Dios Dio Agudeza al Ave Aguja
En un tiempo, Michael Johnson era el hombre más rápido que existía. Una vez cubrió los últimos 100 metros de una carrera de 200 metros en 9.6 segundos (“The Fastest Man…”, 2007). Un hombre que corre a la velocidad de 28 MPH es muy impresionante, pero ni Michael Johnson ni otro ser humano puede mantener esa velocidad por más de unos pocos segundos. Los que corren maratones pueden correr 26.2 millas sin parar, pero ninguno promedia más de 13 MPH cuando corre grandes distancias. Aunque el cuerpo humano es una “máquina” diseñada meticulosamente (vea Jackson, 2000), que funciona perfectamente para sus propósitos en la Tierra, existen límites para lo que alguien puede hacer. Cuando se compara esos límites a la velocidad y distancia que un ave recientemente voló, se llega a tener un aprecio mayor por la grandiosa creación de Dios.
En febrero de 2007, los científicos de la Inspección Geológica de los EE.UU. colocaron transmisores satelitales a 16 aves, conocidas como aves agujas colipintas. Una de las aves, apodada E7, voló de Nueva Zelanda a Alaska por tres meses, viajando 9,340 millas con una parada de cinco semanas cerca de la frontera de China y Corea del Norte (Hansford, 2007). Después de casi cuatro meses, el ave comenzó su vuelo ininterrumpido de regreso a Nueva Zelanda. Asombrosamente, esta pequeña ave, que normalmente pesa menos de una libra, voló 7,145 millas en nueve días sin parar, promediando 34.8 MPH. Sin parar para comer, beber o descansar, el ave voló “el equivalente a hacer un vuelo de ida y vuelta entre San Francisco y New York, y luego otra vez a San Francisco sin aterrizar” (“Bird Completes…”, 2007). De igual manera asombrosa, el viaje de ida y vuelta de aproximadamente 16,500 millas, terminó donde comenzó. Sin mapa, brújula o una guía, las aves pueden viajar miles de millas sin perderse.
Los científicos han estudiado la migración de las aves por décadas y todavía no pueden explicar adecuadamente este “acertijo antiguo” (Peterson, 1968, p. 108). Su resistencia y sentido de la orientación nos deja perplejos. En su libro Misterios Sin Resolver de la Ciencia (Unsolved Mysteries of Science), el evolucionista John Malone reportó cuánto progreso ha hecho el hombre en los pocos siglos pasados en su entendimiento de la manera en que las aves pueden hacer su viaje miles de millas con precisión milimétrica (2001, pp. 114-122). Pero, concluyó su capítulo sobre la migración de aves, diciendo:
Existe explicaciones parciales, pero todo libro o artículo científico sobre la migración de aves está lleno de palabras y frases condicionales: “Puede ser…pero puede no ser”. Podemos saber más acerca de la manera en que las aves pueden lograr sus vuelos colosales alrededor del mundo, pero todavía existen muchos más misterios que explicaciones. La pequeña ave cantora que reapareció en el manzano fuera de su ventana—y nosotros sabemos por el rastreo que puede ser realmente la misma ave—ha estado en Sudamérica y de regreso desde la última vez que la vio. ¿Cómo puede ser eso? Este es un caso en el que puede ser mejor no saber—simplemente conmuévase por el sobrecogimiento y el asombro (p. 122, énfasis añadido).
Aunque traten, el intento de los evolucionistas de explicar las complejidades de la migración de aves solamente ofrece, en el mejor de los casos, teorías lamentables (y a menudo contradictorias) [Peterson, p. 108]. ¿Cómo puede una persona concluir razonablemente que la no-inteligencia, más el tiempo y la casualidad pueden crear un ave voladora de una libra que viaja 7,145 millas en nueve días sin parar para comer, beber o descansar? El “sobrecogimiento y asombro” al cual John Malone alude no debería ser por la evolución inconciente ni por las aves mismas, sino por el “Dios grande, digno de ser temido” (Daniel 9:4) que ha hecho “maravillas” (Salmos 106:22), incluyendo dotar a las aves con la característica impresionante que llamamos “instinto”. Ciertamente, no es por la sabiduría de la evolución o el hombre que el ave “extiende hacia el sur sus alas” (Job 39:26). En cambio, “la cigüeña en el cielo conoce su tiempo, y la tórtola y la grulla y la golondrina guardan el tiempo de su venida” (Jeremías 8:7), ya que Jehová, el Omnisciente y Todopoderoso, es el Creador de todas.
REFERENCIAS
“Bird Completes Epic Flight Across the Pacific” (2007), ScienceDaily, 17 de septiembre, [En-línea], URL: http://www.sciencedaily.com/releases/2007/09/070915131205.htm.
“The Fastest Man on Earth?” (2007), [En-línea], URL: http://www.eis2win.co.uk/gen/news_sprintrecords020805.aspx.
Hansford, Dave (2007), “Alaska Bird Makes Longest Nonstop Flight Ever Measured”, National Geographic News, 14 de septiembre, [En-línea], URL: http://news.nationalgeographic.com/news/2007/09/070913-longest- flight.html.
Jackson, Wayne (2000), The Human Body—Accident or Design? (Stockton, CA: Courier Publications).
Malone, John (2001), Unsolved Mysteries of Science (New York: John Wiley & Sons).
Peterson, Roger (1968), The Birds (New York: Time-Life Books).
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