El Antisemitismo y la Crucifixión de Cristo: ¿Quién Mató a Jesús?
Tal vez ha oído las protestas en cuanto a la película de Mel Gibson, “La Pasión del Cristo”, que se estrenó en marzo de 2004. El sitio Web oficial declara: “La Pasión es una descripción vívida de las 12 últimas horas de la vida de Jesucristo” (Passion Web site). Esta película enfatiza especialmente el sufrimiento físico que Cristo soportó. El idioma que se habla es el idioma judío del primer siglo, el arameo, excepto cuando los romanos hablan su lenguaje, i.e., el latín (Novak, 2003). Gibson, quien produjo y dirigió la película, invirtió $25 millones de su propio bolsillo en esta aventura.
La conmoción en cuanto a la película radica en la participación judía en la crucifixión de Cristo. De hecho, las protestas de “Antisemitismo” han sido vociferantes, especialmente las de la Liga de Anti-Difamación. Su opinión es que se presenta a los judíos en la película como “enemigos de Dios, quienes son sanguinarios, sádicos y codiciosos”, como también se les presenta como “los responsables de la decisión de crucificar a Jesús” (citado en Hudson, 2003; cf. Zoll, 2003). Se teme que la película alimentará el odio y la intolerancia en contra de los judíos. Un comité de nueve judíos y eruditos católicos unánimemente “consideraron” que la película proyectaba una descripción uniformemente negativa de los judíos (“ADL y Mel…”). El Vaticano ha evitado aprobar la película declinando hacer una declaración oficial para el tiempo de su estreno (“Vatican Has Not…”; cf. “Mel Gibson’s…”). Se esperaba esta acción en vista de la señal conciliadora que el Vaticano II manifestó (Abbott, 1955, p. 663-667). Incluso la corporación cinematográfica Twentieth Century Fox decidió no participar en la distribución de la película (“20th Decides…”; cf. “legislator Tries…”; “O’Reilly…”).
Independientemente de la controversia generada por la película de Gibson, el tema principal tiene que ver con la extensión de la contribución o participación de la generación judía del primer siglo en la muerte de Cristo. Si el Nuevo Testamento es la Palabra verbalmente inspirada de Dios, entonces es un registro exacto y confiable de los hechos y detalles en cuanto a la crucifixión. Siendo ese el caso, ¿cómo representa el Nuevo Testamento el rol de los judíos en la muerte de Cristo?
Muchos versículos aluden al rol que los judíos, especialmente los líderes judíos, tuvieron en la muerte de Jesús. Por algún tiempo antes de la crucifixión, las autoridades judías estuvieron determinadas a oponerse a Jesús. Esta persecución tuvo el propósito de logar Su muerte:
Al oír estas cosas, todos en la sinagoga se llenaron de ira; y levantándose, le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual estaba edificada la ciudad de ellos, para despeñarle (Lucas 4:28-29, énfasis añadido).
Por esto los judíos aun más procuraban matarle, porque no sólo quebrantaba el día de reposo, sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios (Juan 5:18, énfasis añadido).
Después de estas cosas, andaba Jesús en Galilea; pues no quería andar en Judea, porque los judíos procuraban matarle… ¿No os dio Moisés la ley, y ninguno de vosotros cumple la ley? ¿Por qué procuráis matarme? (Juan 7:1,19, énfasis añadido).
Sé que sois descendientes de Abraham; pero procuráis matarme, porque mi palabra no halla cabida en vosotros. Yo hablo lo que he visto cerca del Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído cerca de vuestro padre. Respondieron y le dijeron: Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: Si fueseis hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais. Pero ahora procuráis matarme a mí, hombre que os he hablado la verdad, la cual he oído de Dios; no hizo esto Abraham… Tomaron entonces piedras para arrojárselas; pero Jesús se escondió y salió del templo; y atravesando por en medio de ellos, se fue (Juan 8:37-40,59, énfasis añadido).
Entonces los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle… Procuraron otra vez prenderle, pero él se escapó de sus manos (Juan 10:31,39, énfasis añadido).
Así que, desde aquel día acordaron matarle… Y los principales sacerdotes y los fariseos habían dado orden de que si alguno supiese dónde estaba, lo manifestase, para que le prendiesen (Juan 11:53,57, énfasis añadido).
Y enseñaba cada día en el templo; pero los principales sacerdotes, los escribas y los principales del pueblo procuraban matarle. Y no hallaban nada que pudieran hacerle, porque todo el pueblo estaba suspenso oyéndole (Lucas 19:47-48, énfasis añadido).
Y los principales sacerdotes y los escribas buscaban cómo matarle; porque temían al pueblo (Lucas 22:2, énfasis añadido).
Entonces los principales sacerdotes, los escribas, y los ancianos del pueblo se reunieron en el patio del sumo sacerdote llamado Caifás, y tuvieron consejo para prender con engaño a Jesús, y matarle (Mateo 26:3-4, énfasis añadido).
Estos versículos (y muchos otros) demuestran la participación incuestionable de los judíos en la muerte de Jesús. Todavía se puede escuchar el lamento de Jesús mismo por el rechazo de los judíos hacia Su persona: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! He aquí vuestra casa os es dejada desierta” (Mateo 23:37-39). Él estaba refiriéndose a la destrucción de Jerusalén y a la destrucción de la mancomunidad judía en manos de los romanos en el año 70 d.C. Lea cuidadosamente Su alusión inequívoca de este evento catastrófico:
Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella, diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos. Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán, y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación (Lucas 19:41-44).
El atribuyó claramente su destrucción nacional a su rechazo obstinado de Su identidad como el Mesías, el Salvador y el Rey profetizado.
Entonces, ¿indica la Biblia que un gran porcentaje, tal vez incluso la mayoría de los judíos de la Palestina del primer siglo fueron “colectivamente culpables” de la muerte de Jesús? La evidencia inspirada sugiere eso. Considere cuidadosamente el enunciado del apóstol Pablo, teniendo en cuenta que él mismo fue un judío—de hecho, “hebreo de hebreos” (Filipenses 3:5; cf. Hechos 22:3; Romanos 11:1; 2 Corintios 11:22). Hablando a los cristianos tesalonicenses, escribió:
Porque vosotros, hermanos, vinisteis a ser imitadores de las iglesias de Dios en Cristo Jesús que están en Judea; pues habéis padecido de los de vuestra propia nación las mismas cosas que ellas padecieron de los judíos, los cuales mataron al Señor Jesús y a sus propios profetas, y a nosotros nos expulsaron; y no agradan a Dios, y se oponen a todos los hombres, impidiéndonos hablar a los gentiles para que éstos se salven; así colman ellos siempre la medida de sus pecados, pues vino sobre ellos la ira hasta el extremo (1 Tesalonicenses 2:14-16, énfasis añadido).
Este mismo apóstol enfrentó gran oposición de parte de sus compatriotas judíos. Después que habló en la sinagoga judía en Antioquía de Pisidia, una multitud de gente que consistía de casi toda la ciudad se reunió para oírle exponer la Palabra de Dios. Note la reacción de los judíos en la multitud:
Pero viendo los judíos la muchedumbre, se llenaron de celos, y rebatían lo que Pablo decía, contradiciendo y blasfemando. Entonces Pablo y Bernabé, hablando con denuedo, dijeron: A vosotros a la verdad era necesario que se os hablase primero la palabra de Dios; mas puesto que la desecháis, y no os juzgáis dignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles… Pero los judíos instigaron a mujeres piadosas y distinguidas, y a los principales de la ciudad, y levantaron persecución contra Pablo y Bernabé, y los expulsaron de sus límites (Hechos 13:45-46,50).
Pablo también enfrentó oposición de parte del público judío como Jesús—tanto que escribió a los gentiles concerniente a los judíos: “Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros” (Romanos 11:28). Él quiso decir que la mayoría de los judíos había rechazado a Cristo y al cristianismo. Solamente un “remanente” (Romanos 11:5), i.e., una pequeña minoría, aceptó a Cristo.
¿Qué rol tuvieron los romanos en la muerte de Cristo? Es verdad que Jesús fue crucificado en una cruz romana. La Palestina del primer siglo estaba bajo la jurisdicción de Roma. Aunque Roma permitía que los judíos tuvieran un rey en Judea (Herodes), los judíos estaban sujetos a la rey romana en asuntos legales. Para lograr la ejecución de Jesús, los judíos tuvieron que apelar a las autoridades romanas para conseguir permiso (Juan 18:31). Al leer rápidamente los versículos que están relacionados a los intentos judíos de adquirir permiso para la ejecución podemos notar la poca disposición romana en el asunto. Pilato, el procurador en Jerusalén, buscó literalmente disipar y menguar los esfuerzos judíos por matar a Jesús. Él habló a los principales sacerdotes, líderes y al pueblo claramente:
Me habéis presentado a éste como un hombre que perturba al pueblo; pero habiéndole interrogado yo delante de vosotros, no he hallado en este hombre delito alguno de aquellos de que le acusáis. Y ni aun Herodes, porque os remití a él; y he aquí, nada digno de muerte ha hecho este hombre. Le soltaré, pues, después de castigarle. Y tenía necesidad de soltarles uno en cada fiesta. Mas toda la multitud dio voces a una, diciendo: ¡Fuera con éste, y suéltanos a Barrabás! Este había sido echado en la cárcel por sedición en la ciudad, y por un homicidio. Les habló otra vez Pilato, queriendo soltar a Jesús; pero ellos volvieron a dar voces, diciendo: ¡Crucifícale, crucifícale! Él les dijo por tercera vez: ¿Pues qué mal ha hecho éste? Ningún delito digno de muerte he hallado en él; le castigaré, pues, y le soltaré. Mas ellos instaban a grandes voces, pidiendo que fuese crucificado. Y las voces de ellos y de los principales sacerdotes prevalecieron. Entonces Pilato sentenció que se hiciese lo que ellos pedían; y les soltó a aquel que había sido echado en la cárcel por sedición y homicidio, a quien habían pedido; y entregó a Jesús a la voluntad de ellos (Lucas 23:14-25).
Es difícil imaginar el nivel de hostilidad que la jerarquía judía, e incluso el pueblo judío, poseía hacia un Hombre que no había hecho nada que merecía tal odio. Es increíble pensar que ellos escogerían la liberación de un asesino rebelde conocido en vez de la liberación de Jesús. Sí, la autoridad romana fue cómplice en la muerte de Jesús. Pero Pilato no hubiera ejecutado el asunto si los líderes judíos y la multitud no le hubieran presionado a hacerlo. De hecho, él realizó una ceremonia simbólica para expresar el hecho que no era responsable de la muerte de Jesús. Él anunció a la multitud: “Inocente soy yo de la sangre de este justo; allá vosotros” (Mateo 27:24). Técnicamente, no se puede decir correctamente que los romanos son los responsables principales. Si los judíos no hubieran presionado a Pilato, él nunca hubiera permitido la ejecución de Jesús. El apóstol Pedro clarificó este punto al culpar a los judíos de Jerusalén por la crucifixión de Jesús.
Varones israelitas…el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su Hijo Jesús, a quien vosotros entregasteis y negasteis delante de Pilato, cuando éste había resuelto ponerle en libertad. Mas vosotros negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se os diese un homicida, y matasteis al Autor de la vida, a quien Dios ha resucitado de los muertos, de lo cual nosotros somos testigos (Hechos 3:12-15, énfasis añadido).
Note que incluso cuando los romanos administraron la crucifixión, Pedro interesantemente declaró a su audiencia judía que no solamente Pilato quería liberar a Jesús, sino que los judíos (“vosotros”)—no los romanos—“mataron al Autor de la vida”.
¿Culpa Dios por la muerte de Cristo a los judíos como un grupo étnico? Absolutamente no. Aunque la generación de judíos contemporáneos a Jesús clamaron delante de Pilato, “Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos” (Mateo 27:25, énfasis añadido), todavía es un hecho bíblico que “el hijo no llevará el pecado del padre” (Ezequiel 18:20). La mayor parte de un grupo étnico particular en un lugar particular en un tiempo particular en la historia puede unirse para ejecutar una injusticia social, pero esa acción no acusa a todos los individuos en todo lugar que comparten esa etnia. “Porque no hay acepción de personas para con Dios” (Romanos 2:11) y no debería haber entre nosotros.
En realidad, el Nuevo Testamento enseña que la etnia no debería tener nada que ver con la práctica de la religión cristiana—lo cual incluye la manera en que nos consideramos y la manera en que tratamos a otros. Note cuidadosamente las declaraciones de Pablo sobre este tema: “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois” (Gálatas 3:28-29, énfasis añadido). Jesús elimina la distinción étnica entre judíos y no-judíos:
Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades (Efesios 2:14-17).
En el sentido más alto, ni los judíos ni los romanos crucificaron a Jesús. Oh, todos ellos fueron cómplices, incluyendo a Judas Iscariote, pero también nosotros. Toda persona responsable que ha vivido o que vivirá ha cometido pecado que necesita la muerte de Cristo—para que la expiación del pecado llegue a ser una realidad. Ya que Jesús murió por los pecados de todo el mundo (Juan 3:16; 1 Juan 2:2), todo pecador es responsable de Su muerte. Habiendo dicho eso, la Biblia también señala claramente que en realidad, Jesús dio Su propia vida por la humanidad: “Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas… Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar” (Juan 10:11,17-18; cf. Gálatas 1:4; 2:20; Efesios 5:2; 1 Juan 3:16). Desde luego, el hecho que Jesús estuviera dispuesto a sacrificarse a favor de la humanidad no descarta que todavía “requiriera” que los seres humanos, en este caso los judíos del primer siglo, ejercieran su libre albedrío para matarle. Un pasaje que resume este punto es Hechos 4:27-28: “Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel, para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado que sucediera”.
CONCLUSIÓN
El antisemitismo es pecaminoso y no es una actitud cristiana. Se debe tener lástima de los que crucificaron a Jesús. Incluso Jesús dijo sobre ellos: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34). Pero no necesitamos negar o reescribir la historia en el proceso. Hoy en día vivimos en una cultura anticristiana. Si Gibson hubiera producido una película que representara a Jesús como un homosexual, el anticristiano liberal y defensor de la “corrección política” hubiera sido el defensor principal de esa empresa con la excusa de que hay “licencia artística”, “libertad de expresión y “creatividad” para hacerlo. Pero atrévase a aventurarse a la realidad espiritual al mostrar la historia del hombre pecador que maltrata al Hijo de Dios, y los campeones de la degradación moral y el hedonismo harán escuchar sus voces de perturbación y amargura. La ironía de todos los tiempos es que Él incluso murió por ellos.
REFERENCIAS
Abbott, Walter, ed. (1966), The Documents of Vatican II (New York, NY: America Press).
“ADL and Mel Gibson’s ‘The Passion, [En-línea], URL: http://www.adl.org/interfaith/gibson_qa.asp.
Hudson, Deal (2003), “The Gospel according to Braveheart,” The Spectator, [En-línea], URL: http://www.spectator.co.uk/article.php3?table=old§ion=current&issue= 2003-09-20&id=3427&searchText=.
“Legislator Tries to Censor Mel Gibson’s ‘The Passion,’ [En-línea], URL: http://www.newsmax.com/archives/ic/2003/8/27/124709.shtml.
“Mel Gibson’s ‘Passion’ Makes Waves,” [En-línea], URL: http://www.cbsnews.com/stories/2003/08/08/entertainment/main567445.shtml.
Novak, Michael (2003), “Passion Play,” The Weekly Standard, [En-línea], URL: http://www.weeklystandard.com/Content/Public/Articles/000/000/003/ 014ziqma.asp.
“O’Reilly: Elite Media out to Destroy Mel Gibson,” [En-línea], URL: http://www.newsmax.com/archives/ic/2003/9/15/223513.shtml.
Passion Web site, [En-línea], URL: http://www.passion-movie.com/english/index.html.
“20th Decides Against Distributing Gibson’s ‘The Passion,’ [En-línea], URL: http://www.imdb.com/SB?20030829#3.
“Vatican Has Not Taken A Position on Gibson’s Film ‘The Passion,’ Top Cardinal Assures ADL,” [En-línea], URL: http://www.adl.org/PresRele/VaticanJewish_96/4355_96.htm.
Zoll, Rachel (2003), “Jewish Civil Rights Leader Says Actor Mel Gibson Espouses Anti-Semitic Views,” [En-línea], URL: http://www.sfgate.com/cgi-bin/article.cgi?file=/news/archive/2003/09/19/ national1505EDT0626.DTL.
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