El Cambio Tiene Límites
Según la Teoría General de la Evolución, durante múltiples millones de años los peces evolucionaron hasta convertirse en anfibios, los cuales evolucionaron hasta convertirse en reptiles, los cuales evolucionaron hasta convertirse en mamíferos, los cuales evolucionaron hasta convertirse en humanos. Supuestamente, los cambios sucedieron sin límites. Los invertebrados llegaron a tener columnas vertebrales. Los peces llegaron a tener patas. Los reptiles llegaron a tener pelo. Los simios llegaron a tener moralidad. Con el tiempo suficiente, cualquier cosa fue posible. Supuestamente la evolución no tiene límites.
No obstante, todo lo que vemos en la naturaleza testifica del hecho que los cambios sí tienen límites. Existen límites en el cambio de los pinzones de la Islas Galápagos, los cuales Darwin investigó en la década de 1830 (vea Butt, 2006). Después de más de 100 años de experimentos, miles de mutaciones producidas en el laboratorio y muchos millones de especimenes, los científicos han aprendido que la mosca de la fruta (Drosophila melanogaster) nunca cambia en algo más que una mosca de la fruta (vea Butt, 2009). Aunque miles de años de crianza selectiva nos han proporcionado una gran variedad en las clases de perros (desde el Chihuaha de cuatro pulgadas de alto y de pelo largo hasta el Gran Danés de 42 pulgadas y de pelo corto), los perros han permanecido siendo perros.
Recientemente, la revista prominentemente evolucionista, New Scientist, abordó los límites de cambio en varios animales y humanos. En un artículo titulado, “Donde los Perros Han Guiado, los Humanos Siguen”, se hizo la pregunta, “¿Qué tienen en común los galgos, caballos y mujeres corredoras?”. Respuesta: “Todos tienen un tope máximo de desempeño” (2008, 200[2685]:16). Según Mark Denny de la Universidad Stanford in California, “[L]os registros analizados de eventos atléticos y carreras de caballos y galgos desde la década de 1920…revelan límites de velocidad que los animales y humanos pueden correr” (“Donde los Perros…”, p. 16, énfasis añadido).
Los galgos y caballos ganadores se hicieron más veloces hasta la década de 1970, y entonces comenzaron a estancarse. Denny piensa que esto se debe a que estos animales alcanzaron la velocidad máxima para su especie, tal vez porque la crianza selectiva ha creado un tipo corporal óptimo.
Las mujeres corredoras comenzaron a estancarse en la década de 1970, experimentando mejoras raras y pequeñas desde entonces… Al usar estos registros, Denny ha creado un modelo que predice que los hombres finalmente alcanzarán un tiempo máximo de 9.48 segundos para la carrera de los 100 metros, 0.21 segundos más que el record actual de Usain Bolt (p. 16).
Aunque la revista New Scientist abraza abiertamente la Teoría General de la Evolución, la publicación ha admitido que existen límites de cambio. A pesar de lo mucho que los genetistas crucen selectivamente los animales, o de la cantidad de hormonas que se introduzcan en los cuerpos de animales o humanos, el cambio en el mundo biológico tiene límites. Sea que alguien hable de la velocidad, el tamaño o la fuerza, existen límites en cuanto a lo que una persona o animal puede cambiar. Siglos de observación científica testifican de los límites del cambio. Los perros solo llegarán a ser rápidos, grandes o fuertes hasta un punto. Nunca cruzarán su barrera genética inherente (i.e., dada por Dios) para llegar a convertirse en gatos, murciélagos o ratas. Como la Biblia ha testificado por 3,500 años, Dios creó los animales para que se reproduzcan “según su género” (Génesis 1:21,24-25).
REFERENCIAS
Butt, Kyle (2006), “¿Qué Prueban los Pinzones?”, [En-línea], URL: https://apologeticspress.org/espanol/articulos/3073.
Butt, Kyle (2009), “Moscas Mutantes Fastidian a la Evolución”, [En-línea], URL: https://apologeticspress.org/espanol/articulos/240075.
“Donde los Perros Han Guiado, los Humanos Siguen” [“Where Dogs Have Led, Humans Follow”] (2008), New Scientist, 200[2685]:16, 6-12 de diciembre.
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