El Amor de Dios y la Perseverancia Cristiana
No existe mayor conocimiento en el mundo que saber que el Creador y Salvador amoroso nos salva (1 Juan 5:13)—que somos miembros del cuerpo de Cristo que un día Jesús llevará a casa (1 Tesalonicenses 4:13-5:11). Aunque el pecado separa al hombre de Dios (Isaías 59:1-2), los cristianos deberíamos ser la gente más feliz en la Tierra al saber que Jesús pagó la deuda del pecado (Hechos 20:28), que hemos llegado a ser receptores del regalo de la salvación (vea Marcos 16:16; Hechos 2:38; también Lyons y Butt, s.d.) y que ninguna fuerza externa, incluso Satanás, es lo suficientemente fuerte para separarnos del amor de Dios (Romanos 8:35-39). Nadie puede arrebatar a una persona salva de la seguridad espiritual que se encuentra en Cristo Jesús (Juan 10:28). Nadie es lo suficientemente fuerte para quitar el regalo de la salvación que el cristiano ha recibido. Nadie puede hacer que un hombre salvo viva en pecado. ¡Nadie puede separar a un seguidor de Cristo del amor de Cristo!
Pero no confunda el amor de Cristo (1 Juan 4:8), el poder de Su sangre que limpia el alma (1 Pedro 1:18-19) o la promesa de la seguridad espiritual (Romanos 8:35-39) con un boleto gratis para desobedecer al Maestro sin sufrir consecuencias eternas (cf. Romanos 6:1). Aunque muchos han creído la doctrina de “una vez salvo, siempre salvo” (i.e., los cristianos nunca pueden caer de la gracia), la Escritura niega una y otra vez tal declaración.
En el Sermón del Monte, Jesús dijo: “Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas” (Mateo 6:14-15). ¿Qué pasará con el cristiano perdonado que no perdona? Dios no le perdonará sus pecados. ¿Qué pasó con el siervo a quien se le perdonó previamente una deuda enorme pero que después no perdonó la deuda pequeña de otro? “[S]u señor, enojado, le entregó a los verdugos” (Mateo 18:34). Jesús dijo, “Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas” (18:35). Cuando una persona recibe el regalo de la salvación (a través de la fe confesada, el arrepentimiento y la inmersión en agua—Hechos 2:38; 8:26-40; 16:30-34; 22:16) y llega al cristianismo, Dios le perdona su deuda. Sin embargo, si tal persona endurece su corazón y no perdona, Dios le entregará a los verdugos (Mateo 18:34; 25:31-46).
En ningún lugar la Biblia enseña que los cristianos que, por ejemplo, pierden su primer amor o llegan a ser tibios todavía tienen una relación correcta con Dios. Jesús nunca dijo que los hipócritas todavía son salvos. Jesús dijo a los cristianos en Éfeso que habían perdido su primer amor: “Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido” (Apocalipsis 2:5, énfasis añadido). Los cristianos que llegan a ser tibios no pueden permanecer en ese estado y esperar recibir la “corona de justicia” en el Día del Juicio. Los cristianos tibios deben “arrepentirse”, o Jesús dice, “[T]e vomitaré de mi boca” (Apocalipsis 3:19,15-16). A diferencia de los cristianos salvos, aunque imperfectos, que procuran andar en la luz (1 Juan 1:5-10), los cristianos impenitentes que rebeldemente viven en pecado están en una condición perdida y deben arrepentirse para una vez más comenzar a caminar en la luz. El cristiano no debería esperar heredar el cielo si no permanece fiel a Cristo. Jesús enseñó: “Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida” (Apocalipsis 2:10).
Los cristianos deberían regocijarse en el hecho que nadie puede quitarles el regalo de la salvación. Pero, es posible que los cristianos pierdan su propia salvación (i.e., “caigan de la gracia”, Gálatas 5:4) al llegar a desobedecer voluntariamente al Maestro, Jesucristo. Los cristianos pueden escoger andar en tinieblas (llegar a ser implacables, incompasibles, tibios, etc.), y por ende perder la vida eterna con Dios en Quien “no hay ningunas tinieblas” (1 Juan 1:5). O los cristianos pueden escoger andar “en luz, como él está en luz”, y permanecer en una condición salva, siendo limpiados del pecado continuamente por medio de la sangre de Jesucristo (1 Juan 1:7-9).
REFERENCIAS
Lyons, Eric y Kyle Butt (sine data), La Recepción del Regalo de la Salvación [Receiving the Gift of Salvation] (Montgomery, AL: Apologetics Press).
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