estar cerca de su terminación, y la sociedad una vez más puede llegar a considerar una evaluación sana y sensible de la realidad espiritual—regresando al único Dios verdadero, el Creador. La auto-adoración norteamericana, la adoración del reino animal y la Tierra han continuado por varias décadas, mientras que la adoración a Dios es descartada como primitiva. Desafortunadamente, siempre llega el castigo y la destrucción divina antes que el ciclo comience otra vez. Aunque se escribieron hace 2,000 años atrás, las palabras de Pablo todavía reflejan la realidad actual:

Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén (Romanos 1:22-25).

 

REFERENCIAS

“Águila Calva” [“Bald Eagle”] (2002), [En-línea], URL: http://midwest.fws.gov/eagle/protect/laws.html.

Miller, Dave (2002), “La Pena Capital y la Biblia”, [En-línea], URL: https://apologeticspress.org/espanol/articulos/3408.

Willemsen, Ariane, ed. (2008), “La Dignidad de los Seres Vivos con Respecto a las Plantas—Consideración Moral de las Plantas para su Propio Bien” [“The Dignity of Living Beings with Regard to Plants—Moral Consideration of Plants for their Own Sake”], Comité Ético Federal sobre la Biotecnología No-Humana [Federal Ethics Committee on Non-Human Biotechnology] (Berne: Swiss Confederation), abril.


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